Revisión de la ecuación de Drake
Reevalúan la ecuación de Drake a raíz de los datos obtenidos por la misión Kepler.
¿Por qué estamos aquí? Es decir, ¿cuál es nuestro propósito como seres vivos inteligentes tanto desde el punto de vista individual como colectivo?
Una de las posibles respuestas es que estamos aquí para aprender, para buscar sentido y significado a nuestras vidas. Quizás cada uno por su cuenta encuentre ese significado y que sea diferente al de los demás.
Al parecer, tampoco nos ponemos de acuerdo en nuestra función como colectividad, incluso hay grupos sociales basados en la verdad revelada que no creen necesitar saber más.
El caso es que el ser humano tiene curiosidad. Es, posiblemente, uno de los rasgos que nos hizo inteligentes. Se puede comprobar que los animales con más curiosidad son los más inteligentes.
Una de las consecuencias de la curiosidad es la necesidad de explorar. Se puede explorar de muchas maneras. Podemos usar un microscopio para estudiar la vida diminuta, una computadora para buscar primos muy grandes o telescopios para buscar nuevos planetas.
En la última década se ha avanzado mucho en el campo del descubrimiento de exoplanetas. Todavía no hemos encontrado una Tierra II, pero sí tenemos una buena estadística sobre la proporción de planetas que hay en la zona habitable de sus estrellas.
Así que unos investigadores ha reevaluado la ecuación de Drake a la vista de estos nuevos datos para saber si estamos o no solos.
Adam Frank (University of Rochester) y Woodruff Sullivan (University of Washington) proponen una vía de ataque a la ecuación partiendo de la posibilidad más pesimista.
La ecuación de Drake tiene ya unos 50 años y da pereza tener que recordarla porque hasta hace no tanto a la mayoría de sus términos importantes se les daba un valor meramente especulativo. La incertidumbre era y es demasiado alta.
Esta ecuación es un intento de saber la cantidad de civilizaciones tecnológicamente avanzadas que hay en nuestra galaxia o en el Universo y se basa en trocear el problema en problemas más pequeños: la cantidad de estrellas que hay en la galaxia, la proporción de ellas que tienen planetas, la proporción de planetas en la zona habitable, la proporción de los mismos en los que aparece la vida, la proporción de ellos en los que evoluciona la vida inteligente, la proporción de esas civilizaciones que alcanza cierto nivel tecnológico, etc.
Hay principalmente tres términos importantes que hasta ahora eran desconocidos e introducían mucha incertidumbre en el resultado de la ecuación: la proporción de planetas en la zona habitable, la proporción de ellos en donde aparece la vida y la duración o longevidad de las civilizaciones avanzadas.
Ahora conocemos bien el primero de esos tres. Gracias a la misión Kepler sabemos que un quinto de las estrellas de nuestra galaxia tienen planetas en su zona habitable en donde el agua puede estar en estado líquido.
Según Frank la gran incógnita es cuánto sobrevive una civilización avanzada antes de que se extinga. El hecho de que la humanidad haya usado cierta tecnología rudimentaria en los últimos 10.000 años no nos dice nada sobre cuánto pueden vivir otras sociedades avanzadas en otros planetas.
Así que estos dos astrofísicos en lugar de tratar resolver esos términos y tratar de saber cuántas civilizaciones existen ahora, se preguntan sobre si nosotros somos la única especie con tecnología avanzada que haya aparecido hasta ahora desde un principio. La idea es calcular la probabilidad de que nosotros seamos la única especie inteligente en este momento en el Universo y que no haya habido otras antes.
Al final esta forma de razonar es lo mismo que preguntarse sobre la frecuencia en la que la vida evoluciona hasta un nivel tecnológico avanzado en el peor caso posible. Si la probabilidad real es mayor que esta cota absoluta inferior entonces al menos tiene que haber habido algunas otras civilizaciones antes y posiblemente haya otras después.
Según sus cálculos, si somos los primeros y los únicos entonces la probabilidad de algo así en todo el Universo visible es de una posibilidad entre 1022. Y si nos circunscribimos a nuestra galaxia sería una parte en 1011-1012.
Esto significaría, según interpreta Frank, que es probable que hayan aparecido civilizaciones tecnológicas antes que nosotros y en gran cantidad. Si se asume que la probabilidad de que aparezca una civilización en un planeta es 1 entre un billón, entonces tiene que haber ocurrido 10.000 millones de veces a lo largo de la historia del Cosmos.
Si nos circunscribimos sólo a la Vía Láctea entonces los números son menos extremos. Pero la realidad es que lo que ocurra a este respecto en otras galaxias se escapa a toda comprobación científica, así que no tiene demasiado sentido considerar el resto del Universo.
En todo caso, para que sólo otra civilización tecnológica haya surgido en alguno de los posibles planetas habitables de la Vía Láctea, entonces la probabilidad tendría que ser de 1 entre 60.000 millones. Suena muy favorable.
Sin embargo, esto no implica necesariamente que estemos rodeados por otras civilizaciones. Como ya nos dice la paradoja de Fermi, al menos no lo parece. El problema es, como siempre, la longevidad de las civilizaciones avanzadas, que es el factor final de la ecuación de Drake.
Se podría pensar que si la cantidad de civilizaciones es muy alta entonces la longevidad de cada una puede llegar a no importar a la hora de saber que tenemos coetáneos como nosotros en la Vía Láctea, pero los números no salen.
Si las civilizaciones avanzadas sólo duran 10.000 años entonces todas ellas están ya extintas y nosotros estamos ahora solos. El problema está en saber qué es exactamente avanzado. La agricultura y los sistemas sociales complejos surgieron hace 10.000 en la Tierra, pero sólo tenemos un siglo de verdadera tecnología electrónica. Sin embargo, ya nos encontramos al borde de la autodestrucción, sea por el cambio climático, la aniquilación de los ecosistemas o la guerra nuclear.
Aunque haya unas pocas civilizaciones en nuestra galaxia, la comunicación sería muy complicada. Si hay una a 20.000 años luz de nosotros y se comunica con nosotros el intercambio de conversación llevaría 40.000 años.
Este estudio es un intento empírico de contestar a la gran pregunta de si estamos solos. Supone un gran avance, pero no termina de contestarla. Saber si hay o no otras civilizaciones tendría consecuencias filosóficas tremendas en ambos casos.
Pero según Frank y Sullivan este tipo de estudios también tiene aplicaciones prácticas. Según la humanidad se enfrenta a una crisis de sostenibilidad en muchos sentidos, puede ser útil el preguntarse sobre si otras civilizaciones han logrado sobrevivir a cuellos de botella similares.
Sin embargo, no sabemos si es una civilización avanzada puede durar más de unos pocos siglos. En ello pueden ayudarnos los modelos climáticos y de interacción con el medio de civilizaciones que hagan un uso intensivo de la energía. Quizás el hecho de que no tengamos noticias de ninguna otra civilización ya nos esté diciendo mucho sobre la duración de las civilizaciones.
Grupos humanos como el de los bosquimanos o los pigmeos llevaban 40.000 años con su estilo de vida hasta que llegó el hombre blanco a sus territorios. Vivían de manera sostenible en el medio en donde vivía, pero hubieran sido incapaces de comunicarse por radiotelescopios con otra civilización avanzada. El hecho de poder comunicarse implica el riesgo de desaparecer por el uso de la propia tecnología.
Puede que nos ayude a resolver esta cuestión encontrar planetas con bioindicadores. Quizás un día consigamos encontrar esa Tierra II y que esté relativamente cerca o tan lejos que siempre estará fuera de nuestro alcance. Si resulta que la vida es abundante y seguimos sin noticias de ET quizás tengamos que asumir que la longevidad de las civilizaciones avanzadas, y por tanto la nuestra, es más bien escasa.
En realidad la ecuación de Drake no nos sirve para calcular gran cosa. Su belleza reside en que condensa los saberes de la humanidad. Empieza por la Astrofísica, pasa por la Biología y termina en la Ecología, Sociología e incluso Psicología. Esta ecuación y la paradoja de Fermi también nos invitan a reflexiones sobre nosotros mismos, a mirarnos en un espejo y a reconocer lo mal que lo estamos haciendo si queremos sobrevivir.
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Fuentes y referencias:
Artículo original.
Copia artículo original.
Ilustración: University of Rochester
20 Comentarios
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martes 3 mayo, 2016 @ 10:21 am
¡Uhh!… ese último párrafo es inmenso, Gran Maestro Neo.
Hay un aspecto en el que creo que necesariamente tenemos que coincidir con cualquier otra civilización inteligente: la reproducción. No veo otra forma de llegar a la complejidad a partir de moléculas químicas simples.
martes 3 mayo, 2016 @ 3:49 pm
¡Gracias!
En cuanto a la reproducción es algo con lo que coincidimos con cualquier forma de vida por ser vida. Sin reproducción no hay evolución biológica.
martes 3 mayo, 2016 @ 10:58 pm
Cierto, querido Neo. De hecho, es el propósito evolutivo fundamental. Solo con la llegada de la consciencia pueden llegar otros propósitos, como la curiosidad, la empatía…pero también el «vacile», los prejuicios, el miedo, etc, etc.
Es muy posible que también compartamos otro aspecto: la depredación, que favorece el desarrollo de los sentidos y la inteligencia de los que buscan comida. Puede que incluso sea imprescindible para que florezca esta última.
martes 3 mayo, 2016 @ 11:28 pm
Respecto a este articulo, en el telediario de esta noche, martes, han hablado del descubrimiento de tres exoplanetas, que reúnen las condiciones necesarias, para que puedan albergar vida. Un experto, respondía a preguntas de algunos espectadores, le hacían sobre el tema; como ?por que hay tanto interés y tanta ansia, en los últimos años, en buscar planetas que puedan albergar vida.? Tres son las razones, que el experto explico en televisión.
-Curiosidad científica.
-Mejora de la tecnología y métodos de observación.
-La búsqueda de un planeta o planetas alternativo/s. En un futuro, dentro de algún tiempo, puede que las condiciones para la vida en la Tierra, cambie (que recibamos una mayor cantidad de luz y mayor radiación térmica, procedente del sol, que haga que las condiciones para la vida en la Tierra, no sean adecuadas para nosotros. Con extensión y aparición de nuevas especies de plantas, aumento de la actividad sísmica y volcánica -deriva continental- con emisión de gases tóxicos a la atmósfera. Aparte de los problemas medioambientales, en los que estamos inmersos, como cambio climático, deforestación, caza y pesca llevada a cerca del limite.
En resumen, para buscar nuevas tierras o territorios vírgenes, sustituyendo islas, (como Nueva Zelanda, Madagascar, Seychelles, Filipinas, las Molidas, Formosa, …) y continentes (América, Australia), por planetas, – nuevos mundos que explorar y conquistar, …, para seguir haciendo las mismas cosas que venimos haciendo aquí, en la Tierra, desde el descubrimiento de América.- Para que a la Humanidad, no le ocurra lo mismo que a los dinosaurios. http://www.elperiodico.com/es/noticias/ciencia/los-dinosaurios-estaban-retroceso-antes-del-impacto-destructor-asteroide-5065076
?Sera el futuro de la Humanidad, el ir dando saltitos de planeta en planeta, o de estrella en estrella, como muestran algunas películas, como Estar Treck, (inspirado en una novela de aventuras en el mar, de la epoca napoleonica, de Cecil Scott Forester: «Horatio Hornblower»), Babilon 5, o Galáctica (el concepto de arca de Noé, llevada al espacio.).?
miércoles 4 mayo, 2016 @ 9:45 am
Puedo perfectamente estar de acuerdo con la opinión de Miguel Ángel sobre lo muy acertado del último párrafo de Neo. Lo que pasa es que eso es lo normal -el que vale, vale-.
Sin embargo no estoy de acuerdo con el principio del artículo, salvo en lo que se refiere a que algunos no necesitan saber más porque se basan en alguna verdad incontestable e incomprobable, pero revelada, que termina sus problemas más rápidamente y mejor que la «navaja de Occam».
Existe un libro de O. Wilson, «La conquista social de la Tierra»; en su sobretapa pone un cuadro de Gaugin en el que este anotó: ¿De donde venimos? ¿Qué somos? ¿Adónde vamos?, que resulta ser el título del cuadro. Yo tengo mis respuestas un tanto poéticas y copiadas de Carl Sagan: ¿de donde venimos?: del polvo de una nebulosa presolar; ¿qué somos?: polvo de ella vivo, capaz de imaginar, de soñar imposibles, de gozar, de sufrir; ¿adonde vamos?: a polvo de otra nebulosa postsolar. En resumen y como él dijo bien: somos polvo de estrellas. Nada más.
Pero el artículo se pregunta «¿por qué estamos aquí?» Pues ni es lícita la pregunta, ni cabe respuesta alguna. Simplemente sabemos que estamos. Un poco como Descartes, sabemos que existimos; y, en plan trascendental, casi como Sócrates, y, también como él, no sabemos mucho más. Otros seres que seguramente tienen más o menos inteligencia, posiblemente no sean capaces de preguntarse tal cosa.
Con todo mi cariño a esos dos soñadores que sois Neo y Miguel Ángel y, seguramente, otros queridos compañeros.
miércoles 4 mayo, 2016 @ 9:49 am
Siento decir que no había leído a David cuando comencé a escribir y que mientras tanto, he telefoneado varias veces. Perdona, David; como soñador estás con los mejores.
Un cordial saludo.
viernes 6 mayo, 2016 @ 10:13 am
Gran articulo Neo. En mi opinión, resolver la paradoja de Fermi es algo no solo importante, si no más bien vital para comprender el significado de la vida tal y como la conocemos (y como no la conocemos también) dentro de un contexto cosmológico.
A esto me gustaría añadir, si tal vez el problema de la sobreexplotación de recursos no se debe a un aumento de la tecnología disponible en si mismo, si no mas bien, a un aumento de la demografía, causada precisamente por ese aumento de tecnología. El hecho de aumentar nuestros conocimientos como especie nos lleva inevitablemente a favorecernos en la supervivencia, y eso nos hace ser muchos, expandirnos, y acabar con los recursos del planeta.
Me pregunto si el truco esta en que una especie sea capaz de expandirse hacia otros planetas antes de que ese exceso de demografía sea la perdición de la especie. O eso, o un mayor control de la natalidad.
Como siempre, pienso que el problema no es haber adquirido alta tecnología sino haberla adquirido tan rápido. Si el proceso hubiese sido más gradual, igual ahora adaptaríamos nuestra natalidad a nuestra mortalidad, cuidando de no sobrepasar cierta densidad poblacional en el planeta.
Quizá, y solo quizá, algunas especies hayan superado esa etapa, y la paradoja de Fermi sea debido a otros factores, como el canal de comunicación. O igual se cansaron de buscar. Si es una civilización nueva (como la nuestra) igual está buscando respuestas, pero si lleva miles de años buscándola… Pues bueno, nuestra especie lleva buscando desde los años 70, y muchos se han cansado ya…
viernes 6 mayo, 2016 @ 6:16 pm
Avísenme cuando el valor pesimista sea distinto de uno(Nosotros). Acotar algunos factores solo disminuye en algo la dispersión que ya es grande, ni Bayes se atrevería a dar su reputación por algún resultado de la ecuación de Drake, aunque recuerdo que Sagan dio su cifra.
sábado 7 mayo, 2016 @ 2:35 am
Querido amigo David:
Neo acaba de publicar una noticia sobre los exoplanetas que mencionas, muchas gracias por el anticipo.
De los tres motivos que citaba ese experto, está esa «curiosidad científica» que incluiría, en caso de encontrar vida, responder a la Gran Pregunta: ¿Estamos solos?. Y es «la Gran Pregunta» porque, para las otras que planteaba Gauguin y recoge Tomás en su 5, ya tenemos propuestas acerca de cómo pudo ser. Tú y yo somos de la misma generación y seguro que las conoces por la canción «¿Quiénes somos» de «Siniestro Total».
El viaje tripulado a un exoplaneta me encantaría tanto como a tí, pero recuerda todos los inconvenientes que te ha ido señalando Neo en otras respuestas y verás que, a día de hoy, no es planteable.
De todos modos, por si hubiese alguna posibilidad en el futuro, yo apostaría al igual que Neo por sembrar microbios terrestres en el exoplaneta (si no encontramos vida). Sería matar tres pájaros de un tiro:
-Extender la vida a otro planeta.
-Estudiar cómo evoluciona.
-Que los microbios vayan terraformando el exoplaneta, por ejemplo, llevando algas para que empiecen a generar oxígeno.
Un sincero abrazo.
sábado 7 mayo, 2016 @ 4:01 am
Mi querido amigo Tomás:
No puedo evitar morder el anzuelo…se responde el propio Gauguin:
¿Qué soy?: un pintor algo salidillo.
¿De dónde vengo?: del mismísimo París de «la France».
¿A dónde voy?: a las Marquesas, a vivir «la vie en rose» aprovechando las relajadas costumbres sexuales de las islas.
Hace unos años ví un documental sobre las Marquesas en el que se preguntaba a las nativas qué opinión les merecía lo que había hecho Gauguin con sus abuelas. Pero no le guardaban rencor, estaban agradecidas incluso por haber dado publicidad a las islas con sus cuadros…y no es de extrañar, porque muchas de ellas también acabaron viendo «la vie en rose» algunos años después (que es lo que tarda la sífilis en afectar a la vista).
Câlins!
sábado 7 mayo, 2016 @ 6:26 am
Pues no conocía esas respuestas del mismo Gauguin. Pienso de él que estaba como una chota. Supongo conoces que, con harta frecuencia, pintaba con el pene. Ya me dirás tú si esa «locura» o chaladura sin más podría venirle como consecuencia de la venérea enfermedad.
Un fuerte abrazo.
lunes 9 mayo, 2016 @ 10:38 pm
La paradoja de Fermi es un poco patológico, porque se trata de un exabrupto cultural en toda regla (un regüeldo, si prefieren). Todo el tinglado se cae como un castillo de naipes desde el momento que no somos capaces de definir ni «vida», ni «civilización» ni siquiera «inteligencia». Es posible que podamos reconocer cosas parecidas a las que conocemos (hasta esto es discutible, viendo nuestra propia historia), y para paradojas con más base la de Chomsky, que viene a decir cómo es posible que seamos tan inteligentes para unas cosas y tan estúpidos para otras. La forma de ver el mundo tendrá algo que ver.
El hecho es que, como el sr.Snowden, yo ya estoy convencido de hace mucho tiempo de que toda civilización inteligente, sea esto lo que sea, en cualquier variedad posible (desde mundos tipo Solaris a formas de vida inimaginables), lo primero de todo que hace es *esconderse*, camuflarse con su entorno, hacerse completamente invisible. No tiene ningún sentido hacerse ver, y a estas alturas definir una civilización avanzada como algo que destroza su entorno despilfarrando energía a niveles literalmente astronómicos ya desde luego no tiene la aceptación que tuvo en tiempos.
Hay muchas razones para ocultarse. De hecho, la historia de los conflictos humanos es la historia de la criptografía, del engaño (las artes marciales, las de verdad, OTAN y eso, son las artes del engaño), el camuflaje. No es necesario ir a documentales de animalitos: el que es visto, mal rollo, tanto si es cazador como pieza, como si es herbívoro o carnívoro. Por no decir que si son auténticamente inteligentes, lo último que harán es contaminar, y revelar su presencia es precisamente eso, porque es difícil calibrar el impacto que eso puede tener en culturas menos desarrolladas.
Vamos, no hay ninguna razón para que se delaten, y las hay todas para que se oculten. Deliberadamente. Y eso por no hablar que está por ver que dos civilizaciones realmente alienígenas entre sí puedan entablar algún tipo de comercio (información, claro está) válido. Sí, siempre puede haber una enciclopedia galáctica vetada a los niños, pero no calibro muy bien cómo podría funcionar con las limitaciones de la física. Hay una novela reciente de un chino, «el bosque oscuro», que plasma bastante de estas ideas.
No hay tal paradoja, no siendo que Fermi (otanista convencido) metiera ese tipo de torpedos ideológicos que van por otro lado (como el de Babbage en su día). Ya pueden ustedes buscar, porque lo que están buscando, as usual, es una banda de cabras como nosotros que largan a gritos en todo el espectro, y hasta nosotros estamos dejando de hacerlo (entre otras cosas, porque el espectro se satura). Y por cierto, esos mundos hipotéticamente habitables están a sólo 40 años-luz. Llevan aguantando nuestro escándalo unas cuantas décadas.
miércoles 11 mayo, 2016 @ 12:02 am
¿Puede haber inteligencia sin curiosidad? ¿Puede haber verdadera inteligencia y desarrollo cultural si existe el miedo a los otros?
¿Es posible camuflar la atmósfera de un planeta que tiene bioindicadores para que no delate la existencia de vida e inteligencia a los demás? ¿Puede asumir una civilización a la que le vaya eso del camuflaje que la información de esos bioindicadores viaja a la velocidad de la luz desde hace millones de años hacia el exterior?
¿Es la inteligencia inevitable o contingente desde el punto de vista evolutivo? ¿Puede una civilización desarrollarse tecnológicamente hasta el punto de que pueda llegar a contactar con otros sin que ese desarrollo ponga intrínsecamente en peligro el ambiente en el que vive y su propia existencia y aunque haya buena voluntad?
¿Pueden la Física y la Matemática funcionar realmente como una lengua universal? ¿Hay entes psicológicos, como los distintos tipos de sentimientos, que sean universales o no?
¿Hay estados de organización de la materia que vayan más allá de la inteligencia? ¿Los podemos concebir o imaginar?
¿Podemos nosotros imaginar todo lo imaginable? ¿Hay entes más allá de toda imaginación?
miércoles 11 mayo, 2016 @ 7:14 am
Lo que te digo, querido Neo: que hoy te acuestas preguntón. Esta vez sólo me atrevo a contestar a tu última cuestión, esa de «¿Hay entes más allá de toda imaginación?» Estoy seguro de ello, pero a eso te contestará mejor David, imaginativo por excelencia. Todo lo demás sea para Dr. Thriller, que es a quien se dirigen tus preguntas.
Que duermas como se debe, sin preguntarte por qué no estás despierto.
miércoles 11 mayo, 2016 @ 5:17 pm
¡Asombroso!, aunque supongo que algunos se habrán enterado ya: he escuchado en el telediario que la NASA ha descubierto nada menos que mil ochocientos -y un alto pico- planetas en zonas habitables, de tamaño terrestre y cosas así. Creo que ha hablado de algo como una decena con características muy comparables a nuestra Tierra. ¡A ver si por fin encontramos microb-viejos por ahí!
jueves 12 mayo, 2016 @ 12:05 am
Estimado Tomás:
Se trata de una revisión de los datos de la misión Kepler. Esos planetas no están confirmados por telescopios en tierra aún. Es verdad que algunos son de tamaño similar a la Tierra y están en la zona de habitabilidad, pero no se pueden considerar Tierra II porque las estrellas son de distinta clase espectral al Sol.
De todos modos están tan lejos que es imposible visualizar esos planetas con la actual o próxima tecnología.
jueves 12 mayo, 2016 @ 7:56 am
¡Vaya xD! O sea que han de estar a distancias extraordinarias. O quizás no y lo que sucedía es que no sabíamos donde apuntar, además de no tener la tecnología necesaria. De todas formas es un progreso. Con ello me consuelo. Gracias por la información, querido Neo.
jueves 12 mayo, 2016 @ 9:40 am
Se podrán visualizar exoplanetas que estén relativamente cerca a nosotros en unos años.
viernes 13 mayo, 2016 @ 10:21 pm
Columpiarse es un ejercicio muy sano:
No, no podemos imaginar lo inimaginable. Está claro que hay, como no ha dejado de haber en toda nuestra historia, cosas más allá de nuestra imaginación.
Creo que la inteligencia ES curiosidad. Pero yo no lo llamaría miedo, lo llamaría prudencia. La probabilidad de hacerse daño es alta. Pasa entre nosotros, cómo no podría pasar con entes inimaginables. Quizá civilizaciones avanzadas se tomen su tiempo para contactar, pongamos miles de años. Esa es otra, una civilización avanzada de verdad tiene que tener una escala de tiempo que para nosotros está ahora mismo fuera de todo alcance.
Sí, sí que puede camuflarse. De hecho ya estoy leyendo muchos artículos sobre el tema. Cómo incluso podrían camuflarse para evitar ser vistos, directamente, porque no creo que pase mucho tiempo hasta que podamos ver, pero ver de verdad, en espectro óptico, exoplanetas próximos (que algunos ya los vemos). Es más, ¿cómo podría afectar a la ecuación de Drake un hecho así, que una civilización avanzada se oculte? Sólo podríamos detectarla un instante, mientras se delata y no es capaz de evitarlo.
Entiendo que la inteligencia tal y como nos interesa (coaligada con la consciencia, porque la inteligencia artificial no nos interesa tanto, eso puede tenerla hasta una arcilla) viene siendo un sentimiento, una autoconsciencia. Es decir, la clave está en la autocognoscitividad, pienso que eso acaba llevando a la inteligencia, pero por el camino de la contingencia igual llegas igual no… o igual hasta llegas a otra cosa, que ni conocemos ni sospechamos.
Las mal llamadas «tribus primitivas» tenían la sanísima costumbre de ocultarse ante los europeos, cuanto más «atrasada» y «primitiva», tanto más se camuflaba y ocultaba. No creo que lo hicieran por miedo, porque está claro que no lo tenían (me viene a la mente ahora mismo toda clase de aborígenes que causaron bajas espectaculares a las tropas españolas del siglo XVI, bajas que no pudieron causar civilizaciones mucho más complejas y con mejor tecnología, antes al contrario, fueron absorbidas con más facilidad). Yo no le llamaría valentía a la actitud europea, sino osadía ignorante (y sinvergüencería, por decirlo suave). Creo que tenemos confundido un poco los términos, vamos, que estamos siendo muy etnocéntricos.
Esas «tribus primitivas» si veían que podían tener algún beneficio del contacto, se arriesgaban (con desastrosos resultados, pero eso es otra historia, además no iban a poder ocultarse indefinidamente), pero si veían que no, rehuían todo contacto. Son análisis elementales de teoría de juegos. Y hablamos de seres de la misma especie.
La higiene es la higiene. Condición necesaria, no suficiente.
Quizá entre civilizaciones avanzadas hayan desarrollado como un test de Voigt-Campf para ver cuáles se puede hacer buenas migas y cuales no. Como una red de citas galáctica.
Lo que me parece claro, es que los niños están al margen, y deben ser protegidos por su propio bien. Y eso incluye ser invisible para ellos. Porque evidentemente, tiene que haber un punto donde la ocultación ya no es viable, aunque seguramente eso implique que el violado tenga noticia del violante (problemas de la MC).
sábado 14 mayo, 2016 @ 12:18 pm
Me parece fundamental lo que señalas de la conjunción inteligencia-autoconsciencia porque, a veces, nos olvidamos de lo fundamental de la cuestión. Eso me lleva al test de Turing: creo que una máquina no podría superarlo sin esa unión previa.