NeoFronteras

Sobre el valor económico de los árboles urbanos

Área: Medio ambiente — sábado, 18 de junio de 2016

Evalúan el valor económico de los árboles de las calles de California.

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Vivimos tiempos de pobreza intelectual y miseria moral en los que los que la religión neoliberal lo acapara todo, incluidos nuestros cerebros. En estos tiempos es difícil defender la Naturaleza.

A veces el argumento usado para defender los seres vivos no es del todo correcto éticamente, pues el resto de las especies no humanas tienen derecho objetivo a la existencia, sino que se justifica su presencia en la Tierra en función de los beneficios (reales) que proporcionan al ser humano o de los males que nos evitan el que no desaparezcan.

En esta línea se ha publicado un estudio del U.S. Forest Service’s Pacific Southwest Research Station que evalúa el valor económico de los árboles urbanos que están en las calles de California. Según este informe, los beneficios de estos árboles se cifran en 1000 millones de dólares.

Este estudio se basa en los inventarios municipales en los que se registran los árboles que hay en las calles de las respectivas ciudades, datos que han analizado con un modelo computacional. Se tuvo en cuenta tanto el número de árboles como su tamaño, especie y localización.

Se creía que había un total hay unos 9,1 millones de árboles en las calles de las ciudades de este estado norteamericano, lo que corresponde a un árbol por cada cuatro residentes. Sin embargo, este estudio añade otros 16 millones más.

A veces se asume que el valor de los árboles urbanos es meramente estético o, lo que es peor, nos quejamos de las hojas que dejan caer, lo que supuestamente genera molestias y gastos de limpieza, como dice Greg McPherson. Pero según este investigador los árboles urbanos producen un beneficio económico a las municipalidades y residentes que los cuidan.

Los beneficios se pueden desglosar en los siguientes entre otros:

– Secuestro de carbono (10,32 millones de dólares).
– Eliminación de contaminantes (18,15 millones de dólares).
– Intercepción de lluvia (41,5 millones de dólares).
– Ahorro en refrigeración y calentamiento (101,5 millones de dólares).
– Revalorización de la vivienda (838,94 millones de dólares).

Los autores del estudio calculan que por cada dólar invertido en plantar y cuidar de los árboles hay un retorno de 5,82 dólares en beneficios. Estos investigadores esperan que el estudio guíe a los urbanistas en las futuras decisiones en relación a qué árboles plantar en las calles y en dónde.

Así por ejemplo, aunque el número de árboles en las calles ha aumentado desde los ochenta del pasado siglo, la densidad de árboles ha caído de 65 a 47 árboles por kilómetro. Además, aunque la diversificación de especies se ha mantenido, una sola especie representa el 10% de todas ellas. A veces la concentración de una especie es tal que favorece la propagación de plagas.

Los municipios pueden usar los datos de este estudio para ver qué árboles son los más apropiados para su zona climática.

Los árboles proporcionan una gran ayuda psicológica a las personas. No es lo mismo vivir o descansar en un banco en una plaza cubierta de árboles que en una plaza dura hecha se hormigón. Es la razón por la cual las viviendas en calles o plazas arboladas son más caras que el resto. Las cualidades estéticas de las plazas duras parece que sólo son del agrado de los arquitectos que las diseñan.

Sería ideal que se hicieran este tipo de estudios para otros países y que así se orientase a los ayuntamientos en la tarea de plantar árboles en las calles.

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Fuentes y referencias:
Artículo original
Foto: Wikipedia.

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9 Comentarios

  1. Miguel Ángel:

    Veo que la plusvalía de la vivienda es el beneficio más importante cuantitativamente: la decisión de qué vivienda comprar también la toma la parte inconsciente del cerebro (por más que nos tratemos de engañar creyendo que lo hemos decidido con el «sentido común») y parece ser que quiere árboles y naturaleza viva…seguramente obedeciendo a razones que el sentido común desconoce.

    Para mí, está muy claro el derecho de las demás especies a existir. Y nuestro papel sería el del último invitado a la fiesta que, según nuestras costumbres morales, debe de ser el más cuidadoso por ser el último en llegar.
    Apuesto por asumir también nuestra responsabilidad como especie más inteligente: cuidar de los otros invitados que no son tan listos y salvaguardar la casa para que pueda seguir la fiesta.

  2. Miguel Ángel:

    Corrijo la última frase del penúltimo párrafo: «debe ser el más cuidadoso».

  3. Tomás:

    Mi aplauso por esa autocorrección. Esta página se caracteriza por una aceptable redacción en los comentarios gracias a las «normas de participación» y, en algunos casos, como el tuyo, a una verdadera preocupación; así lo acabas de demostrar. Ojalá todos sigamos tu ejemplo. En la radio oí hace poco «preveer» y su «gerundio» «preveyendo», lo cual es imperdonable. Y lo peor es que este error se propaga. Igual que el imperativo «has» por «haz».

    En cuanto al tema del artículo es muy cierto que, en algunos individuos existe cierta aversión al arbolado y no toleran bien que el engrosamiento y extensión de sus raíces revienten el suelo. Hace unos meses vi a unos empleados del ayuntamiento tapando con adoquines el exiguo cuadrado en el que se les suele aprisionar. ¡No dejaban ni dos centímetros libres alrededor del tronco! Pregunté a uno de ellos haciéndole ver que, con lo poco que por aquí llueve, aquellos árboles podrían morir. Me contestó que era decisión del alcalde. O sea que no solo los arquitectos, aunque frente a mi piso hay una plaza de «diseño» casi del tamaño de un campo de fútbol con tan solo unos diez árboles y otros tantos arbustos rodeándola en estrechos jardines de césped, para delicia de perros y sus dueños poco higiénicos. Pero, eso sí, han levantado unos muy amplios entablados sobre armazón de vigas de acero para protegernos del sol y de la lluvia. Y, como es natural, toda la plaza cubierta de cemento salvo una pequeña parte donde pueden jugar los niños con un pequeño tobogán bajo el cual existe un círculo hecho de una especie de alfombra salvacaídas.

    Abrazos descriptivos.

  4. lluís:

    -Interesante estudio y bien cierto eso de la ayuda psicológica que proporcionan los árboles frente al suplicio de las plazas duras de hormigón que pusieron de moda algunos partidarios del «diseño modelno» y que fueron los mismos que llenaron con palmeritas (olvidaron los camellos) plazas y avenidas de ciudades en las que esas palmeras se limitan a vegetar o simplemente mueren porque no se aclimatan.
    – Ahora, la pregunta es, antes de esa «religión neoliberal», cuyos inicios algunos sitúan en los periodos de gobierno de Margaret Thatcher y Ronald Reagan, ¿había una mayor preocupación intelectual y moral, una mayor preocupación por el medio ambiento o una mayor preocupación por el conocimiento de la ciencia? Diría que nones.

  5. Tomás:

    Pues en la plaza de la que hablo, de esos diez árboles, cuatro son palmeras, de unos ocho o nueve años, aunque dos de ellas tienen la mitad de altura de sus compañeras, pero no soy capaz de juzgar su salud.
    En cuanto a la razón que Lluís adjudica a la «religión neoliberal», yo lo llamo directamente corrupción. En Salou, un «ajuntament» de marmol, cristal con algunas paredes traslúcidas de alabstro y acero inoxidable, descomunal hasta el punto de que sospecho que toca a bastante más de doscientos metros cuadrados por empleado, amplísimamente rodeado de asfalto y otros importantes servicios como Mozos (y mozas) de Escuadra, SS, deportivo, auditorio municipal, teatro auditorio, piscina y alguno más, ocupa en conjunto una superficie de suelo más que exagerada para esa población. Yo no estoy en contra de que la gente pueda disfrutar de esos servicios. Estoy en contra de la forma en que sospecho se han gestionado y de que el asfalto, el cemento y el enlosado hayan olvidado los árboles, que es lo que el artículo trata. Ciertamente que en toda Cataluña se han cocido muchas honorables habas, pero pocos lugares igualan a la ciudad a la que me refiero.

  6. lluís:

    Por lo que a Salou respecta tienes toda la razón tomás, es un horror esa ciudad. En todos los aspectos, que por lo que veo ya conoces sobradamente.
    – Un saludo, tomás.

  7. Miguel Ángel:

    La primera paradoja, querido Tomás, es que alguien ostente el título de «honorable» a base de zamparse las alubias gratis. Pero esas habas seguramente hayan sido el mejor freno para el independentismo: imagina cómo habrían sido las diadas de los últimos años si no se hubiese destapado a los Puyol. Así, muchos han tenido oportunidad de darse cuenta de quién se estaba llevando en realidad los dineros de Cataluña.
    Pero tampoco es el antídoto definitivo, porque la segunda paradoja es que estas fugas de dinero se disculpan mucho más fácilmente si el ladrón pertenece al terreno. Es algo con lo que ironizaban en el programa «Vaya semanita»:
    -¡Aúpa!, los políticos españoles se llevan el dinero de Eusk/adi. (Dice el «batasuni» de turno).
    -Muchos políticos de aquí también se lo han llevado. (Replica otro).
    -Ya, pero será menos, hombre. (Asevera el primero).

    Sin embargo, ahora estoy pensando si los de las «repúblicas independientes» no nos verán a tí y a mí como radicales pangeístas que no respetan su aldeanismo y tal, y tal…
    Y tengo que reconocer que, en mi caso, el asunto va bastante lejos: desde luego, tampoco comparto el nacionalismo español o centralismo. Y lo debo tener bien interiorizado porque el otro día en uno de los episodios de «El ministerio del tiempo», planteaban un imperio español que había logrado mantener hasta nuestros días todos los territorios que había durante la época de Felipe II. Mi mujer sonreía mientras daban el pronóstico del tiempo para «Las Californias», «Las Filipinas», etc, pero yo exclamé a botepronto que no me parecía buena idea en absoluto la universalización de los toros, la tortilla de patatas y el catolicismo.
    El caso es que, si tampoco me llega eso, ya solo puedo acogerme al mensaje de Montesquieu: ante todo humano, y español solo por casualidad.
    Incluso me llevé una gran decepción cuando descubrí en qué novela estaba basado el tema «Telegraph road» de Dire Straits, que siempre me ha fascinado por el solo de guitarra «in crescendo» del final. Pero mi curiosidad me llevó a indagar y me enteré de que el tema estaba inspirado en una novela de un escritor noruego de corte neonazi al que no quiero dar publicidad, un texto xenófobo donde se hace apología de que la tierra pertenece a sus primeros moradores (que son los que se acaban llevando el gato al agua en la novela, en detrimento de los extranjeros).
    Seguramente todo este en relación con mi calidad de Orzowei, que me ha vacunado de los nacionalismos, con el precio de ser forastero dondequiera que vaya.

    «Somos un planeta» Carl Sagan

  8. Tomás:

    Querido Miguel Ángel:
    En todo de acuerdo excepto en el encarcelamiento de la tortilla de patatas. Ya sé que al freír sus patatas se llevan mucho aceite ya degradado, pero está tan rica que, al considerar la existencia de alimentos peores,… por mí, la acepto. Lo peor es que las compro hechas. Pero sólo como una al mes; la divido en cuatro partes y me dura cuatro días -no seguidos, claro, aunque tampoco muy alejados-.

    Abrazos.

  9. Tomás:

    Emulando a Miguel Ángel:
    No «,…» sino «…,»
    Y mil perdones.

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