Hay cuatro especies de jirafas
Un estudio genético apunta a que hay cuatro especies distintas de jirafa. El hallazgo quizás ayude a su conservación.
Encontrarse por primera vez con una jirafa en la Naturaleza es algo impactante. Suele ser algo que no se olvida.
El ejemplo que tantas veces se pone en los libros de texto cuando se habla de evolución puede estar, en su entorno natural, delante de uno. Tener tan cerca a tan icónico animal, familiar y extraño a la vez, puede dejarte mudo de admiración. Lamentablemente estos animales también están en peligro.
Hasta ahora se creía que había una sola especie de jirafa y varias subespecies. Pero un estudio genético reciente apunta a que, en realidad, hay cuatro especies de jirafas.
El problema es definir lo que es una especie, pues podría ser solamente una manera que tenemos los humanos de clasificar los seres vivos. Algunas veces está claro que una especie es distinta a otra al no ser similares y otras veces no. A veces también ocurre que especies distintas, pueden cruzarse entre sí. De lo cercanas que estén dependerá si la descendencia es viable o no.
En este caso, aunque las jirafas nos puedan parecer todas iguales, en realidad las especies están mejor definidas de lo que creemos. De hecho, este estudio revela que las diferencias genéticas entre las distintas especies de jirafas son tantas como las que hay entre un oso polar y un oso pardo.
El estudio apunta además a que es necesario hacer el mismo tipo de estudio sobre jirafas pertenecientes a poblaciones que vivan aisladas en zonas remotas.
“Estamos extremadamente sorprendidos, porque las diferencias en la morfología y en el patrón de la piel de las jirafas es limitado”, dice Axel Janke (Universidad de Goethe). Además, las jirafas tienen requerimientos ecológicos muy similares.
Según este investigador, el problema ha sido que, hasta ahora, estos animales no habían sido estudiados profundamente por la ciencia. En términos relativos estos animales han sido poco estudiados comparados con otros grandes animales africanos como los elefantes, rinocerontes, gorilas o leones.
Pero el mamífero más alto de la Tierra pasa por un dramático declive a lo largo de toda África. Las poblaciones de estos representantes de la poca megafauna terrestre que aún queda en el planeta han sufrido una fuerte disminución. En el pasado reciente su número se ha reducido fuertemente, pasando de más de 140.000 individuos en los noventa a menos de 80.000 en la actualidad. Las razones de este declive se encuentran en la pérdida de hábitats y en la caza furtiva.
Hace cinco años Julian Fennessy (Fundación para la Conservación de la Jirafa en Namin¡bia) pidió a Janke su colaboración a la hora de realizar un análisis genético sobre las jirafas. La idea era saber cómo de diferentes eran las jirafas a nivel genético según la zona de África en la que habitaran. Esto permitiría, además, saber la intensidad del efecto que tiene el que algunas jirafas terminen cruzándose con las de otras comunidades por efecto de translocaciones pasadas.
Para hacer el estudio se tomaron 190 muestras de piel de jirafas ubicadas en distintas zonas del continente. Además del ADN nuclear analizaron en ADN mitocondrial.
El resultado fue la existencia de cuatro grupos diferentes de jirafas que, aparentemente, no se han cruzado entre sí en la naturaleza. Estas especies serían:
(1) Jirafa del sur (Giraffa giraffa), que se encuentra en Sudáfrica, Namibia y Botswana.
(2) Jirafa masai (G. tippelskirchi), que vive en Tanzania, Kenia y Zambia.
(3) Jirafa reticulada (G. reticulata), originaria de Kenia, Somalia y sur de Etiopía.
(4) Jirafa del norte (G. camelopardalis), en el centro y este del continente africano.
La ultima, además, incluye a la subespecie de la jirafa nubia (G. c. camelopardalis), animal esquivo que vive de Etiopia hasta Sudan del Sur y que fue descrita hace ya 300 años.
El hallazgo es sorprendente entre otras cosas porque estos animales se mueven a lo largo de grandes distancias en la Naturaleza y podrían cruzarse con otras especies de jirafa fácilmente. Por tanto, hay algún tipo de barrera no geográfica que las mantiene y ha mantenido apartadas. Ríos y otras barreras físicas no pueden haber separado físicamente a las distintas especies de jirafas durante mucho tiempo como para permitir la aparición y mantenimiento de nuevas especies.
Hay un paralelismo entre jirafas y elefantes en este asunto, pues a los elefantes africanos se les consideraba una sola especie hasta que en 2010 se encontraron pruebas genéticas de que hay dos: el elefante de bosque (Loxodonta cyclotis) y el de sabana (Loxodonta africana).
El descubrimiento, según los autores, tiene implicaciones a la hora de la conservación de estos bellos animales y tratar así de evitar su extinción. Con cuatro especies distintas su estatus de conservación puede ser definido mejor y pueden ser añadidas a la lista roja de especies en peligro de extinción IUCN. Cada una de estas especies tendrá ahora su importancia y podrán ser el blanco de los esfuerzos para conservarlas.
Así por ejemplo, de la jirafa del norte ya sólo quedan 4750 individuos y de la reticulada 8700, lo que las hace estar en grave peligro.
Además, a partir de ahora en los zoos se podrá mejorar la reproducción de las jirafas al emparejarlas con animales apropiados de la misma especie.
Estos investigadores están en la actualidad analizando en detalle los datos genéticos obtenidos. Además de expandir los datos ecológicos y la distribución de especies, quieren comprender mejor los factores que limitan el flujo de genes y la diferenciación de las jirafas en cuatro especies y varias subespecies.
Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=5037
Fuentes y referencias:
Artículo original.
Fotos de las jirafas reticulada, masai y del sur: NeoFronteras.
3 Comentarios
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lunes 12 septiembre, 2016 @ 10:56 am
Parece verse claramente la diferencia en el dibujo de la piel entre la jirafa de la derecha de la segunda ilustración y el resto. De todas formas, y aunque sea una clasificación artificial propiamente humana, la que derive del estudio del ADN, también lo será. Si nos atenemos a la clásica, habrá que hablar de subespecies, puesto que, por lo que parece, pueden tener descendencia entre unas y otras. Y ello no debería restarles protección.
lunes 12 septiembre, 2016 @ 6:31 pm
Sí, el patrón en la piel difiere.
En cuanto al ADN te pude decir cuánto tiempo ha pasado sin que se crucen.
martes 13 septiembre, 2016 @ 8:26 am
Supongo te refieres al reloj molecular. El estudio del ADN permitirá otras varias deducciones; sobre todo el mitocondrial.
Saludos.