NeoFronteras

¿Creó el ser humano el desierto del Sahara?

Área: Medio ambiente — sábado, 18 de marzo de 2017

Un estudio apunta a que el desierto del Sahara fue generado por el ser humano debido al pastoreo y a la agricultura.

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El desierto del Sahara era un lugar verde y bonito hace 10.000 años, al final de la última glaciación.

Desde entonces, ese paisaje de sabana africana poblado por grandes mamíferos ha cambiado drásticamente. La pregunta es por qué. Hasta ahora se creía que la desertificación de esa zona del mundo se habría dado por culpa de los cambios climáticos naturales acaecidos tras la última glaciación. Ahora se apunta a que el ser humano jugó un papel activo en dicha desertificación.

David Wright (Universidad Nacional de Seúl) desafía la teoría dominante según la cual los factores determinantes de la desertificación del Sahara serían las causas naturales.

Según este investigador, desde hace tiempo se ha establecido que las poblaciones neolíticas de Asia cambiaron tan profundamente el entorno que alteraron el clima de tal modo que los monzones dejaron de penetrar en el continente. Alteraciones similares han sido propuestas para Europa, Norteamérica y Nueva Zelanda. Wright propone un escenario similar para el Sahara.

Para poner a prueba esta hipótesis, Wright revisó las pruebas arqueológicas documentadas sobre la primera aparición del pastoreo en la región y lo comparó con los registros sobre la difusión de la vegetación baja, un indicador ecológico de la extensión de las condiciones desérticas.

Los hallazgos confirmaron sus sospechas. Hace unos 8000 años las comunidades de pastores de las regiones limítrofes con el Nilo empezaron a extenderse hacia el oeste a la misma vez que aumentaba la extensión de matorrales. Además, la acción de la agricultura tuvo un efecto severo sobre la ecología de la región.

Según se eliminaba la vegetación por la instrucción de la ganadería se incrementaba el albedo del suelo de la región, lo que influyó sobre las condiciones atmosféricas, que redujeron las lluvias monzónicas. Esta reducción de las precipitaciones generó un ciclo de retroalimentación que al final extendió el desierto por toda la región.

El mismo Wright admite que todavía hay trabajo por hacer, pero que la información necesaria para rellenar los huecos puede obtenerse. En la región había numerosos lagos cuyos lechos secos pueden ser explorados en busca de información. Sólo hay que perforar para obtener información de la vegetación que hubo a lo largo del tiempo y la arqueología ayudará a saber qué iba haciendo la gente. Con estos datos se podría alimentar modelos sofisticados sobre el tema.

A pesar de que este tipo de cambios se dieron a lo largo de miles de años, las implicaciones que tiene que el ser humano sea responsable de la degradación climática y ambiental son fáciles de ver. Con un 15% de la población humana viviendo en regiones desérticas, las consecuencias de cómo cambiamos estos ecosistemas tiene un impacto directo sobre la vida del ser humano en esas regiones y en última instancia determinará su presencia o no a largo plazo en esas áridas regiones.

Esto es extrapolable a la administración de otros ecosistemas por parte del ser humano, casi todos en peligro. La diferencia entre los seres humanos de hace 8000 años respecto a los actuales es que aquellos no sabían las consecuencias de sus acciones, nosotros sí.

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Fuentes y referencias:
Artículo original.
Foto: Wikipedia / Luca Galuzzi.

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11 Comentarios

  1. David:

    Pues, anda que … No es poco grande el desierto del sanara. Países como el Chad, o mauritania, son muy pobres; no pueden cultivar, no hay bosques, ríos o lagos. Argelina, al menos, tiene gas y petroleo, Libia creo que también, pero en su gran parte, son nada mas que arena. La franja del shael, es semiárida. Creo que están plantando arboles o arbustos, para frenar el avance del desierto. Al otro lado del Mediterráneo, España mismo, es semidesértica, y ya tenemos una duna móvil en Cadiz, creo recordar, como las del desierto.

  2. Dr. Thriller:

    Uno pensaba que si este planeta tiene un cinturón tropical de desiertos, era por el clima resultante al final del Würminense, tema este de las glaciaciones muy lejos de aclararse. Me parece más que obvio que el papel del ser humano, como el de los grandes felinos y rumiantes, artrópodos varios y hasta cefalópodos en las antípodas juega un papel crítico y determinante, pero al punto de ponerlo en los títulos de crédito como actor principal sigo diciendo que no. De hecho, hablamos de épocas donde el ser humano aún se extinguía de regiones enteras, así que no.
    El cambio climático sí tuvo un papel fundamental en hacer nacer, precisamente, la civilización egipcia primero y las mesopotámicas después. O sea, si no me equivoco, al revés de la hipótesis.
    Creo que había que definir algún índice sobre la capacidad de impacto de una especie. Incluso nuestra civilización si fuésemos, digamos, 10 veces menos (700 millones ponganos, o sea, EEUU con 32 millones de habitantes y España con 4), tendríamos un impacto muy inferior incluso al proporcional. No me digan de gente tipo Masai…

  3. apalankator:

    Me parece que en este artículo se magnifica demasiado el papel de unos pastores, hay que tener en cuenta la pequeña población humana de la época y su capacidad de impacto en el ecosistema.

  4. NeoFronteras:

    El problema no es si la acción del hombre es tan fuerte como para producir este tipo de efectos, sino si el ecosistema es lo suficientemente frágil como para que una acción del ser humano no muy importante, pero continuada durante miles de años puede producir un problema de este tipo.

    Está por confirmar que el Sahara fuera provocado por el hombre, pero hay muchos otros ejemplos de ecosistemas frágiles destruidos por el ser humano.

  5. Dr. Thriller:

    La historia de la evolución está plagada de colapsos ecológicos debidos, en la práctica, a puros accidentes, desde impactos de meteoritos hasta proliferación de nuevos eslabones tróficos que ponen todo patas arriba. Todo, por supuesto, ciego y contingente. Los seres vivos que inundaron la atmósfera de oxígeno molecular a ese nivel eran meras máquinas de von Neumann fuera de control, y todo el sistema simplemente evolucionó a un nuevo equilibrio. Supongo que la oxigénesis puede catalogarse, si se quiere, de propiedad emergente, o cualquier otro cataclismo evolutivo. Desde luego todos estaremos de acuerdo que son acontecimientos aleatorios y faltos de propósito. No vienen siendo cosas diferentes a un alud o la ruptura de un tabique tectónico y la consiguuente creación de un mar donde no había nada.
    Literalmente, ruído de fondo.
    De ahí que incluso admitir la estupidez humana como una propiedad emergente de capacidades a niveles vistos en la historia evolutiva… que se cuentan con los dedos, tal cual, me exija pedir pruebas extraordinarias. No se puede negar la capacidad que tiene cualquier ser vivo de dañar y colapsar un ecosistema, lo hacen los gatos y lo hacen los hongos, pero una vez más subrayo que es algo ciego, que está en las reglas de juego. Nosotros ahora sí tenemos capacidades muy por encima de cualquiera de estas fluctuaciones, y más que tendremos si llegamos, nuestras civilizaciones postneolíticas sí pueden considerarse propiedades emergentes en toda regla (y otros homínidos no llegaron tan lejos), así que yo quiero poner un salto cualitativo en algún punto (o alguna región del continuo).
    Si estos rstudios llevan razón (que pueden llevarla, eso lo decidirán los hechos), entonces para mí el cuadro cambia complemente, significando que un ecosistema planetario puede autodestruirse sin necesidad de recurrir a propidades emergentes. Y como es mi prejuicio y mi calzador, no me voy a apear hasta el mismísimo punto kepleriano. Johannes siempre me cayó simpático.

  6. Tomás:

    No solo es cuestión de número de humanos y superficie afectada. Hablas de 700 millones y la superficie del Sahara es de unos 10 millones de km2,; la proporción es de 70/1. Pero somos 7500 millones y los océanos ocupan unos 360 millones de km2; es decir una proporción de aproximadamente 24/1. Y los estamos destruyendo a marchas forzadas. Dentro de cuarenta años, al ritmo actual de destrucción -que aumentará- el océano será un desierto de agua. O sea que hay que tener en cuenta la tecnología y algunas cosas más.

  7. Dr. Thriller:

    Es un poco lo que dice Neo. El ecosistema por un lado es muy resistente, por otro es muy frágil. Como todos los sistemas homeostáticos las debilidades son temporales y son otra forma de fortaleza. El sistema siempre se restaura, por supuesto en unas escalas de tiempo simplemente fuera de nuestra existencia ya no individual, sino como especie, entonces debería haber una descripción del sistema donde todo esto quedase en claro. Mucha de la «exhuberancia» del sistema es espuma, por así decir, es muy vistoso y enormemente complejo la actividad de las especies grandes, pero en realidad el sistema descansa en seres menos complejos y en términos de biomasa más numerosos.
    Si el sistema crea una especie que compromete digamos su nivel del tinglado, entonces es un cuadro, digamos que es posible que el sistema tenga numerosas posibilidades de expandir ramas (de las cuales sòlo conocemos las que han existido en este planeta), que esas ramas se destruyan solas no compromete al cuerpo, pero si una especie puede comprometer mucho más allá de su «rama» evolutiva, por intentar explicarlo de alguna manera, entonces el sistema como un todo es potencialmente autodestructivo, porque la aparición de tal especie es una contingencia que siempre estará ahí.
    Y son cuadros muy diferentes. Con otras palabras, no sería necesaria una inteligencia inestable para comprometer todo, podría haber sucedido con una forma de vida mucho menos compleja.

  8. Tomás:

    No es preciso ni siquiera una inteligencia conciente como la humana. Los conejos y otros invadieron y cambiaron -y seguirán cambiando- mucho a Australia. A cambio, os eucaliptos se extienden por todas las tierras -aunque su perjuicio máximo, sin comparación posible, es su utilización por el hombre para hacer papel-. El mejillón cebra y una especie de almeja están colonizando el Ebro, y supongo que no tardarán en hacer lo mismo en otros ríos. Por no hablar del siluro o del género Anopheles que transmite la malaria… O sea que no hace falta el ser humano para cambiarlo todo. Cualquier «Von Newman» es capaz ya que su reproducción, si las condiciones le favorecen, es exponencial.

  9. Dr. Thriller:

    Pero esos casos son antropogénicos, y yo más bien diría occidentalogénicos (porque los Késeyo del Amazonas ni son responsables ni es de recibo meterlos en el saco, p.ej.), por no poder puntualizar aún más el modelo social. Es cierto que cada vez más seres humanos actúan conforme a este sistema (a.k.a. acumulación de capital), pero es porque se ha expandido, y sigue haciéndolo con excelente salud, y también es cierto que características muy similares o al menos «que apuntan maneras» se perciben y documentan en otras culturas, pero creo que la escala y la capacidad podemos admitirla como sin precedentes.
    En realidad, una parte del problema de esta civilización es que ha dejado de adaptarse al entorno y hace exactamente lo contrario, intentar adaptar el entorno a *ella*, de ahí que necesite cantidades ingentes de energía en el empeño, por supuesto fracasado de antemano. Esta pérdida de contacto con el entorno sustituído por su mundo artificial humano es un hecho muy notable, una disfunción de gravísimas consecuencias y que debería ser objeto de estudio prioritario. Y no, hasta la Edad Moderna (aunque ya apunta de antes, sí), el entorno era la espada de Damocles de toda civilización y vivían muy pendientes de él, de hecho la ciencia nace con el clarísimo propósito de entender lo que nos rodea.

  10. petrus:

    Si la desertificación del Sáhara coincide en el tiempo con el final de la última glaciación, lo más sencillo es suponer que es el aumento global de las temperaturas la causa de ella.
    AL fin y al cabo las lluvias en las latitudes medias son en buena parte resultado de la mezcla de los aires calientes y húmedos procedentes del trópico con las incursiones de aire frío de las zonas polares. Allí donde se terminan esas mezclas, encontramos desiertos. Mientras Europa estuvo congelada, las incursiones de aire frío debieron ser notables y eficaces, pero terminado el fenómeno, allí ya no se producen las condiciones necesarias de humedad y diferencias de temperaturas. Tampoco tienen monzones ni orografías notables, solo un mar tibio al norte y más calor al sur y millones de kilómetros cuadrados que regar. Y donde no hay humedad más contraste de temperaturas, no llueve.

  11. Tomás:

    Claro, querido «petrus», y donde no llueve, no hay humedad. Pero esa coincidencia de la última glaciación con la desertización no puede explicar el ritmo actual desde el inicio de la industrialización y, aún menos, desde los años cincuenta hasta ahora.

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