Engañar está en los genes
Unas amebas engañan a sus semejantes para darse a sí mismas más probabilidades de supervivencia frente a sus congéneres.
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El engaño, al menos para determinados seres microscópicos, quizás esté en los genes. Un estudio encaminado a estudiar los comportamientos sociales sugiere que ciertos individuos están programados para engañar y con frecuencia lo hacen, saliéndose con la suya.
Los investigadores estudiaban un «moho del lodo» o «moho mucilaginoso», que está formado por una ameba social (Dictyostelium discoideum) que se ve forzada a cooperar con sus semejantes cuando la comida escasea. El estudio a nivel celular de este organismo puede proporcionar a los científicos pistas sobre cómo influyen los genes en el comportamiento humano.
El equipo internacional encontró que algunas amebas tiene la habilidad de usar tácticas de engaño para obtener así más posibilidades de sobrevivir. Según los investigadores el estudio no sólo demuestra que el engaño es un fenómeno natural dirigido por los genes, sino que además está extendido entre los seres sociales.
Este tipo de ameba se alimenta libremente de bacterias del suelo, pero si la comida escasea se agrega con otras para formar un cuerpo fructífero de unas 100.000 células. Algunas de ellas terminan siendo esporas, mientras que un cuarto de ellas forman un tallo que muere sacrificado para que las esporas sean dispersadas por el viento y vayan a parar a un nuevo lugar más propicio en donde haya alimento. Las esporas germinan después para generar amebas y cerrar así el ciclo.
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En los trabajos previos estos investigadores se centraron el extraordinario nivel de cooperación que hay entre las células con la esperanza de entender cómo algunas células (las del tallo) llegaban a ese comportamiento tan altruista. Concluyeron que ese acto de generosidad era debido al costo inaceptable de la no cooperación, ya que sin tallo ninguna ameba podría escapar hacia otros lugares donde sobrevivir y todas se malograrían.
Pero en la última investigación han descubierto un complejo y oscuro complot en el que algunas células engañan al sistema haciendo trampas para darse a ellas mismas más probabilidades de sobrevivir. Este juego mortal debe de estar constantemente evolucionando según las células encuentran nuevos y mejores modos de hacer trampas en lo que debe de ser una «carrera de armamentos» evolutiva.
Según Chris Thompson, profesor en la Universidad de Manchester y partícipe en el estudio, el comportamiento social es un problema sin resolver en Biología. ¿Por qué alguien va a ser altruista y entregarse para el beneficio de otro? Thompson afirma que según sus resultados no hay una respuesta simple capaz de explicar las observaciones, pero que varios factores podrían entran en juego.
Una buena analogía según él es cuando un barco se está hundiendo. Si algunas personas tramposas engañan al resto no achicando agua conservarán una energía que les será beneficiosa, pero el proceso de achique requerirá de más tiempo. Lo malo es si no hay suficiente gente achicando agua y el barco finalmente se hunde y todos se ahogan, incluyendo a los tramposos.
Según Thompson lo interesante es notar que el engaño sólo se da en presencia de no tramposos, si los tramposos están rodeados de otros tramposos todos contribuyen en grupo al esfuerzo colectivo, conscientes de que si nadie hace un esfuerzo todos morirán.
Aunque puede ser que tomar un ser tan simple como una ameba como modelo de comportamiento en relaciones humanas sea un poco arriesgado, no hay dudas que este tipo de modelos puede hacernos pensar sobre la sociedad.
Fuentes y referencias:
Nota de prensa de University of Manchester.
Artículo original en Nature (resumen).
4 Comentarios
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lunes 31 marzo, 2008 @ 2:39 pm
Se trata simplemente de un caso de teoría de juegos. Dos estrategias posibles (altruista y egoísta) que se encontraran igualmente representadas entre los individuos al principio del juego irán modificando paulatinamente sus frecuencias hasta alcanzar un punto de equilibrio, en el que esas frecuencias permanecerán estables.
Este proceso es algo prácticamente inevitable en un contexto de evolución basada en mutación y selección natural, y, como vemos por el artículo, para ello no se necesita un sistema muy sofisticado. Evidentemente, el equilibrio final dependerá, entre otras cosas, del medio ambiente en el que se juegue, ya que, entendido en sentido amplio, es el que proporciona las recompensas y los castigos a los jugadores.
En el contexto de la sociedad humana, esto nos enseña que nunca podremos desterrar completamente los comportamientos «malos» o «egoístas», a no ser que modifiquemos profundamente nuestra más profunda naturaleza. Sería más factible modificar nuestro «medio ambiente», es decir, la sociedad en la que vivimos, para que los comportamientos egoístas reciban la menor recompensa posible. Esto, automáticamente, reduciría su frecuencia. Descubrir cuáles son esas modificaciones sociales beneficiosas debería ser el trabajo de los sociólogos, pero dudo de que estén dedicándose a ello; creo que están muy ocupados con sus encuestas.
lunes 31 marzo, 2008 @ 9:46 pm
Gracias por su comentario.
Sí, es verdad que la teoría de juegos puede explicar este tipo de cosas. No obstante ya Dawins explicó en su libro «El gen egoista» que determinados comportamientos altruistas pueden ser explicados.
Los sociólogos, a menos en España, no suelen estudiar el tipo de cosas que menciona. Pero los economistas sí las utilizan. Éstos asumen que asumen que los individuos se comportan racionalmente y toman sus decisiones en función sus intereses.
Lo que no está claro es si la teoría de juegos funciona siempre, a no ser que al otro lado haya alguien como Von Neumann calculando.
miércoles 2 abril, 2008 @ 12:02 pm
Hola
Espero que no esté Von Neumann y sí John Nash… porque el VN era mucho más simplista (lo que yo pierdo es lo que tú ganas), mientras que Nash consideraba la posibilidad de que puede que algo se perdiese en el camino y si yo pierdo 5 otro puede ganar sólo 4… y así se llega al -como mínimo- punto de equilibrio de Nash (o como yo lo llamo: virgencita que me quede como estoy) en el que todos se joden por igual para ganar lo mismo y cualquier cosa que hagan perjudica a unos más que a otros y ya estamos otra vez en la guerra del quítate tú para ponerme yo tan español.
Un saludo!
miércoles 2 abril, 2008 @ 1:06 pm
Es verdad que aunque Neumann era muy inteligente era poco sensato y propuso reiteradamente el bombardeo nuclear de la Unión Soviética. Según él, era la mejor opción para ganar el «juego».
La esquizofrenia de Nash quizás era un poco más beneficiosa para el género humano. :-)