Sobre el comienzo de la tectónica terrestre
Sugieren que la tectónica en la Tierra pudo iniciarse gracias a los impactos de meteoritos de hace 4000 millones de años.
Por lo que sabemos de la vida en la Tierra, un planeta geológicamente muerto es un planeta sin vida. La tectónica regula el clima e incluso participa en el ciclo de varios elementos. Planetas como Venus y Marte no presentan tectónica y carecen de vida.
La energía de la tectónica procede de la desintegración de radioisótopos en el interior de la Tierra. El calor generado produce corrientes de convección en el manto y este mueve las placas de la corteza. La corteza oceánica se genera en las dorsales oceánicas y se destruye en la zonas de subducción en donde se introduce por debajo de la corteza continental.
Sin embargo, los geólogos no están seguros sobre cómo y cuando la tectónica se inició en la Tierra. Un estudio realizado por un grupo internacional de investigadores apunta a que quizás la tectónica o incluso el campo magnético terrestres fueron iniciados por el impacto de meteoritos.
Según este estudio, los impactos de meteoritos gigantes de hace 4000 millones de años durante el Hádico dispararon eventos mediante los cuales la capa superior de la Tierra se introdujo en ciertas partes en el interior del manto, dando lugar a la subdución.
Por otro lado, la introducción de este material frío que caía hacia el interior y su interacción con el núcleo externo inició la geodinamo que produce el campo magnético terrestre.
No es fácil saber directamente lo que sucedió en aquella época, pues no quedan rocas de esa edad. Pero sí que quedan zircones en cuyo interior quedaron atrapados granos de la corteza de esa época. Estos restos sugieren que ya a los 500 millones de años de formarse la Tierra había cierta tectónica.
Sin embargo, esto contradice lo que se deduce a través de los datos geoquímicos y de las simulaciones geodinámicas. Según esto, la superficie de la Tierra de esa época carecía de movimientos, a diferencia de lo que sucede hoy en día.
Por otro lado, parece que hay pruebas de que el campo magnético terrestre era débil a comienzos de la historia geológica de la Tierra, pero su intensidad subió rápidamente hasta el nivel actual hace unos 4000 o 4100 millones de años.
Se sabe que hace unos 4000 millones de años la presencia de meteoritos en el interior del Sistema Solar era muy acusada. En la Luna se pueden ver las marcas que dejaron sus impactos. Aunque fenómenos como el Bombardeo Intenso Tardío se ha puesto recientemente en tela de juicio.
Estos investigadores señalan que no se pueden hacer simulaciones de la Tierra de aquel entonces como si esta estuviera totalmente aislada en el espacio. Así que han introducido en su modelo los impactos de meteoritos que debían de darse por aquel entonces.
Sus simulaciones muestran que una gran número de impactos de meteoritos en esa época pudo iniciar el proceso de subdución. Ellos explicaría la presencia de zircones y el aumento de intensidad del campo magnético.
Como mínimo, este estudio señalaría el papel importante que pudieron jugar los impactos de meteoritos. Si esto se confirma, entonces la conexión entre impactos y evolución geofísica habría alterado drásticamente la evolución de este planeta, haciendo que sea lo que es hoy en día.
Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=5736
Fuentes y referencias:
Artículo original.
Ilustración: C. O’Neill, S. Marchi, S. Zhangy W. Bottke.
12 Comentarios
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lunes 2 octubre, 2017 @ 9:15 am
Todo es posible, claro, pero la Tierra hubo de empezar a girar cuando aún sus dimensiones eran las de un meteorito. Más tarde, en forma pastosa por los impactos que recibía y consiguido el equilibrio hidrostático, o antes, forzosamente los materiales más densos cayeron hacia el centro y los más livianos emigraron hacia la superficie. Ambos estuvieron sometidos al efecto Coriolis, O sea que para el inicio del movimiento no serían imprescindibles los choques, aunque no digo que pudieran contribuir. Por fin, la acumulación de masa encendería el horno magnético-nuclear.
martes 3 octubre, 2017 @ 7:35 pm
Sí, de hecho se cree que la rotación original de la Tierra era de 12-15 h, que se ha visto secularmente frenada por la transferencia de momento hacia la Luna (que de paso se aleja). Es sabido que con el tiempo, Tierra y Luna se mostrarán el mismo hemisferio mutuamente (la Luna ya lo hace), claro que me temo que el Sol va a petar mucho antes de llegar a eso.
Imagino que las simulaciones parten de aquí. Es imperativo tener un cuadro de qué pudo haber pasado en Venus. Porque obviamente, si esta hipótesis vale para la Tierra debería servir para Venus.
Y por cierto, Tomás, sabes que se ha postulado una sorprendente forma para planetas en formación: el dónuts (académicamente, toroide).
https://en.wikipedia.org/wiki/Synestia
miércoles 4 octubre, 2017 @ 7:56 pm
Estoy de acuerdo con Tomás: tenemos que suponer que la cantidad de momento angular de la masa terrestre tiene que ser poco sensible a impactos de masas muchos órdenes menores que la global,y que además impactasen azarosamente… Más lógico me parece que jugaran un papel decisivo las diferencias de densidad de los diversos componentes del magma original, sus flotaciones, y las fuerzas de Coriolis, que además, tienen que seguir funcionando, inevitablemente, hoy día. Son menos denso, subo, me desplazo hacia el polo, te adelanto , me enfrío, soy más denso, me hundo, etc etc Cuando la corteza se enfríe y se haga suficientemente gruesa y rígida, todo esto se acabará, con permiso del sol, claro.
En cuanto a Venus, existe una teoría según la cual, las altas temperaturas que sufre hace que los materiales de la corteza se mantengan en un estado tal que facilita la recristalización de modo que las deformaciones producidas por las causas aducidas en la Tierra serían poco duraderas y los materiales recuperan pronto su estado inicial. Sería un proceso generalizado ( facilitado por sus 500ºC ambientales ) que recuerda los tratamientos de recocido que utilizamos en la Tierra para algunos materiales metálicos para estabilizarlos y reducir tensiones y deformaciones residuales…En resumen, que Venus vive en un horno permanente de recocido antitensiones y antideformaciones.
jueves 5 octubre, 2017 @ 1:58 pm
No me pareces escaso de razón, Dr. Porque ya con la escasa velocidad de rotación terrestre -me suena que es una solo vuelta cada 24 horas-, el radio a los polos es 21 km más corto que el ecuatorial y cuanto mayor hubiese sido la velocidad y más líquida la masa, menor sería el radio polar. Incluso te doy la razón en lo de toroide mejor que toro, pues imagino que su sección sería ovoide, con la parte más ancha hacia afuera. Vamos, que parece posible. ¡Mira que si se encontrase algo así!
Brazos.
jueves 5 octubre, 2017 @ 10:18 pm
Talmente así;
http://static2.geekmag.es/wp-content/uploads/2017/05/synestia-600×400.jpg
Ya de entrada parece que facilita un colapso dejando disco/anillos que pueden coalescer en lunas o cariñosos trompazos sobre la superficie.
sábado 7 octubre, 2017 @ 8:44 am
Parece un extraño queso -tengo un pelín de daltonismo- al que apetecería hincarle el diente, pero sin abusar, que ese núcleo duro puede cargarse toda una dentadura.
Brazos.
sábado 7 octubre, 2017 @ 1:02 pm
Supongo que la irradiación térmica tiene algo que ver en la forma del objeto. La esfera da la menor superficie posible para un volumen dado, esta forma presenta una superficie muchísimo mayor. Ahora, para hacer quesos entra en juego en nuestro sistema socioeconómico la distribución, y el empaquetado de unidades así no parece ser tan óptimo como las barras o las seudobolas, seudoobuses y demás. Habría que ver si es factible plegarlo. Si no, el consumidor tendrá que pagar el capricho del diseño. Con cierta bebida (?) carbonatada, lo paga, incluyendo otra recarga en gastos de propaganda de descerabración masiva.
Si los planetas pasan por todas estas fases, eso sí es un procès en toda regla.
domingo 8 octubre, 2017 @ 11:38 am
Hombre, para el transporte, nada hay como el paralelepípedo rectángulo, lo mismo que para dividir un piso en habitaciones -las ocurrencias arquitectónicas excepcionales que he conocido de diseño exagonal o semicircular son una tortura para colocar los muebles-. Para los quesos importa bastante la cuestión del curado y en ello influye la superficie. Y para el cerebro, nuestro sabio Francisco Mora -catedrático en Fisiología Humana en Madrid y algo similar en Iowa- , mete la pata hasta el corvejón en la pág. 41, de su libro «El reloj de la sabiduría» cuando dice que «… individuos con cerebros más grandes tendrían cerebros más resistentes al calor que individuos con cerebros más pequeños». Para más herejía se apoya nada menos que en Von Newman, el supermatemático, a través de Fialkowski, antropólogo. Pero escribe fatal. Pone cerebros donde, a mi entender debiera poner -o al menos asociar con- cráneos, que es donde está nuestra refrigeración externa y, por último, no cae en que, por ejemplo, un volumen esférico aumenta con cubo del radio, mientras que su superficie lo hace con el cuadrado del mismo, de lo que se deduce que cuanto mayor sea el cráneo menor será su superficie en relación con el volumen a refrigerar- Por eso los elefantes, redonditos ellos, tienen las grandes orejas en la cabeza y no en el vientre, donde también les serían necesarias para refrigerar la tripota que tienen, que pienso puede ser la causa de que digieran tan mal que desaprovechan algo así como la mitad de lo que comen y los babuinos, escarabajos y otros rebuscan y comen caca de elefante muy provechosamente.
Por eso hay que tener gran cuidado con lo que se lee. Esta mañana, mientras comía una manzana -una manzana/ por la mañana/ mantiene a la gente sana- y escuchaba nada menos que a Pavarotti, leía la contraportada una revistilla que una vecina evangelista suele meterme en mi buzón. En ella se describe la maravilla del diseño de una concha de vieira y otros moluscos capaces de resistir las tremendas presiones del fondo de los océanos, sin caer en que la presión en una superficie está perfectamente compensada por la presión en la superficie opuesta. Al final se pregunta: «¿Es la forma …resultado de la evolución o del diseño? Menos mal que es tan buena persona que, de cuando en cuando, me obsequia con una estupenda paella o algún otro rico condimento, sabiendo que yo ni me molesto en calentar nada: del frigo al plato. Afortunadamente tengo un estómago que digiere las piedras.
Como dice Dr., «hablar por no callar», pero resulta agradable.
domingo 8 octubre, 2017 @ 11:54 pm
En los costos de empaquetado también entra el envase. Un brik no deja huecos, pero tiene más material que una lata de cerveza p.ej. para un mismo volumen, el empaquetado de estas últimas deja huecos pero hay que optimizar todo. De todos modos sí, la cosa anda entre un número limitado de formas, incluyendo el doble cilindro (botella, o ampolla como dicen por ahí). Un problema reciente de empaquetado se da con los seres humanos en los transportes colectivos, agravado por la tendencia occidental a la obesidad y el crecimiento en general de tallas y estaturas (otra adaptación a un entorno artificial), p.ej. en aviones, barajándose el cargarse los asientos, meter a la gente en una especie de sacos de dormir (pinchazo de heparina includo) y ya puestos, sedarlos, así ni consumen ni excretan y de paso el avión se vacía y llema más rápido disminuyendo las tasas aeroportuarias. De hecho hasta se consume menos oxígeno.
Lo del diseño inteligente es de una estupidez tan sofisticada que me tuvo perplejo mucho tiempo, porque además raya en la antropomorfización pagana. Supongo que el mecanismo subyacente es «yo soy una caca» → «todos mis actos son cacosos» → «la naturaleza sí que sabe» → «la naturaleza es un triángulo buija». A mí los tiestos de Jehová me caen simpáticos por muchas cosas, por ejemplo su militancia antimilitar, oxímoron, y su pacifismo a ultranza sòlo quebrado por problemas sectarios al uso estilo te vas a casar con una gentil o la pasta para engrasar el chiringo por encima hasta de Dios. Así que la sentencia de Putinland, que ha ilegalizado la organización como estructura jurídico-económica a mí me parece bien, si quieren estar tan cerca del Creador nada mejor que desprenderse de satanismos varios como recibos, cuentas de banco, herencias amañadas, inversiones poco piadosas y demás. A rezar todos al jardín, a Dios lo que es de Dios y Elvira la del bancosentralruso lo que es de Elvira. Lo que me parece no tan bien es la obvia ley del embudo a estos sí a otros menos agresivos (eh…), no.
Lo de comer frío, fatal, Tomás. No tiene excusa no valerse de la frecuencia de resonancia del enlace hidroxilo (que como es vox populi, cae en la región de las microondas) aprovechando unos electrodomésticos diseñados al efecto.
lunes 9 octubre, 2017 @ 9:31 am
Lo de comer frío es que me gusta. Parece como si fuese un sabor. Pero también disfruto de los platos calientes. Aunque no en casa; eso lo dejo para los restaurantes. El micro es utilizado para descongelar y la cocina, apagada desde que vivo solo. De todas formas seguro que tienes razón. La prueba es que mis hijos no quieren saber nada de acompañarme en el yantar casero; siempre hemos de salir. También como mucho crudo: espárragos verdes, coles de bruselas, espinacas o brócoli (este poco), -todo descongelado-, tres frutas al día, 100 gramos de ensalada con un tomate, bastantes frutos secos. Carne, solo pechuga de gallina ya asada y pescado, salmón ahumado de sobre, tortilla de patatas ya hecha; todo esto ya preparado. Bueno, también alguna lata de hígado de bacalao que mezclo con atún y zumo de limón y aceite de oliva virgen.
Algunos días del invierno, no más de una semana, desayuno a la temperatura ambiente, pero ahora mismo me estoy tomando mi litro de leche con muchas cosas, entre ellas, claras de huevo, cacao puro cuyo sabor me encanta -nada de azúcar-, canela y aditamentos así, mixtura anoche preparada y recién sacada del frigo. Y me siento feliz mientras charro contigo.
Perdón por mis costumbres culinarias. Lo mejor es que no paso más de media hora al día en la cocina. Aunque sí, resonozco ser un tanto raro.
Brazos.
lunes 9 octubre, 2017 @ 9:06 pm
Es curioso, yo la lechuga de siempre la tomo sin aderezar, ni aceite ni vinagre, lo cual ha hecho que reciba toda clase de epítetos a los que respondo «es que la lechuga es a ti a quien no te gusta, que para eso le añades cosas para que sepa diferente», lo cual es un argumento muy de pata de banco, pero funciona. Igual que el pescado, que lo prefiero cocido y si es blanco puedo llegar a echarle un chorrito de aceite, a mí las fritangas me horrorizan, ya ves cuán poco españolista soy. Pero comer crudas cosas más allá de verduras (también me trago, crudas, aunque peladas, zanahorias, puerros, cebollas, ajos…). Hace años me dio por hacer un intersante experimento, que fue hacerme un zumo en la licuadora con tres puerros, bastante gruesos, de un manojo, limpiar bajonel grifo y listo, y me zampé pues serían unos 400 ml de penalty… El viaje que me dio en las tripas le falta a Aldous Huxley en su «Las puertas de la percepción».
El salmón ahumado es que tampoco me seduce… Criado en Noruega, ejecutado en Polonia, curado en Málaga (tal cual) y envasado en alguna ciudad satélite de Madrid… Aparte el colorante. Aunque al ser de piscifactoria igual no tiene microplásticos.
jueves 12 octubre, 2017 @ 9:33 am
Es que lo ahumado me encanta. Comí una vez un queso gallego de tetilla ahumado que no he vuelto a poder comprar. Solo en Tenerife logré comprar un tipo de queso ahumado cuyo nombre ya no recuerdo, que estaba bastante rico; pero como el gallego, nada.