NeoFronteras

Los mares están perdiendo el oxígeno

Área: Medio ambiente — lunes, 8 de enero de 2018

Un nuevo estudio señala el problema de falta de oxígeno que afecta a ciertas regiones marinas y propone soluciones.

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Cangrejos y coral muerto por falta de oxígeno en Bocas de Toro (Panamá). Fuente: Arcadio Castillo/Smithsonian.

Puede que a algunos no les parezca útil la Paleontología o la Paleogeología, pues, al fin y al cabo, no proporcionan dinero y tratan de tiempos pasados. Sin embargo, además de la belleza y el gozo que pueda proporcionar el imaginar eso mundos que fueron este, también son útiles en el sentido de que nos advierten del fin de nuestra propia existencia.

La vida se originó en el mar. Antes de que los animales reptaran por tierra firme o las plantas colonizaran los continentes, los océanos bullían de vida. Cuando la química oceánica cambió, como al final del Pérmico, se produjo una extinción masiva que eliminó de un plumazo más del 90% de la vida marina.

El surgimiento de la vida compleja, tal y como la conocemos, dependió de la subida de los niveles de oxígeno en el Ediacárico. Hay todo un conjunto de estudios que tratan de averiguar el papel del oxígeno a lo largo del tiempo.

En la actualidad hay regiones marinas en donde ha desaparecido casi todo el oxígeno, por lo que la vida animal es muy escasa o ha desaparecido casi en su totalidad. Son lo que se llaman zonas muertas y aparecen, generalmente, por culpa de la actividad humana. Un factor es el de la eutrofización de las aguas debido a la acumulación de residuos orgánicos y fertilizantes. Esto causa la proliferación de ciertas algas microscópicas, que crecen descontroladamente hasta que su descomposición consume el oxígeno disuelto y la vida marina muere.

No tenemos que olvidar que el oxígeno terrestre es además producido por la fotosíntesis terrestre en un 50 por cierto. Menos vida marina significa menor producción de oxígeno a escala global.

En los últimos 50 años, la cantidad de agua oceánica sin contenido de oxígeno se ha cuadruplicado. En las regiones costeras que incluyen los estuarios, los sitios con bajas concentraciones de este gas se han multiplicado por diez desde 1950. Los científicos esperan que el nivel de oxígeno en los mares continúe bajando, incluso fuera de esas regiones, conforme la Tierra se vaya calentando más.

Un nuevo estudio señala la obviedad de que para poder detener esta tendencia el mundo necesita tanto detener las emisiones de efecto invernadero como detener la contaminación por fertilizantes y residuos orgánicos de origen humano.

El estudio ha sido realizado por el equipo GO2NE (Global Ocean Oxygen Network), que es una red de investigadores procedentes de distintas instituciones creada en 2016 bajo el paraguas de la Comisión Intergubernamental para Oceanografía de las Naciones Unidas.

Es el primero de una serie de artículos que estudian la causas, consecuencias y soluciones al problema de los niveles de oxígeno oceánicos bajos, tanto en las costas como en mar abierto. Este estudio resalta los mayores peligros para los océanos y la sociedad y qué es lo que se necesitaría para mantener las aguas sanas y productivas.

“El oxígeno es fundamental para la vida en los océanos. El declive en el oxígeno oceánico se sitúa como uno de los efectos más graves de las actividades humanas sobre el medio ambiente terrestre”, sostiene Denise Breitburg (Smithsonian Environmental Research Center).

“Es una pérdida tremenda de todos los sistemas de soporte vital de los cuales dependen también el ocio y el turismo, como hoteles, restaurantes, taxistas y todos los demás. Las reverberaciones de unos ecosistemas insanos en el océano pueden ser muy extensas”, dice Lisa Levin (University of California San Diego).

En las áreas denominadas tradicionalmente como “zonas muertas”, como la bahía de Chesapeake o el golfo de México, el nivel de oxígeno es tan bajo que muchos animales ha desaparecido por asfixia.

Según los autores, el problema va más allá de estas áreas, pues incluso reducciones menores en el oxígeno disuelto afectan a la vida marina en gran medida, reduciendo la reproducción y supervivencia de las distintas especies. La biodiversidad cae en el momento en el que decae el nivel de oxígeno.

Además, el fenómeno puede dar lugar a la liberación de óxido nitroso, un gas de efecto invernadero 300 más eficiente que el dióxido de carbono en atrapar el calor en la atmósfera, y sulfuro de hidrógeno, que es tóxico.

En el mar abierto, el principal culpable de la disminución del oxígeno disuelto es el cambio climático, pues las aguas superficiales más cálidas hacen que sea más difícil que el oxígeno baje a aguas más profundas. Además, por mera física elemental, la solubilidad de este gas es menor conforme la temperatura del agua es superior.

En las aguas costeras el culpable es la contaminación por fertilizantes y sustancias orgánicas, que producen la eutrofización antes mencionada. Encima, los animales necesitan más oxígeno en aguas más cálidas, incluso si están despareciendo.

La vida de la gente también se ve afectada, pues este fenómeno destruye las reservas pesqueras. Los pescadores de costa artesanales son los más afectados por esta causa. Por poner precio a este tipo de fenómenos en un mundo regido por la economía, se puede recordar el caso de una ciudad costera en Filipinas, en donde desapareció todo el pescado de las granjas de acuicultura por culpa de una reducción de oxígeno, lo que costó 10 millones de euros. Además, los arrecifes de coral, que proporcionan una fuente de ingresos por turismo muy importante en ciertas zonas, también pueden desaparecer, entre otras causas, por este fenómeno.

Los autores del estudio señalan varias vías de ataque al problema.

La primera sería atacar las causas: contaminación y cambio climático. Para ello es imprescindible reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. También señalan la eliminación de vertidos de metales pesados como el mercurio. Entre los detalles a tener en cuenta está también la creación de mejores sistemas de tratamientos de aguas residuales, algo que beneficia directamente a la salud de las personas.

La segunda vía sería cuidar de la vida marina vulnerable, creando áreas protegidas en donde esté prohibida la pesca y adonde puedan escapar los animales cuando el oxígeno disminuye.

Además, proponen que se vigilen los niveles de oxígeno disuelto en todo el mundo, especialmente en los países en vías de desarrollo, para así poder hacer un seguimiento adecuado del problema a lo largo del tiempo. Con ello se podrán alimentar los modelos numéricos, hacer mejores estudios y tomar medidas más efectivas.

Como punto positivo de que sí se puede arreglar el problema, Breitburg menciona el caso del bahía de Chesapeake, que se está recuperando gracias las medias políticas dictadas en la Clean Air Act. Las medidas adoptadas en la región han permitido reducir la contaminación por nitratos en un 24% desde que se construyeron nuevas plantas de tratamiento de aguas residuales y se realizaron mejoras en las prácticas de abonado de cultivos. Aunque persisten áreas con niveles bajos en oxígeno, las áreas con cero oxígeno ya casi han desaparecido.

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Fuentes y referencias:
Artículo original.

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2 Comentarios

  1. Miguel Ángel:

    Que si baja el oxígeno, que si sube la temperatura, que si baja el pH, que si desaparece el coral, que si pescamos mucho más de la cuenta…TOTAL= que los recursos pesqueros ya se habrán agotado para el año 2050 (extinción incluida de especies de tiburones, peces espada, atunes, etc), como ya señalan todas las previsiones.
    Las previsiones también dicen que para entonces seremos más de 8.000 millones consumiendo, de modo directo e indirecto, un tercio de toda la fotosíntesis que se produce en el planeta. O sea, la receta perfecta para el gran pedo de Gaia…que es lo que nos espera, si seguimos en la misma inercia.

  2. tomás:

    Es lo que no hace mucho nos decía Neo: que estamos ya, de lleno, metidos en la extinción por nosotros mismos provocada y -no sé si lo añado yo- que la marcha atrás es prácticamente imposible, porque prima la economicidad en todas nuestras acciones. O sea, que nos preguntamos, por ejemplo: ¿cuanto costaría limpiar los mares?, aunque veamos que es preciso, absolutamente necesario, que recuperen su vitalidad a cualquier coste. Pues no: es preciso crecer, es impensable no prometer desarrollo -claro que siempre sostenible-. Es para reírse mientras se tiembla.

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