Anillos de crecimiento y huracanes
Proponen utilizar el contenido isotópico en oxígeno presente en los anillos de crecimiento anual del tronco de los árboles como indicador de la frecuencia de huracanes siglos atrás.
¿Cómo saber si efectivamente estamos dentro un cambio climático, sea éste natural o artificial? Se ha propuesto que la frecuencia e intensidad de los huracanes ha aumentado recientemente debido al cambio climático ocasionado por el efecto invernadero. Este calentamiento global calentaría más las aguas superficiales oceánicas y eso produciría mayor número de huracanes. Para disipar las dudas lo lógico es comparar el clima que tenemos ahora con el clima que hubo en el pasado. Para ello lo ideal es poseer un registro histórico con anotaciones de meteorólogos sobre muchos parámetros, como presión, temperatura, humedad, frecuencia de fenómenos como los huracanes, etc. El registro será mejor cuanto más extendido en el tiempo sea. De este modo si vemos un cambio estadísticamente significativo en comparación con las medidas tomadas en la actualidad podremos afirmar que hay un cambio.
Lo malo es que sólo recientemente, en el pasado siglo XX, se han tomado esos datos, por lo que el registro fiable de frecuencia de huracanes se extiende a sólo 60 años en el pasado. El periodo de tiempo sobre el cual aplicar una teoría es por tanto muy corto, y una eventual fluctuación podría pasar como un cambio climático aunque no lo sea. Necesitamos por tanto un registro mayor y quizás la naturaleza ya haya registrado de algún modo los datos que necesitamos. En el pasado se utilizaron para este fin las capas de arena depositadas en tiempos históricos por los fuertes vientos huracanados en los distintos estratos del terreno.
Ahora Claudia Mora de University of Tennesseeh ha conseguido validar otro sistema natural como fuente de información de registro climatológico del pasado: los anillos de crecimiento del tronco de los árboles. Al parecer a partir de estos anillos es posible saber la frecuencia de huracanes que ha habido en la región atlántica durante los últimos 220 años como mínimo.
Esto podría despejar las dudas que algunos expertos tienen sobre el posible aumento del número de huracanes debido al cambio climático.
En árboles vivos de regiones templadas sólo es necesario contar los anillos para saber el año en el que se formaron. Sólo hay que empezar a contar a partir del más exterior que es el corresponde al año actual. Eso sucede porque la parada de crecimiento estacional del invierno queda registrada como una discontinuidad en el patrón de crecimiento de la madera del tronco.
Para los árboles ya muertos se puede saber el año en el que un anillo se formó porque hay pequeñas variaciones sobre las precipitaciones, la temperatura o la irradiación solar que los hace crecer. Un año favorable producirá anillos gruesos en todos los árboles de una región y un año desfavorable producirá anillos estrechos. Se puede entonces establecer un patrón general extrapolando el grosor de los anillos de unas muestras a otras.
La profesora Mora ha estudiado árboles longevos de madera blanda a lo largo de la costa de EEUU, del Golfo de México y de la costa atlántica.
Los átomos de cada elemento presentan diferentes isótopos, que aunque tienen las mismas propiedades químicas, presentan pequeñas diferencias físicas debido a su diferente peso atómico
Durante las grandes tormentas tropicales el vapor de agua contiene varios isótopos oxígeno, pero cuando se condensa y precipita sobre el suelo está más enriquecido en oxígeno 18 (por ser más pesado). Éste agua enriquecida permanece en el terreno durante un tiempo. Los árboles al absorber el agua lo incorporan en sus tejidos, incluidos los anillos de la madera, formando parte de la celulosa.
Por tanto la cantidad de oxígeno 18 variarán de un año a otro, o lo que es lo mismo, de un anillo a otro dependiendo de la cantidad de huracanes. Contando los anillos se obtiene el año de crecimiento de cada anillo y al final tenemos un registro que nos relaciona el año y la cantidad de huracanes. No se puede distinguir a las tormentas tropicales individualmente o sus intensidades, sino un promedio anual de todas ellas. Esta técnica no proporciona mucha información sobre la estimación de la intensidad de las tormentas, sólo de su frecuencia. Pero esto ya es mucho, y suficiente para contrastar algunos modelos climáticos.
Este equipo de investigadores ha reconstruido la actividad de huracanes en los últimos 220 años alrededor del área de Georgia con éxito.
En el futuro esperan expandir este registro hasta los 500 o 600 años mediante el análisis de árboles más viejos. Otros expertos han juzgado este resultado de muy interesante.
Referencias:
University of Tennessee.
Resumen en PNAS.
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