NeoFronteras

Mejoras en el robot-abeja

Área: Tecnología — domingo, 30 de junio de 2019

Un insecto-drone vuela como una abeja alimentado por células solares.

Foto

En el sexto y último episodio de la tercera temporada de la serie de ciencia ficción distópica británica Black Mirror aparecen unos dispositivos mecánicos autónomos con forma de abeja que, debido al colapso y extinción de las verdaderas abejas, han sido creados artificialmente para ejercer su función.

El ficticio gobierno de la trama diseñó las ADI (Autonomous Drone Insect) con el propósito secreto de su utilización para tareas de vigilancia. Además, cuentan con un sistema de reconocimiento facial tan sofisticado que no les permite errar su objetivo.

El hackeo de este sistema hace que enjambres de estos drones sean la causa del asesinato o intento de asesinato de varias personas relacionadas con las redes sociales.

Parece sacado de la ficción científica, pero, después de décadas de trabajo, un grupo de investigadores de la Universidad de Harvard ya dispone de un robobee (abeja robot) capaz de mantener el vuelo sustentado sin necesidad de una cable que lo alimente de corriente. Para ello se vale de unas células fotovoltaicas.

Entre las mejoras del diseño recientemente introducidas está, además, la introducción de un segundo par de alas, así como cambios menos visibles, como cambios en los actuadores, la ratio de transmisión, etc. Todos estos cambios han hecho que sea más eficiente. Aunque, de momento, el robobee no tiene sistema de dirección y control abordo.

En el primer vuelo de prueba encendieron las luces halógenas y el robobee fue hacia la luz. Al apagar la luz el robot cayó hasta que el arnés de seguridad de kevlar lo sujetó, pues no tiene batería que lo alimente en la oscuridad. La velocidad y agilidad con que lo hizo su primer despegue sorprendió a los investigadores. La prueba sólo duró un par de segundos y fue grabada con una cámara de alta velocidad para un posterior análisis del vuelo.

Este insecto-dron es el más pequeño que existe y es el único que no necesita de un cordón umbilical de alimentación.

Es tan pequeño que alcanzar un equilibrio entre el uso de baterías, su autonomía y su peso es muy complicado. Las baterías comerciales disponibles son demasiado pesadas para él, por esta razón se han decantado, de momento, por el uso de células fotovoltaicas de alta eficiencia y ligeras. Además, el equipo de investigadores han desarrollado circuitería de muy bajo peso.

Las alas se mueven gracias a unos músculos artificiales basados en actuadores piezoeléctricos y el par extra de alas dota al dron de mayor sustentación con la misma alimentación.

De momento no puede volar alimentado con la luz solar porque necesita tres veces más intensidad de luz que lo que el Sol proporciona. La iluminación se realiza con halógenos. Las células solares se sitúan a 3 cm del cuerpo principal para así impedir que interfieran con las alas.

En total la versión actual pesa 259 miligramos y usa 120 milivatios de potencia, que es menos de cuarta parte de lo que necesitaría un solo LED decorativo del árbol de Navidad

Los investigadores esperan mejorar aún más el diseño hasta que pueda funcionar en el exterior durante un tiempo mucho mayor.

Los avances que se logren en el desarrollo de este dispositivo se podrían aplicar en otros campos como dispositivos quirúrgicos mínimamente invasivos, sensores para ropa, sistemas de comunicación, etc.

Este tipo de drones se podrían utilizar en forma de enjambre para buscar víctimas bajo los escombros tras un derrumbe, por ejemplo. Aunque seguro que los militares se les pueden ocurrir muchas ideas no tan positivas.

Copyleft: atribuir con enlace a htpps://neofronteras.com

Fuentes y referencias:
Artículo original.
Foto: Noah T. Jafferis y E. Farrell Helbling, Harvard Microrobotics Laboratory.

Salvo que se exprese lo contrario esta obra está bajo una licencia Creative Commons.
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5 Comentarios

  1. Dr.Thriller:

    Ni hace falta ser militar. Ya se le ocurrió a Stanisław Lem hace más de medio siglo. Enjambres en el borde de lo microscópico creando una pantalla metálica que interrumpe toda comunicación EM. Y que pueden ser usados para inducir corrientes (EM). Es algo que un bicho orgánico no puede hacer, aunque esté cyborgizado.

    Dicho sea de paso y sin venir a cuento con el artículo, las nuevas redes 5G operan en el mismo rango de frecuencias que la usada por los satélites meteorológicos para escanear la humedad y sus flujos, se espera que las interferencias causen la inoperatividad de éstos. A veces me pregunto si las redes GSM contribuyen al calentamiento global, obviamente no por energía bruta disipada, sino a través de algún efecto catalítico.

  2. Miguel Ángel:

    El invento hay que celebrarlo como otra herramienta que vamos mejorando, lo que podemos juzgar es el uso que hagamos de ella: si la idea es sustituir a las abejas, yo pondría una foto de estos drones en la Enciclopedia al lado de la de la cara-estatua del emperador romano Constantino (o una de los últimos moais de Pascua), como muestra de lo que llegan a hacer las civilizaciones cuando ya están próximas al colapso final.
    Queda por saber el precio que tendrían estos prototipos y supongo que habrá que mejorar también la precisión para poder volar con algo de viento.

  3. tomás:

    Me parecen más acertados los moáis, aunque siendo de piedra, les resultaría difícil volar. Pienso que sí, que, lamentablemente, tienes razón. Quizá consigamos que esas minimeces se reproduzcan: la autopoiesis de Maturana que fascina a RicardM. ¡Hacia la extinción por el éxito!

  4. Manuel Baselga:

    Lo que cuenta Dr. Thriller me recuerda a otro relato fantástico en esa misma línea de Lem, uno de mis autores favoritos, donde las «menses», una especie de nanoseres benéficos creados para proteger a la especie humana, impregnaban los hábitats para hacerlos no letales para las personas y curar automáticamente sus dolencias imbricándose dentro de sus cuerpos y de la materia circundante. No podías ni matarte de un golpe porque las menses detectaban tu cráneo al acercarse a la roca y ablandaban la materia automáticamente para acolcharla. En ese mundo, al haber desaparecido la muerte y la enfermedad gracias a las menses, la gente acababa buscando activamente zonas no cubiertas por esa tecnología para volver a experimentar el dolor, la enfermedad o incluso la muerte.

    Volviendo a estas roboabejas, aunque el logro técnico es encomiable, no me parece muy acertada la elección de la fotovoltaica como fuente de energía para una aplicación así. Yo investigaría una fuente química tipo glucosa, como la de las abejas de verdad, que tiene más energía por unidad de peso. En ese tamaño, con células solares apenas consigues unos milivatios, y en cuanto se te desorienten las placas de la luz o aparezca una sombra, el robobicho se va al suelo.

  5. Miguel Ángel:

    …Y en esas mismas zonas, lupanares con colchones de clavos donde prestan sus servicios las amas más perversas. Monsieur Manuel Baselga, magnifique!!

    Un fuerte abrazo.

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