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Selvas modernas e impacto de Chicxulub

Área: Medio ambiente,Paleontología — lunes, 5 de abril de 2021

Las selvas tropicales de hoy en día surgieron debido al enorme impacto de un asteroide que marcó el final del Cretácico.

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Como ya todos sabemos, un impacto de meteorito hace unos 66 millones de años sobre la península de Yucatán, en lo que ahora es México, terminó con la era de los dinosaurios. Al parecer, según un estudio, también cambió el tipo de vegetación que había en las selvas a partir de ese momento.

Antes de que se diera el evento, las selvas tropicales de América del Sur estaban formadas por una vegetación muy diferente a la abundancia de plantas con flores que ahora contienen. El bosque de entonces tendría un dosel abierto con muchos helechos, muchas coníferas, por su puesto, dinosaurios. El que podemos ver ahora es el producto de la evolución operando en los 66 millones de años transcurridos desde entonces.

Carlos Jaramillo (Instituto Smithsonian) y sus colaboradores han analizado miles de muestras de polen y hojas fosilizadas encontradas en el norte de América del Sur que datan de la parte del período Cretácico justo antes del impacto del asteroide y justo después del impacto, en la época posterior.

Han descubierto que la diversidad de plantas disminuyó en un 45 por ciento después del impacto y se necesitó de 6 millones de años para la recuperación. Las mordeduras de insectos en hojas fosilizadas mostraron que la diversidad de insectos también se desplomó tras el impacto.

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Las selvas tropicales de América del Sur cambiaron tras la catástrofe. La mayoría de las coníferas y helechos desaparecieron. Entonces, las selvas tropicales quedaron dominadas por las plantas con flores (angiospermas). Una masa boscosa que dejaba pasar la luz dio paso a un dosel grueso que sólo permitía que un poco de luz llegara al suelo.

«Creo que la lección número uno aquí es la imprevisibilidad. Cuando tienes estas perturbaciones importantes, cambian las reglas de todo el ecosistema», dice Ellen Currano (Universidad de Wyoming). Con ello esta investigadora parece evocar la metáfora de la película de la vida que describía Stephen Jay Gould. Según él, si esta película se rebobinara y se proyectara de nuevo, los acontecimientos serían otros y la historia de la vida diferente. Gould también recalcó el hecho fortuito del impacto de hace 66 millones de años sobre la vida terrestre y de cómo algo inesperado puede cambiar por completo la narración de la vida en la Tierra.

Jaramillo y sus colegas sugieren que hay varias razones por las que el asteroide puede haber causado este gran cambio. Por un lado, el impacto probablemente mató a la mayoría de los grandes dinosaurios herbívoros que alguna vez pisotearon y se comieron los niveles más bajos de los bosques. Además, la ceniza que se depositó en el cielo después del impacto pudo haber servido como fertilizante, creando un suelo rico en nutrientes que favoreció a las angiospermas de rápido crecimiento frente a las otras plantas. Las plantas con flores también parecen haber sido más diversas ecológicamente antes del impacto, lo que habría facilitado que algunas de ellas se recuperaran más fácilmente después del mismo.

«Nos encanta la forma en que terminó siendo este bosque, increíblemente diverso y estructuralmente complejo, pero en este momento estamos viviendo una extinción masiva causada por los humanos y, nuevamente, ecosistemas enteros están tomando un camino diferente», dice Bonnie Jacobs (Universidad Metodista del Sur en Texas). «En el caso de la selva tropical, es posible que nos guste el producto final, pero no todos los animales que estaban vivos en el Cretácico», añade. Aunque Jacobs parece olvidar los 6 millones de años que se necesitaron para la recuperación, algo muy alejado de la escala humana.

Según Jaramillo, si comprendemos cómo este evento dio forma a las selvas tropicales, puede que nos ayude a poner en perspectiva cómo estos puntos críticos de biodiversidad están reaccionando frente la deforestación en la actualidad y cuánto tiempo podrían tardar en recuperarse.

«En algunos de los lugares que estudiamos, pude ver frente a mis ojos cómo este bosque, que ha tardado 66 millones de años en construirse, desapareció en un día. La tasa de deforestación es asombrosa», añade. «Sabemos por este estudio que se necesita mucho tiempo para reconstruir estos bosques diversos. No se puede talar el bosque y pensar, ‘Oh, mañana plantaré más árboles'».

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Fuentes y referencias:
Artículo original.
Fotos: NeoFronteras.

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3 Comentarios

  1. tomás:

    La última frase del artículo se parece a una de mis formas preferidas de predecir el resultado de una situación: llevarla al límite. Así puedo preguntarme qué sucedería si, en un día fuésemos capaces de talar toda la selva amazónica y cubrirla de plantones en su totalidad. Pues que la lluvia permanente que, por inercia, podría durar uno o dos días, ya que su humedad ha de llegar del Atlántico con el viento del sureste, más la evaporación desde la misma selva que habría dejado de producirse -la más importante, que forma un ciclo cerrado desde la selva a las alturas, para volver a caer y otra vez evaporarse- arrasaría los nutrientes del suelo y, por tanto los plantones no podrían alimentarse, por lo que morirían. O sea que nos habríamos quedado con un páramo en vez de la selva más importante del mundo.
    Saludos.

  2. tomás:

    Soy un buen aficionado al cine y cuando vuelvo a ver una película, a veces descubro cosas que se me habían pasado por alto o había olvidado. Esa peli, ha sido realmente rebobinada y vuelta a proyectar y, con seguridad, por encima de mi memoria, nada ha cambiado en ella.
    No puedo estar de acuerdo con el admirable Jan Gould porque creo que en su filmación recoge lo parcial del acontecimiento inicial; como mucho todo el planeta, pero no todo el universo.

  3. tomás:

    Además -y sé la admiración que Miguel (también yo) siente por Gould- no se puede deducir el resultado de algo imposible de plantear. A la famosa frase sobre el rebobinar, no puedo concederle ningún crédito. No se aleja demasiado de «dadme un punto de apoyo y moveré el mundo». En ambos casos hablamos de imposibles. ¿Tiene sentido preguntarse qué sucedería si dos fuese igual a veintitrés? No; pues lo mismo.
    Pasa igual con ciertas preguntas sin respuesta posible. Por preguntar, podemos preguntarnos cualquier cosa, pero no existe respuesta.
    ¿De donde venimos? Podemos contestar describiendo el proceso de la concepción, pero no es lo que nos preguntan. Simplemente contestamos con el cómo.
    ¿A donde vamos? Es parecida. Siempre hacia la muerte, pero me temo que esa respuesta no resulta suficiente.
    ¿Por qué hay algo en vez de nada? Tampoco tiene respuesta posible, aunque podemos explicar la consecuencia de que si no hubiese algo no podríamos hacernos tal pregunta, pero nada más.
    En fin…

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