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Propuesta de sistema alimentario sostenible

Área: Medio ambiente — lunes, 23 de mayo de 2022

Cómo evitar comerse el mundo: del decrecimiento a una transformación sostenible del sistema alimentario.

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El ser humano parece creer que se puede crecer exponencialmente sobre recursos finitos, algo que es matemáticamente imposible. Hemos ya topado contra los límites geológicos, demográficos, ecológicos y climáticos del mundo. Desde hace un tiempo venimos escuchando argumentos a favor del crecimiento sostenible, pero otros sostienen que no hay crecimiento que sea sostenible. Los defensores del decrecimiento han argumentado durante mucho tiempo que el crecimiento económico es perjudicial para el medio ambiente.

Podríamos pensar que las emisiones de dióxido de carbono están ligadas solamente a las quema de combustibles fósiles para producir energía, pero no es cierto. La forma en que producimos alimentos y gestionamos nuestras tierras de cultivo son responsables de hasta un tercio de las emisiones globales de gases de efecto invernadero a lo largo de toda la cadena de suministro.

Ahora, unos científicos muestran que solamente frenar el crecimiento no haría que el sistema alimentario fuera sostenible, pero cambiar lo que comemos y poner un precio al carbono sí lo haría. En un primer momento, un grupo dirigido por el Instituto Potsdam utilizó un modelo cuantitativo de sistemas alimentarios y terrestres para medir los efectos de las propuestas de decrecimiento y eficiencia en las emisiones de gases de efecto invernadero del sector alimentario.

En su estudio publicado en Nature Food, este grupo de investigación encuentra que la combinación de un cambio en la dieta, el precio de las emisiones y las transferencias internacionales de ingresos podría hacer que el sistema alimentario mundial fuera neutro en emisiones para fines del siglo XXI, proporcionando al mismo tiempo una nutrición más saludable para una creciente población mundial.

«Simplemente reducir el tamaño de nuestro sistema alimentario actual no reducirá mucho las emisiones. En cambio, necesitamos transformar la naturaleza misma de ese sistema alimentario global», dice Benjamin Bodirsky (Potsdam y el Centro Mundial de Vegetales en Tainan, Taiwán).

«Eso significa, por un lado, que las personas consuman lo que necesitan en términos de requisitos nutricionales, reduzcan el desperdicio de alimentos y lleven una dieta más equilibrada, con muchas más verduras y menos productos animales. Por otro lado, una transformación cualitativa significa más eficiencia y exige producir alimentos de una manera menos contaminante, que incluye, entre otras cosas, dosificar más inteligentemente los fertilizantes o plantar cultivos de mayor rendimiento. Además, el precio del carbono podría ayudar a orientar a los agricultores hacia prácticas agrícolas de bajas emisiones, porque emitir menos significa pagar menos. En conjunto, esto podría reducir las emisiones de gases de efecto invernadero», añade.

«Así que observamos cómo se vería este sistema en un mundo hipotético de decrecimiento. Sobre la base de una revisión de las propuestas de decrecimiento, creamos un conjunto de escenarios de alimentación mediante simulación de los sistemas alimentarios y terrestres para explorar su efecto sobre los alimentos. Dimos un paso atrás en los acalorados debates normativos sobre el decrecimiento. Lo que descubrimos es que el sistema alimentario actual es básicamente insostenible para cualquier sociedad, independientemente de las tasas de crecimiento económico», explica David Chen (Instituto Potsdam).

Las simulaciones muestran que simplemente frenar el crecimiento en los países ricos no generaría beneficios de sostenibilidad considerables en el sistema alimentario. Las transferencias financieras de países de ingresos más altos a países de ingresos más bajos dentro del paradigma de desarrollo actual pueden incluso aumentar las emisiones. Esto se debe a que los cambios en la dieta intensiva en carbono hacia los productos animales y los alimentos procesados son más pronunciados cuando los países pasan de ingresos bajos a medios.

Sin embargo, cuando los científicos incluyeron cambios en el consumo y ganancias de eficiencia incentivadas por una tasa sobre el carbono, los resultados mostraron un mejor resultado nutricional para todos los consumidores, menores emisiones de gases de efecto invernadero y, en consecuencia, también menos actividad económica en la agricultura requerida para la producción de alimentos.

«Para el sector alimentario, podemos decir que un cierto grado de decrecimiento sería el resultado de la transformación sostenible, no el punto de partida. Entonces, básicamente, esto no se trata de menos, sino de un crecimiento diferente», dice Hermann Lotze-Campen (Instituto de Potsdam).

Es importante destacar que una transformación sostenible del sistema alimentario que tenga en cuenta todos los costos para el medio ambiente implicaría un ligero aumento en los precios de los alimentos, que se sentiría especialmente entre los pobres, según muestran los científicos.

Por lo tanto, cualquier transformación debe ir acompañada de una combinación de políticas bien pensada con esquemas de impuestos inteligentes, compensación social por el precio del CO2 y transferencias internacionales. Además, se necesita hacer que la agricultura sea más respetuosa con el clima, por ejemplo, mediante el control de los flujos de nitrógeno en las tierras de cultivo. Y esto requiere inversión. Sin embargo, es probable que estos costos se compensen con la restauración de los servicios de los ecosistemas.

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Fuentes y referencias:
Artículo original.
Ilustración: CC dominio público.

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7 Comentarios

  1. tomás:

    Es que ni siquiera es posible crecer ni siquiera linealmente, cuanto menos exponencialmente, en un mundo limitado. El que se haga exponencialmente es un agravante que nos aboca más rápidamente hacia lo imposible. Y el imposible es la continuidad de nuestra sociedad en los términos actuales. Por aquí tengo un par de libros que aquellos que no piensan en profundidad, por ejemplo los que creen que la ciencia y la tecnología lograrán superarlo todo, tildarán de ridículos: «La apuesta por el decrecimiento», de Serge Latouche, y «La economía del bien común», de Christian Felber. Ambos muy interesantes. El grave problema es que hay que modificar nuestra mentalidad, además de terminar con el capitalismo triunfante de sociedades anónimas y más poderoso que cualquier nación, porque está dentro de ella y domina su sociedad. Lo hace con la publicidad -especialmente en TV-, con las religiones, con la corrupción de los partidos políticos, con la presión de los lobbies y, por supuesto, manejando la ambición de las personas que formamos la sociedad. Va a ser muy difícil, si no imposible, que salgamos de esta.

  2. Eduardo:

    Parece bastante claro que no tenemos (en el conjunto humano) la suficiente inteligencia racional, para comportarnos de forma responsable y respetuosa, respecto a la preservación de la vida, sea humana o no, y planeta. En ese sentido somos los “inteligentes” más burros de aquí.
    También parecen bastante claros, los signos de agotamiento y respuesta catastrófica del planeta.
    Por otro lado, como humanos, hemos pasado por varias situaciones muy adversas y críticas. Sin duda superándolas, mediante nuestra poderosa capacidad de adaptación.
    Personalmente creo que si no es por las “buenas” (modificando racionalmente nuestra conducta actual). La naturaleza nos obligará a modificarnos (fisiológica y racionalmente) con su fuerza bruta. Lo que implica en una selección muy intensa y masiva, sin descartar la posibilidad de extinción total. En el caso de que no consigamos acompañar las mudanzas en el medio ambiente.
    Me parece que, la cincia-tecnologia, tiene un gran papel a desempeñar en este reto de adaptación. (tanto en el aspecto material, como de comportamiento) Queda la duda si lo conseguirá, usando su potencial, debido a la escasez de tiempo de que disponemos.

  3. tomás:

    Es que uno de los grandes problemas resulta ser la definición de PIB, que conlleva el considerar crecimiento y decrecimiento. Si comemos productos saludables, es decir, más naturales -menos procesados-, resulta que si se procesan, se les añade valor económico -contribuyendo al aumento del PIB-, pero se les está restando valor saludable, lo que redunda en una población más enferma. Pero la labor de mejorar a los enfermos por la mala alimentación, también aumenta el PIB. Consecuencia: enfermar a la población aumenta el PIB. ¡Jo!

  4. Miguel Ángel:

    Muy buenos comentarios. Si la población no deja de aumentar no habrá alimentación sostenible que valga, ni siquiera a base de grillos, medusas en polvo y soylent green.

  5. tomás:

    Claro, Miguel, la población no deja de aumentar. Como estamos aumentando a razón de unos 8 millones cada mes, como diferencia entre nacimientos y muertes, más o menos, en unos 40 días habremos llegado a los ocho mil millones. Creo recordar que ya anuncié que esto sucedería en agosto.

  6. petrus:

    La tierra se agota. Si un año tras otro cultivo una parcela y extraigo de ella una tonelada de nutrientes, químicos, nitratos, fosfatos, etc, o los repongo o llegaré a tener una parcela improductiva. Y si los repongo desde minas finitas, tarde o temprano de agotarán también. Solo devolviendo a la tierra lo que se le quita, de manera ecológicamente sostenible, se podrá sobrevivir. Nuestros abuelos lo tenían asumido. Cada carga de grano y paja que llegaba a casa se devolvía a la finca en forma de abono animal, estiércol. Y si era fruta o comida humana, ocurría lo mismo. Hoy podemos comprar estiércol reducido a gránulos a precios industriales, pero el gran montante de comida humana que acaba en las aguas fecales, en las depuradoras urbanas, no es devuelto a la tierra sistemáticamente. Es más, sospecho que termina mayormente en los ríos y el mar, donde sirve para todo menos para reanimar las tierras esquilmadas y biológicamente desiertas…
    Mi consejo resumen: váyanse a la huerta y déjenlo allí, y bien compostado, la tierra se lo agradecerá, y las habas vendrán el año que viene más verdes y más nutritivas. Escatológicamente gracioso, pero cierto.

  7. tomás:

    Sé, amigo «petrus», que eres un experto el en campo y sé que tienes razón en cuanto dices. Tus consejos finales, me recuerdan a Azarías, el personaje de Delibes, aunque este dejaba que el sol y el aire hiciesen el compost, a no ser que las moscas, escarabajos y otros bichejos acabasen antes el banquete que sus deposiciones les ofrecían. Insisto en la barbaridad de la población, porque imagina la hermosa finca de los terratenientes estuviese poblada de un montón de Azarías, Pacos, guardas y demás -sin olvidar el ganado- que no sabría decirte, pero, por la cola que se forma en la peli cuando la marquesa entrega las monedas, si les añadimos sus familias, habrían de pasar de doscientos, sin cuarto de baño, naturalmente. Si la acción sucedía más que avanzada la mitad del siglo XX, la población, que ahora se ha duplicado, como mínimo, imagina cómo pondrían la finca, esos más de cuatrocientos, como poco, salvo emigración a las ciudades. Pero como tú haces de la finca un símil del mundo, no tendrían donde ir.
    Bueno, son consideraciones mías inspiradas por tu comentario. Un abrazo.

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