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¿Juegan los abejorros con bolas?

Área: Etología — martes, 22 de noviembre de 2022

Encuentran un comportamiento en abejorros que es interpretado como juego.

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Mucha de la investigación científica versa sobre cosas que puedan tener aplicación tecnológica. Otras veces esa supuesta aplicación está muy lejos, o demasiado cercana, como cuando se habla de extinciones masivas.
Otro tipo de investigación nos habla de la esencia de lo que es ser humano, o lo que es un ser inteligente o con emociones. Hemos podido comprobar a lo largo de las últimas décadas que ciertas cualidades, que creíamos que eran exclusivamente humanas, están presentes en otros animales superiores, pero excluimos a los insectos de estas comparativas porque solemos pensar que son tan diferentes que carecen de comportamientos sofisticados.

La capacidad de jugar es algo que otorgamos a las aves y a otros mamíferos.
En los animales superiores, el juego ayuda al desarrollo del cerebro. De este modo, los cachorros fingen pelearse para aprender habilidades sociales y los delfines y las ballenas saltan y giran incluso sin depredadores alrededor.

Según una nueva investigación publicada en Animal Behavior, los abejorros juegan. Es la primera vez que se muestra el comportamiento de juego con objetos en un insecto, lo que se suma al creciente cuerpo de pruebas que indican que los abejorros pueden experimentar «sentimientos» positivos.

El equipo de investigadores realizó numerosos experimentos para probar su hipótesis, que mostró que los abejorros se esforzaron por hacer rodar bolas de madera repetidamente a pesar de que no había ningún incentivo aparente para hacerlo.

Según los investigadores, el hallazgo respaldan los indicios de que las abejorros experimentan placer, destacando la importancia de protegerles en la Naturaleza y tratarlos bien cuando están en colmenas.

Samadi Galpayage (Universidad Queen Mary, Londres) instaló un habitáculo para abejorros. En un extremo estaba la colmena, que tenía una sola entrada a un centro de recreo. El otro extremo de la sala de recreo estaba conectado a un suministro de polen y agua azucarada, que es todo lo que puede pedir un abejorro para comer.

El centro de recreo fue en donde se llevó a cabo el experimento. Esta habitación tenía dos áreas de juego a cada lado, cada una con bolas de madera que eran un poco más grandes que una abeja.

El estudio siguió a 45 abejorros en un escenario en el que les dio la opción de caminar por un camino sin obstáculos para llegar a un área de alimentación o desviarse de este camino hacia un área con bolas de madera coloradas.

En el primer experimento inmovilizaron las bolas de un lado. Para llegar a la comida, los abejorros tenían que caminar a través de la sala de recreo y más allá de las áreas de pelotas. Claramente prefirieron el lado con las pelotas que rodaban, entrando en él un 50 % más de veces, en promedio. Los abejorros individuales rodaron bolas entre 1 o 2 veces y, sorprendentemente, 117 veces durante el experimento. Eso sugiere que a los abejorros les gusta el movimiento, no solo los objetos redondos. La repetición indicaría que los abejorros disfrutaban de la actividad, que les era gratificante hacer rodar la pelota.

El estudio también encontró que los abejorros más jóvenes hacían rodar más bolas que los abejorros más viejos, reflejando el comportamiento humano de los niños y otros mamíferos y aves en los que los más juguetones son los más jóvenes. También encontraron que las abejorros macho las hacían rodar durante más tiempo que sus contrapartes femeninas.

Los investigadores creen que los cerebros en desarrollo de los abejorros jóvenes podrían beneficiarse de la experiencia al fortalecer las conexiones neuronales involucradas en la coordinación muscular, por ejemplo. El cerebro del abejorro también es más capaz de formar nuevas conexiones neuronales tempranas en la vida, antes de que las obreras abandonen el nido para comenzar a buscar alimento.

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Todo esto fue respaldado por un experimento adicional en el que otros 42 abejorros tuvieron acceso a dos cámaras de colores, una que siempre contenía bolas móviles y otra sin ningún objeto.

Al igual que el diseño anterior, los abejorros que salían de la colmena y pasaban por una cámara para llegar al alimento. Durante los primeros 20 minutos, la cámara estaba coloreada de amarillo y contenía las bolas de madera. Luego, se intercambió en una cámara azul sin bolas. Se alternó las cámaras de colores seis veces, entrenando a las abejorros para que asociaran el color amarillo con la presencia de bolas. Finalmente, se les dio a las abejorros la opción de entrar en un pasillo amarillo o azul sin bolas a la vista.

Las abejorros preferían el amarillo, aproximadamente un tercio más lo eligió, presumiblemente porque lo asociaban con el placentero deporte de hacer rodar una pelota. Cuando el equipo invirtió los colores y repitió el experimento, obtuvieron resultados similares.

La configuración de los experimentos eliminó cualquier noción de que los abejorros estuvieran moviendo las bolas para un propósito mayor que no fuera el juego. Hacer rodar las bolas no contribuyó a las estrategias de supervivencia, como obtener comida, limpiar el desorden o aparearse y se realizó en condiciones libres de estrés.

La idea para esta investigación proviene de experimentos anteriores del mismo laboratorio que mostraron que se puede enseñar a los abejorros a marcar un gol, haciendo rodar una pelota hacia un objetivo, a cambio de una recompensa de comida azucarada. Durante esos experimentos, el equipo observó que los abejorros hacían rodar pelotas fuera del experimento, sin obtener ninguna recompensa de comida.

La nueva investigación mostró que las abejorros hacían rodar bolas repetidamente sin haber sido entrenadas y sin recibir ningún alimento por hacerlo. Lo hacen de manera voluntaria y espontánea, por lo tanto, sería similar al comportamiento de juego que se ve en animales superiores.

Galpayage dice que sin duda es alucinante y que, a veces es divertido ver a los abejorros mostrar algo parecido al juego. Se acercan y manipulan estos ‘juguetes’ una y otra vez. Esto demuestra, una vez más, que a pesar de su pequeño tamaño y diminutos cerebros, son algo más que pequeños seres robóticos, según él.

Añade que, en realidad, pueden experimentar algún tipo de estado emocional positivo, incluso si es rudimentario, como lo hacen otros animales. «Este tipo de hallazgo tiene implicaciones para nuestra comprensión de la sensibilidad y el bienestar de los insectos y, con suerte, alentará respetemos y protejamos cada vez más la vida en la Tierra», finaliza.

El profesor Lars Chittka (Universidad Queen Mary de Londres) dice que esta investigación proporciona un fuerte apoyo a la idea de que las mentes de los insectos son mucho más sofisticadas de lo que podríamos imaginar. Hay muchos animales que juegan solo por diversión, pero la mayoría de los ejemplos provienen de mamíferos y aves jóvenes.

«Estamos produciendo cantidades cada vez mayores de pruebas que respaldan la necesidad de hacer todo lo posible para proteger a los insectos que están a un millón de millas de las criaturas sin sentido e insensibles que tradicionalmente se cree que son», dice.

Sin embargo, algunos investigadores se preguntan si las bolas podrían estar desencadenando el comportamiento de limpieza que los abejorros usan para eliminar abejorros muertos y otros desechos de sus colmenas, por lo que no se trataría de un juego.

Galpayage ahora está investigando si el rodamiento de bolas mejora la capacidad de los abejorros adultos para recolectar eficientemente el néctar de las flores.

Copyleft: atribuir con enlace a https://neofronteras.com

Fuentes y referencias:
Artículo original.
Esquema: Animal Behaviour (2022). DOI: 10.1016/j.anbehav.2022.08.013
Foto: Samadi Galpayage.

Salvo que se exprese lo contrario esta obra está bajo una licencia Creative Commons.
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12 Comentarios

  1. tomás:

    Supongo que «sentimientos positivos» debe querer decir sentimientos, es decir, -pienso que menos arriesgado- «sensaciones» y por positivo, mucho mejor «estimulantes». En total, mejor y menos pretencioso, sensaciones estimulantes que sentimientos positivos. ¡Qué manía con lo positivo o negativo!

  2. NeoFronteras:

    Básicamente, lo de «sentimiento positivo» sería lo opuesto al miedo y similares. Algo que se hace por disfrute sin obtener una recompensa biológica básica y tampoco para evitar un mal.

  3. tomás:

    No exactamente, admirado Neo, porque el juego les es «gratificante» -que también sería palabra, incluso, más apropiada-. Otra actitud podría ser «indiferente», indicando que no pertenece a su universo circundante, en palabras de Ortega y Gasset (a ninguno los cuales tuve el honor de conocer), y otra algo así como «repelente» que recogería toda situación que les hiciera, por ejemplo, la que citas de evitar un daño, bien por asco -un mal olor-, miedo -la presencia de algún depredador-, etc.
    Es que, cuando tenemos en nuestro idioma tanta abundancia de términos apropiados, me duele que se copie -seguramente del inglés- terminología innecesaria.
    Cordiales saludos.

  4. tomás:

    De todas formas, yendo al meollo del artículo, resulta -como mínimo- curioso. Porque está claro que si un insecto -como la mantis, por ejemplo- percibe a presencia de una víctima, sentirá el deseo de merendársela -atracción-, pero si ve a un camaleón, que se la comería, saldrá volando -huida-. Esto último lo podemos comprobar -yo y casi todos lo habremos hecho- al intentar capturar una -o un saltamontes-. El jugar, como la indiferencia, no sé si son intermedios de estas sensaciones.

  5. Miguel Ángel:

    Las abejas tienen un sistema nervioso central con un millón de neuronas que podemos calificar de bastante grande y también complejo a nivel estructural. Sin embargo, es muy distinto al cerebro de un mamífero en cuanto a estructura: en un mamífero se activan durante el juego regiones especificas, como el núcleo accumbens, la corteza prefrontal, el sistema límbico y la corteza frontal donde el sentimiento se hace consciente.

  6. tomás:

    En efecto, querido Miguel. Y lo que parece curioso es que tengan tantas capacidades con tan relativamente pocas neuronas encerradas en tan pequeño recinto. Dolor, repulsión, atracción y, ahora, juego. Resulta asombroso.

  7. Miguel Ángel:

    Añado reconocimiento de rostros y matemáticas, de sendas noticias que Neo ha publicado.

    Un fuerte abrazo, querido amigo.

  8. tomás:

    Me has dejado, Miguel, pensabundo y meditabajo por tu «sendas noticias» que no recordaba. Pienso que me ronda el Al, y creo que a mi doctora también, porque cada vez que nos vemos, se las apaña para hacerme alguna pregunta sobre números. Lucho a base de intentar recuperar mi anterior capacidad de reconocer rostros por medio del cine, que tanto me gusta e intentar enlazar con sus nombres. No sé si ponerme a hacer crucigramas.
    En fin… Ahora escucho el «Adiós a la vida» por Miguel Fleta. Si quieres oír algo inigualable -ninguno lo ha hecho como él-. Recuerdo una anécdota sobre esto. Cuando acabó, el director de la orquesta le dijo que hacía florituras que no estaban en la partitura. Y Fleta le respondió que como a su público le gustaba que seguiría haciéndolas. No te lo pierdas. Está en YouTube.
    Bueno, me he ido del tema. He leído el reconocimiento de formas por tacto y su correspondencia posterior visual. Gracias.

  9. Miguel Ángel:

    Se quedan con tu cara con tu cara, muy querido Tomás:

    http://neofronteras.com/?p=3015
    http://neofronteras.com/?p=6574

    ¡Ja, ja, ja!

  10. tomás:

    Por Neo-3015 que me aconsejas, veo que las abejas serían fabulosas para distinguir memes.
    Por el Neo-6574, lo he pasado maravillosamente, no solo por el artículo, sino también por la interesante colección de comentarios que se da entre Dr. Thriller -a quien tanto echo de menos-, tú y yo.
    Me gustaría saber si los abejorros tienen esas mismas facultades, ya que su función es muy distinta -aunque quizá más satisfactoria-.

  11. tomás:

    Repaso mi último comentario y veo que, en el primer párrafo, he puesto «memes» donde quería poner «iconos» -de esos que se mandan por was; una sonrisa, un beso, etc.-.
    Es que no domino estas formas de expresión, aunque no me parecen mal, porque sustituyen a frases completas. En cierto modo, las señales de tráfico son iconos, ¿no?

  12. tomás:

    Y vuelvo a corregirme. Debo poner, en vez de «iconos», «emoticonos». ¡¡¡Cuanta ignorancia!!!

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