Consecuencias del tipo de dieta
La hora a la comemos influye en nuestro sobrepeso. Además, una dieta rica en grasas afectaría negativamente al rendimiento físico y mental.
Hay problemas, síndromes o enfermedades que son muy complejas, que tienen muchos factores y causas que las generan y mantienen. A veces son en realidad conjuntos de enfermedades que englobamos bajo el mismo nombre en nuestro afán de simplificar el mundo que nos rodea.
Una de estas condiciones es la obesidad, epidemia que en la actualidad afecta a muchas sociedades, tanto en países desarrollados como en países en vías de desarrollo.
Podemos dividir este problema en dos. En el primer caso se trataría del análisis de las causas que la producen y cómo podemos evitarlas y en el segundo caso las consecuencias que habrá si no lo hacemos.
Sobre las causas que hay detrás de la obesidad se podría hablar muchísimo. Cada semana aparecen varios resultados al respecto y ninguno nos da una receta sencilla y fácil para que adelgacemos. Al binomio comer menos y hacer más ejercicio se le podría añadir muchos otros factores, como los factores genéticos, los factores culturales, los factores psicológicos, los factores publicitarios, el tipo de comida, la sociedad de consumo… Incluso ya se descubrió hace tiempo que basta que en un determinado momento del embarazo se pase hambre, para que el metabolismo de un individuo recuerde su etapa de feto en la que tenía que ahorrar energía y que de adulto sea obeso aunque no coma tanto.
Ahora descubren un factor más que contribuye a la obesidad: comer por la noche cuando deberíamos de estar durmiendo. Ese último bocado de la noche le hará ganar mucho más peso de lo que usted cree, y no digamos si se levanta de la cama y abre el frigorífico para comer algo.
Nuestro ciclo circadiano, que es el reloj natural que poseemos, controla nuestros hábitos de actividad, sueño y comida en relación a los periodos de oscuridad y luz del día. En estudios recientes se ha encontrado que este reloj interno además regula el uso de la energía, lo que sugeriría que el momento del día en el que se come podría alterar el equilibrio entre ingesta calórica y gasto energético.
Un estudio de Northwestern University encuentra que comer en momentos mo adecuados, que en humanos es por la noche, influye negativamente en el aumento de peso. La regulación de la energía por el ciclo circadiano del cuerpo humano puede jugar un papel significativo en este problema. El estudio es de los primeros que demuestra una relación causal entre el momento de ingestión de comida y el aumento de peso.
Fred Turek, uno de los autores, dice que algunos factores por los cuales la gente gana peso están controlados por el ciclo circardiano. Una vigilancia de los momentos del día en los que comemos, y que requeriría por lo tanto un cambio de nuestro comportamiento, podría ser crítico a la hora de controlar la obesidad.
El hallazgo podría tener implicaciones en el desarrollo de estrategias que combatan la obesidad en humanos. Se estima que en todo el mundo hay unos 300 millones obesos.
Deanna M. Arble apunta que uno de los puntos de interés por parte del grupo de investigación es saber las causas por las que los trabajadores tienen a ganar peso. Cree que forzarlos a comer en momentos en los que se entra en conflicto con sus ritmos naturales puede ser una de las causas. Si comer en un momento equivocado del día contribuye al sobrepeso, entonces un horario que les obligue a ello no es la mejor idea.
Según el estudio modificar simplemente los momentos en los que comemos puede influir mucho en la ganancia de peso. Esta es la razón por la cual empezaron a investigar este asunto con una serie de experimentos.
Los experimentos se realizaron con ratones y se prolongaron durante seis semanas en las cuales se les alimentaba con una dieta rica en grasas en un periodo de doce horas. Al grupo de ratones que comían a destiempo se les daba la comida durante el día (los ratones tienen hábitos nocturnos), mientras que los demás ratones comían a sus horas normales durante la noche.
Los investigadores comprobaron que los ratones que eran alimentados durante el tiempo en el que deberían de dormir (por el día) aumentaron su peso de manera significativa, en concreto en un 48% sobre el peso normal. A los ratones a los que se les administró la misma dieta, pero en el otro horario sólo incrementaron su peso en un 20%. Sin embargo, no había diferencia estadística significativa entre ambos grupos en cuanto a la ingesta calórica o gasto energético. Esto es, los que engordaban menos no comían menos o hacían más ejercicio que los otros.
Estos investigadores planean ahora investigar los mecanismos moleculares que están detrás de todo esto.
Este resultado viene acompañado por otro estudio reciente de otro grupo de investigación en el que se pone de manifiesto que una dieta alta en grasas no solamente nos engorda, sino que además puede afectar nuestras habilidades físicas y mentales.
En el estudio, realizado por investigadores de la Universidad de Oxfort, se vio que las habilidades físicas e intelectuales de las ratas de laboratorio declinaban al cabo de sólo nueve días de empezar con una dieta rica en grasas. Esto tendría implicaciones no sólo para aquellos que comen este tipo de alimentos, sino para aquellos atletas en busca de una dieta óptima o para pacientes con desórdenes metabólicos.
Según Andrew Murray los sorprendente es que el cambio observado se dio al poco tiempo de iniciar la dieta rica en grasas. Al cabo de 9 días las ratas corrían un 50% menos distancia que antes de empezar con la dieta.
Ya se sabía sobre las malas consecuencias que tiene mantener una dieta rica en grasas. Tiene malos efectos sobre la ganancia de peso, pero además contribuye a la diabetes y a problemas cardiovasculares entre otros. Además se conocía que estaba asociada con un declive en las habilidades cognitivas a largo plazo. Este estudio pone de relieve que sus consecuencias pueden darse también a corto plazo.
La resistencia física (cuánta distancia se recorre en un ejercicio) depende de cuánto oxígeno se suministre a los músculos y cómo de eficientemente sean nuestros músculos a la hora de liberar energía procedente de la comida. Usar grasa como “combustible” es menos eficiente que usar la glucosa de los carbohidratos, pero hay polémica sobre los cambios metabólicos que introducen las diferentes dietas, sobre todo si una alimentación alta en grasas por un corto periodo puede incrementar el rendimiento físico.
En este estudio a 42 ratas de laboratorio se les alimentó de manera estándar con una dieta baja en grasas (7,5% del total de las calorías procedían de las grasas). Se les midió el rendimiento físico y se les enseñó un ejercicio memorístico en un laberinto. Luego, a la mitad de ellas, se les cambio a una dieta rica en grasas (el 55% de las calorías provenían de las grasas). Entonces se midió tanto el rendimiento físico como cognitivo en ambos grupos y se compararon entre sí.
Al quinto día de empezar con la nueva dieta, las ratas corrían un 30% menos que las del otro grupo de control, y al noveno día un 50% menos. Además se equivocaban más a la hora de encontrar el camino del laberinto, bajando el número de decisiones correctas de 6 a 5 ó 5,5.
Los investigadores encontraron cambios metabólicos en las ratas sometidas a la dieta rica en grasa y altas concentraciones de una proteína. Entre los cambios fisiológicos de este grupo estaba un aumento significativo del corazón al cabo de nueve días, lo que indicaría una mayor necesidad de bombeo de sangre a los músculos por falta de oxígeno.
Comparando con las dietas humanas, la primera con un 7,5% es muy baja en grasas y equivalente a comer como más que muesli, pero la segunda de un 55% es comparable a la que mantienen muchas personas.
El nuevo grupo de investigación que Murray tiene en Cambridge está ahora investigando este mismo tipo de efectos en humanos. Este tipo de estudios podría ser importante tanto para atletas en busca de un mayor rendimiento como para personas con problemas de sobrepeso o resistencia a la insulina.
Así que ya lo sabe, ni coma por la noche ni coma muchas grasas, porque si lo hace estará gordo, torpe y tonto.
Fuentes y referencias:
Nota de prensa.
Artículo original.
Nota de prensa.
Artículo original.
Foto cabecera por lobraumeister (vía Flickr).
Foto posterior por Corie Howell (vía Flickr).
4 Comentarios
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viernes 11 septiembre, 2009 @ 7:28 am
Hola
El artículo está muy interesante, pero es importante que, sobretodo en esta clase de temas, la gente se vaya con pies de plomo. Los resultados obtenidos con animales de laboratorio pueden ser muy ilustradores, pero siempre se debe recordar que se trata de modelos, y que no siempre se pueden extrapolar a los humanos las conclusiones obtenidas con ellos. De momento me vienen a la cabeza la investigación sobre el aumento de tiempo de vida en ratas gracias a la subalimetación, y el problema de la talidomida.
Así que eso de solo comer muesli a partir de mañana, tal vez no sea una buena idea.
Pero el disminuir el consumo de grasas, sí.
Por cierto ¿qué es el muesli?
Que la pasen bien.
Gladia.
viernes 11 septiembre, 2009 @ 6:23 pm
Muy interesante, sobre todo la parte que relaciona el comer de noche con la obesidad. Está claro que el cuerpo por la noche pide descanso, no comer. No se si puede tener alguna relación pero no hace mucho leí sobre una investigación que relacionaba nada más y nada menos que el cáncer de próstata con la luz nocturna artificial, en el sentido de que en los paises donde hay menos oscuridad por la noche existen más casos de esta enfermedad. (Por supuesto no estamos hablando de que en los paises pobres hay menos luz de noche y también menos cáncer de lo que sea, no hablamos de correlacion sino de causalidad). El estudio lo relacionaba (como una posible explicación entre otras) con el hecho de que la luz artificial interfiere con la producción de melatonina, la hormona que marca los ritmos circadianos.
Por si a alguien le interesa este estudio pongo el link :
http://www.sciencedaily.com/releases/2009/02/090203135015.htm
Saludos
viernes 11 septiembre, 2009 @ 8:44 pm
Lo del muesli (cereales de desayuno) es sólo una comparación y no hay que llegar a ese extremo. La obesidad, como se menciona arriba, es un problema o conjunto de problemas muy complejos. Obviamente reducir la ingesta calórica siempre ayuda y los atajos sanos en este sentido no existen.
En cuanto al cáncer de próstata volvemos a lo mismo «el cáncer» es un conjunto muy complejo de enfermedades con factores genéticos, infecciosos y ambientales que lo controlan. En este caso o en el de mama, la mejor hipótesis que los desencadena es la contaminación ambiental de derivados plásticos que remedan o interfieren la función hormonal.
domingo 13 septiembre, 2009 @ 6:16 pm
Es simple: Si comes mas y te mueves menos estarás más gordo. Los gordos son menos sanos en todo sentido para su desempeño del que tendrían de no serlo. Si uno actuase en base a eso no habría problemas pero…
Al menos la investigación sustenta de alguna manera el muy extendido folklore de que cenar mucho y tarde es malo. Eso podría llevar a muchos sin embargo a no cenar lo cual es peor pues el ayuno prolongado (mas de 12h) hace el metabolismo basal más lento y acabas engordando. Tal vez el estudio es relevante para los que trabajan en turnos de noche. Los médicos y las enfermeras suelen hacer «meriendas» en la madrugada que son pesadillas dietéticas.