Sobre el crecimiento de la población mundial
Paul Ehrlich, de Stanford University, habla del problema del crecimiento de la población mundial y de cómo tratar de contenerlo.
El crecimiento global de la población se ha ralentizado significativamente, pero no se ha parado. Para 2050 habrá un 35% más de población en la Tierra que hoy en día. Ya estamos viendo un aumento en la escasez de comida, agua y otros recursos, y el número de hambrientos está creciendo.
Entrar en una discusión acerca de limitar el número de habitantes es entrar en un territorio sensible y controvertido. Quizás esto no es una sorpresa, ya que desde los años sesenta, cuando el crecimiento de población empezó a ser un asunto de preocupación generalizada, la discusión tuvo un tono racista, en el que se señalaba a las naciones en vías de desarrollo.
Actualmente se entiende que la clave del asunto del crecimiento de población es la presión destructiva que la actividad humana está ejerciendo sobre los sistemas que soportan la vida, y que suponen una amenaza creciente al sostenimiento de la civilización. Desde luego, todo esto no se debe sólo al número de humano; se debe además a cuánto consume cada humano. Esta es la razón por la cual EEUU, con sus 300 millones de habitantes y su alto consumo per capita, debería ser considerado como el país más superpoblado de la Tierra. Es además la razón por la que la aparición de «nuevos consumidores» constituye un gran asalto a los sistemas que soportan la vida en el planeta. Es más, los 2300 millones de habitantes que se añadirán para 2050 socavarán aún más gravemente estos sistemas que los 2300 millones previos, y cada persona, en promedio tendrá que ser mantenida por recursos cada vez más escasos y de peor calidad a un mayor coste medioambiental.
Aún así mucha gente asume que la humanidad podrá soportar fácilmente más de 9000 millones de habitantes a partir de 2050. Tamaña confianza ignora algunas posibilidades inexorables. Hay sólo dos maneras de parar el crecimiento de la población: disminuyendo el ritmo de nacimientos o aumentando la tasa de muertes.
Ya hemos visto el aumento de la tasa de muertes en el sur de África y Rusia, y puede que haya más aumentos de este tipo por venir, especialmente cuando el cambio climático desestabilice los sistemas agrícolas. Incluso hoy, más de 1000 millones de personas pasan hambre.
Frecuentemente prometemos a los países en vías de desarrollo que si adoptan sólo buenas políticas… ellos, también, serán capaces de disfrutar del estilo de vida del primer mundo. Esta promesa es imposible, es una patraña cruel: nosotros estamos teniendo dificultades para soportar el estilo de vida del primer mundo, incluso ahora, para sólo 1000 millones de personas.
Jared Diamond
El deterioro medioambiental resultante de más gente consumiendo todavía aún más recursos añadirá una carga pesadísima sobre aquellos menos capaces de soportarla, como lo serán esa gran mayoría de miles de millones de personas adicionales que vivirán en las naciones más pobres, donde la pobreza y la alta tasa de nacimientos están íntimamente relacionadas. La población de Uganda, por ejemplo, se espera que crezca de los 33 millones de habitantes de la actualidad hasta los 91 millones en los próximos 40 años. El rápido aumento de la población socavará los esfuerzos de desarrollo del país. El resultado será una educación más pobre, una ausencia de servicios públicos de salud y unas infraestructuras inadecuadas a cambio de un fomento de la natalidad.
La prioridad sobre los asuntos relacionados con la población ha menguado comparado con la preocupación acerca del desarrollo. Si el crecimiento de la población continúa sin reducirse, nos tememos que los problemas de desarrollo serán «resueltos» por el aumento en la tasa de muertes. Por esta razón, el esfuerzo por reducir el aumento de la población debe de ser tratado como un asunto de derechos humanos.
La manera de disminuir la natalidad es bien conocida. Consiste en un cambio cultural hacia un aumento de la educación y el estatus de la mujer, haciendo que la planificación familiar y el aborto seguro estén ampliamente disponibles, y moviéndose hacia un mundo en donde cada niño sea un niño deseado.
Casi todos los países en vías de desarrollo tienen programas de planificación familiar, pero necesitan desesperadamente un apoyo renovado. Tiene que haber un reconocimiento, al nivel político más alto, de la importancia de reducir la tasa de natalidad, tanto como un asunto de derechos humanos como un contribuidor demostrado a un desarrollo exitoso.
Esto debe de ser unido a los programas sociales de salud y bienestar, la educación (especialmente dirigido a las niñas) y a la apertura de oportunidades a la mujer de participar en la economía de sus naciones. Un ejemplo de lo que se puede conseguir lo proporciona el banco Grameen, que ofrece créditos a gente pobre de Bangladesh, especialmente a mujeres. No hay dudas de que ha ayudado a reducir la tasa de natalidad mediante la simple estimulación de la raíces del desarrollo económico.
De algún modo, la actitud cultural hacia las grandes familias que hay por todos los lados debe de cambiar. Debe de considerarse inmoral tener un número excesivo de hijos (una actitud que existe en muchas naciones industrializadas con bajas tasas de natalidad). Nada es más claro que la responsabilidad gubernamental en mantener la población de una nación en su tamaño sostenible con medidas benevolentes.
A la vez de cambiar el aumento de la tasa de natalidad, no debemos de olvidar el asunto de la presión de un consumo excesivo por parte de los más ricos. La humanidad necesita hablar a nivel mundial acerca de este asunto, quizás a través del marco que hemos llamado Millennium Assessment of Human Behavior.
Éste es un foro para el dialogo mundial sobre las claves éticas y los asuntos culturales relacionados con el aprieto en el que se encuentra la raza humana. El elemento de discusión más importante debe de ser cómo parar el crecimiento de la población mundial y dar comienzo a un declive en esta tendencia, como afortunadamente comenzó a pasar en Europa y Japón. Si se puede hacer, entonces es posible un futuro sostenible para la civilización.
Paul Ehrlich
El inexorable aumento de la población ha sido el tema dominante en nuestro planeta durante siglos. En la historia reciente, los días conocidos que hayan terminado con menos personas que con los que empezaron son extremadamente raros. El más reciente se dio el 26 de diciembre de 2004, cuando un tsunami en el Índico mató a 250.000 personas. Otras 160.000 murieron por otras causas y el nacimiento de 370.000 niños no pudo compensarlo, según el medioambientalista Robert Engelman y su libro «More».
Hay irse a la década de los setenta para encontrar otros momentos similares, como el terremoto Tangshan en China del 28 de julio de 1976 o el ciclón que impactó en Bangladesh el 12 de noviembre de 1970, ambos eventos mataron 250.000 personas. Incluso la gran hambruna china de 1958 a 1961, que provocó 15 millones de muertos, sólo hizo una pequeña mella en el crecimiento de la población en lugar de pararlo.
Yendo más atrás en el tiempo, las 70.000 muertes causadas por la bomba arrojada sobre Hiroshima en agosto de 1945 superó el crecimiento de la población en 60.000 personas, que de otro modo se hubiera dado ese día. Con un número de bajas inferior, lo mismo probablemente no es cierto para la bomba de Nagasaki tres días más tarde. Incluso un día particularmente malo de la primera guerra mundial, como el 1 julio de 1916 cuando sólo los británicos perdieron 20.000 hombres en la batalla de Somme (Francia), probablemente no paró el aumento de la población mundial. Sin embargo, la pandemia de gripe de 1918 a 1920, que mató a 50 millones de personas ciertamente sí lo hizo.
El mayor impacto relativo sobre la población mundial se dio durante la Peste Negra en el siglo XIV, que quizás mató a 75 millones de personas y redujo la población de Europa en un 30%.
Las cosas serán muy diferentes en el futuro. Habrá desastres y guerras, desde luego, pero algún tiempo después de 2050 el mundo entrará en una nueva era en la que la población mundial disminuya durante muchos días. Podemos simplemente tener menos niños.Alison George
Este artículo es una traducción de uno aparecido en NewScientist.
16 Comentarios
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lunes 12 octubre, 2009 @ 9:38 pm
Los pobres tienen mas hijos simplemente porque es algo deseable para ellos. Incluso para mi, que pertenezco a una minoría instruida de un país del 3cer mundo me parece adecuado tener 3 hijos porque no existe ningún sistema de seguridad social que se encargue de los ancianos y mis hijos serán mi único sostén, a menos que tenga alguna renta.
Si los países industrializados no aceptarán disminuir su status de vida supongo que los países emergentes no se resignarán a menos. La peste y la guerra o una revolución tecnológica que aún no llega serán la solución para la superpoblación.
lunes 12 octubre, 2009 @ 10:30 pm
Absolutamente comprensible. Pero nada fácil. La mayoría de los países mas pobres verán el fantasma del «neomaltusianismo» interesado de los países mas ricos tratando de ocultar su propio «superconsumo» y exponiendo sólo el «sobrecrecimiento» de los mas pobres.
Para los países pobres en que en los años ’60-’70 se introdujeron políticas brutales de control de la natalidad, como la esterilización masiva de mujeres fértiles, no será nada fácil aceptar de nuevo ese tipo de prácticas, porque además en esos años la aplicación de esas políticas no condujo al desarrollo tan cacareado que dijeron los teóricos del neomaltusianismo que esas prácticas conllevarían.
Conociendo además actualmente los graves errores y el pésimo criterio en que cayeron los «iluminados» del mundo desarrollado en aplicar y exigir soluciones económicas a los países «en vías de desarrollo» y que ellos mismos no fueron capaces de auto-aplicarse llevando a la perdida total del control y a la crisis subprime, el peor desastre económico en los últimos 80 años…
Creo que si no comienza todo como un mea culpa por parte de los mas desarrollados al estilo del artículo «… Esta es la razón por la cual EEUU, con sus 300 millones de habitantes y su alto consumo per capita, debería ser considerado como el país más superpoblado de la Tierra…» y con la voluntad de resolver los problemas del orbe antes que los propios, esto sólo redundará en las ansias de resolver los problemas al estilo gringo tan conocido por los países del sur del Rio Bravo: el gatillo fácil de los cowboys…
martes 13 octubre, 2009 @ 12:05 am
Estimado Jorge:
Tener más de dos hijos no es bueno para el planeta, aunque sea una inversión para el que los tiene. Pero tener hijos como inversión futura no es una buena receta. Cualquier otra cosa que no sea tener dos hijos o menos es un fraude o timo piramidal isostenible.
Y ni siquiera en el primer mundo está garantizada una cobertura digna cuando se es viejo.
Diamond cuenta en su libro «Colapso» cómo en Ruanda los hijos se enfrentaban a sus padres por los escasísimos recursos de éstos. A esos padres la «inversión» en hijos no le salió rentable. Es escalofriante leerlo.
martes 13 octubre, 2009 @ 12:24 am
Estimado Javier:
Al autor se le olvida mencionar una cosa. En EEUU no sólo consumen mucho per capita, sino que tienen una tasa de natalidad bastante alta, casi única en el mundo desarrollado.
Por lo demás todos somos egoístas, llegado el caso, ¿salvaría el primer mundo al tercero a cambio de nada? ¿Lo harían los del tercero respecto al primero si fuese al revés? ¿Es una solución señalar con el dedo y decir: y tú más? ¿Es la envidia una buena consejera? ¿Lo es la avaricia?
Podríamos empezar por dejar de llamar cowboys a los habitantes de EEUU. Hay un mundo más allá de las películas. Yo conozco a muchos y ninguno me lo parece. Son buena gente, a veces ingenuos, amables, simpáticos, trabajan mucho y les gusta soñar. Les debemos mucho, incluyendo el habernos librado de los nazis.
En un mundo regido por nazis, ¿cómo serían las cosas? ¿Cuantas «soluciones finales» se habrían adoptado ya? ¿Y si lo estuviera por los estalinistas o integristas islámicos?, ¿sería un mundo mejor? Incluso un mundo regido por monjes budistas puede poner la piel de gallina.
No ayuda nada imaginar a los EEUU como un diablo, se me ocurren muchos otros mucho peores. Pero en algunos círculos se vende muy bien la idea esa de un EEUU lleno de diablos.
Las subprime y el crash económico es otro tema. Aunque la avaricia ha jugado en ese caso un papel importante. En España ha habido algo muy parecido, y al igual que allí el origen fue la avaricia de casi todo el mundo, y no sólo de unos cuantos «sucios capitalitas». La diferencia es que ellos saldrán de la crisis y en otros sitios está por ver cuándo pasará. Somos egoístas a todos los niveles. A nivel individual, familiar, de tribu, de ciudad, de región, de país… Si se me permite la ironía, es una pena que Marte no esté habitado por marcianos a los que invadir y culpar de todo.
martes 13 octubre, 2009 @ 2:19 am
Si hay un mundo mas allá de las películas, es verdad, es fácil que en lo personal deje de pensar en los estadounidenses como una banda de cowboys… Pero el gobierno de Obama sólo dura 4 años y uno de ellos practicamente yá pasó. El problema con los gringos parece ser otro: como se pueden tener tantos medios y desatinar tanto y durante tanto tiempo. Indudable que los gringos nos salvaron de los nazis, de eso no queda ninguna duda e incluso de los sovieticos estalinistas y actualemente puede que de los chinos.
En un posteo de un diario digital de Chile me encontré con esta opinión, la comparto aquí:
Hay un interesante artículo en el New Yorker del 18 de diciembre del 2006 sobre cómo los EEUU ha perdido «contacto» con el mundo en los últimos 30 años.
Según el artículo, después de la Guerra Mundial II, los EEUU se sintieron atraídos y curiosos de conocer y conectar con otras culturas y darse a conocer a ellas también.
A nivel diplomático e incluso militar, entre 1945 y hasta fines de los 1960s, EEUU abrió sus embajadas, inició clases de inglés, publicó cualquier cantidad de material sobre EEUU en otras lenguas, inició cursos de entrenamiento de profesionales del Tercer Mundo, pasó plata a gobiernos y universidades del mundo para investigaciones y entrenamiento de profesionales locales – recordemos que la NASA se abrió en Santiago de Chile en los ’60s, inició extensos programas de ayuda agrícola, etc.
Todo eso se acabó abruptamente a principios de los años 1970s.
Como que de pronto Washington dió un vuelco total, cerró todas las oficinas de contacto con otros pueblos, canceló las publicaciones, los cursos, los contacos entre profesionales … y se encerró en sí mismo.
¿Qué pasó? – pregunta el mismo artículo. Esa fue un error catastrófico para los EEUU, ya que dejó un vacío de información que fue llenado rápidamente con la propaganda de los contrarios a EEUU.
Y esa propaganda anti-americana de 30 años ha resultado en la visión que el mundo tiene actualmente de los EEUU.
Al parecer, eso está cambiando – los gringos se han dado cuenta, tras el 11 de septiembre y tras el desastre en Irak que incluso sus «expertos» no conocen el mundo, que no tienen idea de lo que está pasando a nivel de pueblos y que montones de errores en Irak mismo se han cometido debido a esa ignorancia.
El Pentágono, al menos, se está abriendo nuevamente al conocimiento y parece que está tratando de cambiar rumbos.
Han abierto las puertas a sociólogos y antropólogos, a las universidades y al estudio… incluso, el que está llevando adelante esta silenciosa «revolución» en la visión diplomática-militar de los EEUU no es americano! – es australiano.
Pero EEUU es un Titanic, cambiar rumbos de tal gigante tomará sus años …
martes 13 octubre, 2009 @ 11:52 am
De momento el problema está lejos de ser de escasez de recursos, sino que es un problema de mala distribución. Mientras que un escaso porcentaje de personas controlan y especulan con un gran porcentaje de los recursos (incluidos los alimentos) -hay datos que hablan del 6% concentrando el 59%- la mayoría de los humanos de este planeta apenas tiene para subsistir y cerca de un 20% pasa hambre permanentemente.
Deberíamos mirarnos eso de echar la culpa a los que estamos exprimiendo con nuestra bonita sociedad de consumo y su capitalismo oligopolista. Si alguien cree que esto es una declaración manida, le invito a que lea estudios sociológicos y antropológicos.
martes 13 octubre, 2009 @ 12:32 pm
Lamentablemente allende sus fronteras las naciones no suelen tener principios sino intereses. Es necesaria una colaboración a nivel planetario entre los humanos que no hemos sido capaces de lograr hasta ahora para evitar el colapso poblacional y ambiental.
Supongo que no es imposible pasar del nivel de abstracción necesario para tener «nacionalismo» al de «planetarismo» en vastos sectores de la población pero de momento eso sucede solo en una minúscula minoría. Y no son los que tienen el poder.
PD: Tengo dos hijos Neo, no tres. Pero no creas que no quiero el tercero… Que sea lo correcto tenerlo ya es otro cantar.
martes 13 octubre, 2009 @ 1:09 pm
Dudo que alguien pueda creer que habrá 2.300.000.000 habitantes más en 2050. Otra cosa es que crean en la magia, pero este planeta NO puede absorber esa cantidad sin que mucho ANTES suceda algo (llámale guerra, masacre, genocidio o peste). ¿Dónde piensan meter a esa gente? Hablo ya sólo de logística:
– En occidente : ni de lejos, aquí no entra nadie más (a las leyes de inmigración me remito)
– En Africa : a menos que les mandemos miles de millones de bocadillos, lo dudo.
– En Asia : la región más superpoblada del mundo… acogiendo a 2300 millones más??
– En Sudamérica : allí cabrían algunos cientos de millones, antes de que el amazonas colapse.
¿Es que no se dan cuenta que el mundo está YA colapsando en guerras previas que anuncian que algo no va bien (irak, afganistán, sudan: guerras por petróleo…), con hambrunas recurrentes -tan lejanas ya de los telediarios-, con amenazas de plagas (de momento «falsas»: gripe aviar, gripe A…), etc?
Y no digo nada de las sequías o del aumento del nivel del mar: INUNDARÁ ZONAS costeras que es donde vive la mayoría de la poblaciión mundial, y… ¿estamos diciendo que vamos a hacinar a 2300 millones más en NUEVOS territorios no inundados que se sumarán a los millones de personas que somos ahora?
Me parece que alguien ha perdido el contacto con la realidad: el futuro es un crimen y está ya en camino (guerras, matanzas, contaminación, hambrunas…) y todo aquel que crea que los tomates transgénicos nos van a sacar de esto… en fin, tienen un nombre: ilusos.
Saludos!
martes 13 octubre, 2009 @ 4:01 pm
Eso de «todos somos egoístas» es una falacia, falta de conocimiento sobre las culturas precolombinas y polinesias (exceptuando a las caníbales) osmóticas y comunitaristas por su cosmovisión animista y armónica con el medio ambiente, antes de la caída al ego ilimitado (ver http://www.webislam.com/?idt=13789) No estamos en un régimen nazi, pero estamos en algo más descafeinado pero igual de cruel: Una cultura mundial de la explotación. Ya se expuso y se debatió bastante en esta web sobre cómo la cultura modifica el cerebro y viceversa. El problema es el cambio de paradigma y de cosmovisión, no de bienestar. De hecho, se podría ser más feliz con una vida osmótica y armónica con el medio ambiente antes que con el actual consumismo capitalista neurótico y enfermante (vuelvo a senalar el estudio que lo indica científicamente) El problema es la construcción de una nueva cosmovisión más holística y su correspondiente difusión, que de por sí ya sería fuertemente resistida. Por otro lado, ¿qué tiene de malo un mundo regido por la visión Zen-Budista laica de la escuela Soto japonesa? No estoy hablando de religión, sino de filosofía y principios de estilo de vida. Hablo de la filosofía budista Mahayana no esotérica. No olvidemos que una visión trascendental de la existencia fortalece el altruismo del ser humano, la única alternativa para disminuir el egoísmo y hedonismo autodestructivo predominantes actualmente. Erich Fromm ya lo señalaba desde sus limitadas teorías psicológicas, hoy bastante superadas.
martes 13 octubre, 2009 @ 4:34 pm
Todo ecosistema se regula por si solo. Esto es un hecho. El nuestro lo hará. La cuestión fundamental es:
¿Seremos capaces de regularlo nosotros mismos (cosa que dudo) o se autoregulara por sí solo ?
Un saludo.
martes 13 octubre, 2009 @ 9:24 pm
Estimado Alejandro:
Quizás lo del egoísmo sea exagerado, pero lo que desde luego que no es cierto es el mito del buen salvaje.
Los antropólogos así lo pueden atestiguar. En muchas tribus el deporte favorito de sus habitantes es el asesinato, no sólo de la tribu vecina, sino del marino de la mujer que se desea, por venganza, etc. Abundan las viudas múltiples.
Lo mismo se puede decir de los polinesios entre cuyas prácticas se incluyen el infanticidio, el «suicidio inducido», masacres masivas, genocidios, canibalismo, etc. El ejemplo de la isla de Pascua, habitada por polinesios, es el paradigma de colapso ecológico.
Cuando llegaron a lo que hoy es Nueva Zelanda también eliminaron absolutamente toda su megafauna (moas) y gran parte de sus bosques. Estos individuos eran además bastante violentos y belicosos.
Los indios precolombinos probablemente eliminaron o contribuyeron a eliminar toda la megafauna del continente y constituyen grandes ejemplos de colapsos ecológicos, como los indios pueblo o los mayas. Además de dedicarse a las guerras floridas, sacrificios rituales, etc. Los cenotes están llenos de esqueletos.
Hay pruebas de todo ello incluido la presencia de proteínas humanas en las heces que dejaron allí los habitantes del cañón del Chaco.
Los monjes budistas del Tibet vivían en un régimen feudal de explotación hasta que China lo invadió transformándolo en un régimen comunista sin libertades, e invadido por miles de chinos. No sé qué régimen era o es mejor.
Las soluciones a los problemas actuales las desconozco e incluso este artículo es una traducción literal. Ojalá fuera así de sencillo. Lo que sí me parece es que «cosmovisión» y «ósmosis» suenan un poco a místico.
A veces somos tan egoístas que nos negamos incluso a renunciar a nuestras propias ideas y organizamos cacerías de brujas y depuraciones con los que no comparten esas ideas.
martes 13 octubre, 2009 @ 9:26 pm
Estimado Emilio:
Comparto su pesimismo. Desde luego en algunos lugares se ha superado con creces la capacidad de sustentar su población, sobre todo en África. A otro lugar que le pasa lo mismo, es curiosamente Australia, que vive a base de importar productos con la venta de recursos minerales.
Ni siquiera el reparto de alimentos soluciona el problema. ¿Qué vamos a hacer? ¿Cultivar alimentos en el resto del mundo para que en África se alimenten y sigan reproduciéndose a ritmos insostenibles? ¿Cuánto dióxido de carbono se emitiría con su cultivo y transporte?
miércoles 14 octubre, 2009 @ 1:17 am
Yo me refiero al aspecto filosófico en el tema del Zen de la escuela Soto, por tanto en su sentido laico y puramente racional. Sam Harris hace referencia a ello y es bien conocido la militancia ateísta de Harris. La cuestión es que el instinto místico y espiritualista es propio al 70% de la humanidad en algún grado. Es una fuerza que no se debería tener en contra a la hora de crear una nueva cultura realmente ecológica. Obviamente, con el extremismo y fundamentalismo religiosos ya no hay nada que hacer, más que tratar de eliminarlos con educación antes que con ejércitos, como hacen en Afganistán. Los pueblos precolombinos más pacíficos no fueron los más tecnificados, no dejaron grandes monumentos, es decir, no sobre explotaban los recursos naturales. El canibalismo que se practicaba en la Selva Atlántica Paranaense (hoy desaparecida) era de tipo ritual y en ocasiones extraordinarias, los trabajos de Branislava Súsnik y Enrique Chase Sardi son claros. Obviamente, los pueblos del Gran Chaco Americano tenían más episodios de canibalismo, por la escases de recursos alimenticios y por la cultura paleolítica predominante.
Inevitablemente todo se resume en la cosmovisión que uno tiene. Si uno se limita a una cosmovisión existencialista, reducida solo a su existencia individual, no hay ningún freno psicológico y cultural que frene la tendencia hacia el egoísmo ilimitado (somos seres más emocionales que racionales, en esta web ya publicaron trabajos al respecto, la simple educación en una pura contención racional ante los datos de la destrucción ecológica no sería muy realista) Sin embargo, puede haber una trascendentalidad racional posible cuando se extiende la cosmovisión tanto hacia el pasado como hacia el futuro en forma intergeneracional y colectivista. Pero para que el ser humano pueda desarrollar más este sentido de trascendentalidad, no le queda más que usar esas mismas redes neuronales que se activan en las experiencias de tipo místico, que disminuyen su sentido del yo individual, obviamente el gran dilema es saber usar ese sentido innato de mística sin perder el uso preponderante del raciocínio crítico, de lo contrario terminaríamos en una nueva edad de oscurantismo por ecologismo religioso.
Es un dilema que nos queda por delante para la construcción de una nueva cosmovisión y cultura más ecológica. Es un riesgo que habrá que asumir.
miércoles 14 octubre, 2009 @ 2:58 am
No puedo creer lo que acabo de leer, tienen hijos conscientemente para que les limpien el trasero de viejos, que egoísmo tan cruel para con sus propios hijos.
miércoles 14 octubre, 2009 @ 10:28 am
David:
No lo tomes tan literal, ¿no? Es una parte más de la familia: cuidar de sus mayores. Tenerlos EXCLUSIVAMENTE para eso, sí es egoísta; pero en general es un «extra». De hecho si tienes dos hijos (en muchos casos) no es por amor a los pañales, si no para que ambos se apoyen y ayuden en la época adulta.
No es fácil crear una familia y menos mantenerla… para que al final te metan en un asilo mugriento y se peleen a muerte por la herencia :) :)
Saludos!!!
miércoles 14 octubre, 2009 @ 3:01 pm
Tener hijos solo para la vejez es bastante egoísta y corto de visión, con esa actitud criará egoístas más. Ahora, tener hijos para formar una mejor humanidad es otro tema, es cambiar de cosmovisión y paradigma, es ver más allá de la propia existencia. Por cierto, con una vida basada en dieta sana, respeto al biorritmo y con la práctica de deportes psicofísicos y meditativos la vejez se la pasa como una etapa más de la vida. Obviamente, para eso hay que tener una visión, actitud y emotividad radicalmente distinta de la actual, centrada en el hedonismo, el consumismo y las exageraciones desequilibrantes del organismo y del medio ambiente. Alguna vez se tiene que entender que incluso la dieta que elegimos día a día afecta al planeta entero.