Supervivientes de la extinción del Pérmico
Encuentran en una colección de fósiles de un museo una especie que sobrevivió a la extinción del Pérmico en lo que hoy es la Antártida.
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La mayor extinción masiva conocida en la historia biológica de este planeta se dio hace 252 millones de años, justo al final del Pérmico. Hay varias teorías que tratan de explicar esta extinción, alguna de ellas apunta a un calentamiento global.
El hallazgo de nuevos ejemplares de fósiles sugiere que algunos animales sobrevivieron a esta extinción porque durante un tiempo pudieron refugiarse en el clima más frío de la Antártida. Jörg Fröbisch, Kenneth D. Angielczyk y Christian A. Sidor han identificado este pariente distante de los mamíferos, Kombuisia antarctica, que aparentemente sobrevivió a esta extinción en lo que hoy es la Antártida. El análisis de su cráneo indica que este animal era un pequeño herbívoro y que estaba más emparentado con los mamíferos que con los reptiles.
La nueva especie pertenece a un gran grupo de animales extintos relacionados con los mamíferos denominados anomodontos, muy extendidos en la época anterior a la extinción, y que constituían el grupo de animales comedores de plantas dominantes en ese momento.
Los miembros de este grupo cavaban madrigueras en la tierra, caminaban por el suelo o trepaban por los árboles. Sin embargo, Kombuisia antarctica, que tenía el tamaño de un gato doméstico pequeño, era diferente a los mamíferos actuales. Ponía huevos, no cuidaba a las crías, no tenía pelo y probablemente no era de sangre caliente. Este animal no es un antepasado directo de los mamíferos actuales, pero estaba entre los pocos linajes de animales que sobrevivieron a una de las mayores extinciones conocidas.
Los científicos todavía están debatiendo la causa que provocó esta extinción masiva. Se la ha asociado con erupciones volcánicas masivas en lo que ahora es Siberia. Erupciones que provocaron un aumento del efecto invernadero debido a la liberación de gases, y por tanto un calentamiento global. Además, se produjeron lluvias ácidas y posibles cambios en la química oceánica.
En esa época lo que hoy es la Antártida no estaba en la localización actual, justo en el polo sur, sino que se encontraba en una latitud un poco más benigna, en concreto, a 60 grados al sur del ecuador. No estaba cubierta por nieve o glaciares y allí había una rica fauna y flora.
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La Antártida fue el refugio de este animal. Esto no se debería a una emigración estacional, sino a cambios a largo plazo que hicieron llevar el hábitat de este animal cada vez más hacia el sur.
Las pruebas fósiles sugieren que los animales de pequeño y mediano tamaño fueron más exitosos a la hora de sobrevivir a la extinción que los grandes animales, quizás debido a que los más pequeños podían pasar por periodos de hibernación y sobrevivir de este modo a un ambiente menos favorable. En trabajos previos realizados por Fröbisch se predecía que animales como Kombuisia antarctica deberían haber vivido en el Triásico (posterior a la extinción) en la Antártida. Se encontraron ejemplares parecidos en lo que es hoy es Sudáfrica, por lo que éstos podrían haber emigrado desde allí a la Antártida, ya que estas dos regiones estaban unidas en aquella época.
Además de K. antarctica se cree que otro vertebrado, Lystrosaurus mccaigi, también sobrevivió en el refugio antártico.
Según Fröbisch, el descubrimiento rellena un hueco del registro fósil y contribuye a entender mejor la supervivencia de los vertebrados a la extinción que se dio al final del Pérmico desde el punto de vista geográfico y ecológico.
El equipo encontró fósiles de la nueva especie entre otros especímenes recolectados hace más de tres décadas en la Antártida y pertenecientes a la colección del Museo Americano de Historia Natural. En la época en que fueron recolectados los paleontólogos que trabajaban en la Antártida se centraron en la búsqueda de pruebas de la existencia del supercontinente Pangea y de cómo se fragmentó.
Según Angielczyk, encontrar fósiles ahora, en las duras condiciones antárticas, es difícil, pero merece la pena.
Una vez pasada esta extinción, la vida en la Tierra se recuperó una vez más. Luego sufriría otras extinciones. Pero el continente antártico, una vez aislado de los demás, siguió como un barco suicida en dirección sur en una loca carrera desenfrenada hacia la autodestrucción. La carga de animales y plantas que portaba, incapaz de poder escapar, finalmente desapareció. Todo fue cubierto por los hielos perpetuos. La Naturaleza, que una vez fue benigna a nuestros ojos al dar una oportunidad, fue esta vez cruel y despiadada.
Allí, bajo kilómetros de hielo, quizás se conserven las pruebas de esta tragedia. Nosotros sólo podemos explorar las zonas expuestas en busca de la verdad y recapacitar, una vez más, sobre la indiferencia del Universo y el valor de la contingencia en una historia biológica que nos vio nacer.
Fuentes y referencias:
Nota de prensa.
Artículo original (resumen).
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