Terrorismo y transiciones de fase
Según un modelo computacional la actividad militar puede aumentar dramáticamente la comunidad de donde son reclutados los terroristas.
El estudio de las epidemias ha florecido en años recientes gracias a los modelos computacionales que simulan la difusión de un agente infeccioso. Muchos de estos modelos y suposiciones detrás han sido validados con datos reales sobre la extensión de enfermedades. Por tanto, aumentan las pruebas que demuestran que las simulaciones computacionales son una buena herramienta predictiva que puede ayudar a afrontar y a prevenir una epidemia.
Pero no solamente las enfermedades infecciosas pueden difundirse de esta manera. Varios investigadores están usando las mismas ideas para modelar la difusión de ideas y opiniones. Una cuestión interesante es cómo las ideas radicales o extremas se extienden a través de la sociedad y qué medidas pueden tomarse para controlar y prevenir el proceso.
Ahora podemos echar un vistazo fascinante a este problema gracias a Friedrich August de la Universidad Técnica de Berlín y sus colaboradores. Su aproximación divide la sociedad en un determinado número de subgrupos y supone que hay cierta probabilidad de que un miembro de un subgrupo pueda pasarse a otro. Entonces simulan cómo cambia el tamaño de estos subgrupos en el tiempo según cambia la probabilidad.
Suena inocente hasta que uno empieza a poner etiquetas a los grupos e imagina cómo interactúan. August hipotetiza que dentro de cada sociedad hay un subgrupos de personas que son activamente radicales, es decir, que practican un comportamiento extremo. Asume que hay otro subgrupo de simpatizantes pasivos que aceptan pero que no practican ese comportamiento extremo. Finalmente hay un tercer grupo de individuos neutrales que son susceptibles de convertirse en simpatizantes pasivos.
Una cuestión crucial aquí es cómo asignar las probabilidades bajo las cuales unos individuos pasan de un grupo a otro. Un proceso importante, según August, es la tasa a la que los radicales en activo son eliminados de la sociedad por procesos tales como inmigración, deportación, arresto y muerte.
August asume que algunos de estos métodos de eliminación tienen a su vez un efecto radical sobre el grupo de simpatizantes. Así por ejemplo, el arresto o muerte de una radical en activo hace que algunos neutrales pasen al grupo de simpatizantes.
Cuando esto pasa se activa un ciclo de retroalimentación positivo: la eliminación de radicales activos genera más simpatizantes pasivos a partir de los cuales se reclutan más radicales en activo y así sucesivamente.
Los ciclos de retroalimentación son interesantes porque pueden dar lugar a comportamientos no lineales, donde las reglas corrientes de la intuición de causa y efecto no se aplican. De este modo pequeños aumentos de un tipo de comportamiento puede dar lugar a un aumento masivo en otro. En el lenguaje de la Física se da una transición de fase.
Esto es exactamente lo que ocurre en el modelo de August y sus colaboradores. Muestran que para ciertos valores de los parámetros de su modelo, un pequeño aumento en la tasa de eliminación de radicales genera un aumento masivo en simpatizantes pasivos, proporcionando un fondo inagotable desde el que reclutar más radicales activos.
Lo que describe este modelo, desde luego, es el ciclo de violencia que se da en muchas partes problemáticas del mundo.
Esto tiene implicaciones profundas para los gobernantes que contemplan la posibilidad de una intervención militar que probablemente produzca “daños colaterales”. Si uno reemplaza “radicales activos” por “terroristas” entonces una clara predicción de este modelo es que esa intervención militar creará las condiciones en las que florece el terrorismo.
Estos investigadores dicen que este ciclo de retroalimentación puede ser detenido sólo si la eliminación de terroristas puede ser alcanzada sin el séquito de los radicalizadores efectos secundarios. Como August y colaboradores apuntan: “si esto pasó prácticamente sin bajas, muertos, aplicación de tortura o cometiendo actos terrorismo contra la población local.”
Esta es una aproximación interesante. Muestra claramente que la opinión pública y el comportamiento puede cambiar dramáticamente en formas que son difíciles de predecir.
Sin embargo el trabajo no está completo. Estos modelos y las transiciones de fase que predicen necesitan ser estudiados en mucho más detalle. Así por ejemplo, es probable que ciertos tipos de comportamiento extremo puedan alejar a los simpatizantes pasivos, por lo que tendría efectos de ciclo de retroalimentación negativos que habría que tener en cuenta.
Sin embargo, August y colaboradores son estridentes en sus conclusiones cuando dicen que “esto indica fuertemente que las soluciones militares son inapropiadas”. Será interesante ver cómo sus ideas se difunden.
Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=3292
* Nota: esta entrada es una traducción del primer enlace de abajo.
Fuentes y referencias:
Nota en Technology Review.
Artículo original.
3 Comentarios
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lunes 8 noviembre, 2010 @ 8:45 pm
En una primera aproximación, ya que este tema creo que puede dar lugar a bastantes comentarios, parecería que el parámetro «simpatizantes pasivos», es fundamental.
martes 9 noviembre, 2010 @ 6:49 am
Es muy interesante la iniciativa de modelizar este comportamiento social, pero echo de menos la inclusión de grupos a los que pudiera llamarse «adversos activos» y «adversos pasivos», que existen y tienen gran importancia.
Quizá pueda afirmarse que no se cumple la «intuición de causa y efecto», sino una retroalimentación más que proporcional, pero desde luego sí una ley de «acción-reacción» que no podemos confinar siempre a las fuerzas físicas y que puede ir acompañada de esa retroalimentación.
Es importante que el artículo da lugar a explicarse lo que ya sospechábamos: que si hay abusos cometidos por militares en teoría neutrales, como los de la ONU, el rechazo que se crea crece en espiral. Pienso entonces que es muy importante la vigilancia y estricta disciplina, el cumplimiento escrupuloso de la ley y me parece fundamental una labor de explicación, de información, a las gentes de por qué y para qué se está allí, además de educar a los más jóvenes y a todo el que sea posible. Quizá esa labor didáctica pueda encarecer las operaciones, pero evitará que sean inútiles o incluso contrarias a lo esperado.
Un cordial saludo.
martes 9 noviembre, 2010 @ 11:13 am
Pues sí, estimado Tomás, también existen «colaboracionistas» y en definitiva la realidad es mucho más complicada que un modelo matemático. Aquí, como en Economía, todo depende muchas veces de la percepción de la realidad que tenga la gente (aunque sea falsa). Además, la cosa a veces depende de un pequeño factor que se puede amplificar en extremo (un rumor sobre la falta de liquidez de un banco, etc.).
Por otro lado los beligerantes y sus simpatizantes puede que no tengan razón o que su cultura se muy «susceptible».
El artículo original es obviamente parcial, algo con lo que hay que tener mucho cuidado en ciencia porque puede producir un sesgo a la hora de modelizar el sistema, elegir los valores de sus parámetros, etc. Al final es fácil que salga lo que uno quiere.
Los autores, sin embargo, argumentan con datos reales sus afirmaciones.