¿Fueron los primeros mamíferos más grandes de lo que hasta ahora habíamos asumido?
Según un estudio genético el antepasado de todos los mamíferos pudo pesar como mínimo un kilo y vivir 25 años.
Los humanos tenemos muchos prejuicios y éstos afectan la visión que tenemos del mundo. Independientemente de nuestra educación y personalidad ninguno nos podemos librar de todos los prejuicios. Algunos de ellos son predisposiciones con las que nacemos, entre otras cosas porque en el pasado ayudaron a nuestra especie a sobrevivir. Así por ejemplo tendemos a ver pautas en donde no las hay y nuestro cerebro tiende a dotar de sentido cualquier cosa. Puede que incluso el sentimiento religioso provenga de algún modo de algunos de estos factores.
Uno de los prejuicios más importantes, y que pasa más desapercibido, es que a veces creemos que todas las cosas de la naturaleza actúan con alguna intención o fin. Es como si la Naturaleza, el tiempo atmosférico o un volcán tuvieran algún tipo de voluntad tal y como, supuestamente, tenemos nosotros. Es de suponer que en la sabana africana era de mucha utilidad calcular las intenciones de un león o los próximos movimientos de una gacela. Esto nos habría facilitado nuestra supervivencia, pero condicionado nuestro pensamiento. La buena noticia es que la formación científica de las personas tiende a reducir este fenómeno psicológico sobre las intenciones de la Naturaleza.
El Universo no tiene ningún fin, meta o voluntad. El Universo siempre es ciego a nuestros deseos e indiferente a nuestro sufrimiento. No existe ninguna justicia cósmica. Sólo existe la justicia que los humanos logramos conseguir con nuestras acciones., algo que tenemos que tener muy en cuenta en los tiempos que corren.
La evolución no tuvo como fin engendrar a los humanos. Ni la desaparición de los dinosaurios fue un truco para que evolucionáramos nosotros. La evolución tampoco tiene voluntad, ni meta, ni fin. Es simplemente presa la contingencia y de las leyes darwinistas.
Tendemos a creer que los dinosaurios eran seres “primitivos” y que los mamíferos eran seres más “evolucionados”. Pero ese concepto de “más evolucionado” no existe. Puede haber seres más complejos que otros, especies que han cambiado más que otras a lo largo del tiempo, pero todas las especies de la actualidad están igualmente evolucionadas. Un canguro, un equidna, una orquídea, un humano o una bacteria actuales han evolucionado lo mismo.
El panorama cretácico que se suele dibujar es que los dinosaurios reinaban sobre la Tierra, mientras que los mamíferos de la época eran unos seres pequeños de hábitos nocturnos que habitan en las migajas del ecosistema que no eran ocupadas por los dinosaurios. Esto siempre ha supuesto cierta cura de humildad para los humanos. Después de la extinción del Cretácico los dinosaurios desaparecieron para siempre y esos pequeños mamíferos crecieron y se diversificaron hasta heredar el mundo.
Sin embargo, el registro fósil nos dice que algunos mamíferos de tamaños superiores compartieron el mundo con los dinosaurios. Hasta ahora se creían que estos mamíferos de mayor tamaño también desaparecieron junto a los dinosaurios y que todos descendemos de esos mamíferos pequeñitos.
Ahora un estudio genético sugiere que los antepasados de los actuales mamíferos que sobrevivieron a la extinción pudieron tener el tamaño de un pequeño mono.
Nicolas Galtier, del Instituto de Ciencia Evolutiva de Montpellier, y sus colaboradores se han fijado en rasgos comunes de los genomas de 36 especies de mamíferos modernos para así poderse hacer una idea del animal del que todos descendemos.
Obviamente es imposible reconstruir al detalle a ese ancestro, pero es posible averiguar algunas propiedades como el tamaño o la esperanza de vida. Según sus conclusiones el antepasado de todos los mamíferos actuales pesaría como mínimo un kilo y vivirían unos 25 años.
Pero algunos paleontólogos no están de acuerdo con este resultado, sobre todo por lo que nos dice el registro fósil. En el registro fósil se ve cómo los mamíferos modernos descienden de un grupo de animales pequeños similares a los roedores que se diversificaron y radiaron después de la extinción de los dinosaurios. Galtier replica que el registro fósil es incompleto y puede que esos mamíferos de mayor tamaño no hayan dejado fósiles.
Quizás un día de estos salte la sorpresa y encontremos uno de estos animales en el registro fósil. No estaría nada mal. La ciencia, incluso la Paleontología, avanza algunas veces gracias a las sorpresas.
Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=3948
Fuentes y referencias:
NewScientist.
Artículo original.
Ilustración: Universidad de Maryland.
4 Comentarios
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lunes 29 octubre, 2012 @ 8:40 am
Pues,existen como 4600 especies de mamíferos, me parece no tan representativo el número de especies empleado, a menos que las seleccionaran por razgos generales de por ejemplo, nivel taxonómico orden ya que son 21 ordenes, por otro lado solo concluyen en dos características que tendría el presunto ancestro: el peso y la esperanza de vida. Esperemos que un día se redefina el modelaje para obtener más razgos probables.
Me quedo con algo parecido al ancestro común de los mamíferos placentarios (la mayoría de los mamíferos), que al menos en dibujo se parece al Morganucodon (la ilustración de esta noticia), el cual se ha establecido que era solo parecido a un mamífero.
Aquí el posible ancestro de los mamíferos placentarios
Juramaia sinensis
http://actualidad.orange.es/ciencia/hallan-en-china-antecesor-mas-antiguo-mamiferos-actuales.html
Al menos existe un fósil que se encontró en China, aquí la foto
http://fotos.lainformacion.com/ciencia-y-tecnologia/paleontologia/hallan-en-china-el-antecesor-mas-antiguo-de-los-mamiferos-actuales_XzpRkIeEyb7jGQtNBo0oc3/
lunes 29 octubre, 2012 @ 9:56 am
Lo que realmente me asombra es que prácticamente todos los saurios: dinosaurios, pterosaurios, plesiosaurios, ictiosaurios, y no sé si algunos más perecieran, habiendo alcanzado una evolución convergente con los actuales mamíferos, aves, reptiles y peces, tan similar. Bien que aves y reptiles deriven directamente de ellos, pero no me convence que el tamaño fuese lo más importante; hubo de haber algo más que se nos escapa.
Saludos.
jueves 15 noviembre, 2012 @ 3:55 am
La entrada del artículo (casi la mitad del mismo) es una apología al más ciego positivismo (ni siquiera neopositivismo) Y en Ecología ni el positivismo ni el neopositivismo se utilizan cerrada y conclusivaemnte, sencillamente porque el todo es más que la simple suma de las partes y las pruebas de la Emergencia de los sistemas biológicos, publicadas en esta web, superan en creces el limitadísimo marco teórico del positivismo. Los hechos son sencillos: La interrelación ecológica genera nuevas propiedades físicas y nuevas conductas de los sistemas biológicos. Un poco de lectura de las obras de James Lovelock ayudará a comprender mejor los nuevos paradigmas de la Ecología. La realidad es que los seres humanos somos infinitamente más complejos que las amebas, no tanto por nuestra bioquímica como por las propiedades emergentes de nuestro cerebro, la principal, la Conciencia.
jueves 15 noviembre, 2012 @ 11:27 am
Pues me parece muy bien, amigo Alejandro Sánchez, pero yo, que renuncio a los -ismos y los neos-, no creo que la emergencia sea algo milagroso sino que ha de tener una explicación, posiblemente en al experiencia de un «cambio de fase» aplicable también a otras facetas del estudio de la naturaleza. En todo caso habrá que averiguar el cómo y el por qué, pero no admitirlo como fenómeno que se explica sólo por aplicarle el nombre de «emergencia» la cual, existiendo, ha de ser investigada y explicada, por supuesto sea o no positivisa o neopositivista el artículo.
Un abrazo cordial y sincero.