Hibridación tras 60 millones de años
Descubren que una especie de helecho encontrada en el medio natural es el producto del cruce de dos especies distintas separadas por 60 millones de años de evolución independiente.
Estamos rodeados de belleza, de seres asombrosos que han estado sobre la tierra durante mucho tiempo. El problema es que no nos solemos fijar en ellos, pasan desapercibidos porque los humanos poseemos muchos sesgos. Así por ejemplo, nos impresionan los grandes mamíferos de África, pero no las plantas o aves de ese continente.
Los helechos son algunas de las plantas a las que ignoramos cuando paseamos por los bosques, pero son muy interesantes si las sabemos mirar. Sus antepasados fueron las primeras plantas vasculares que se adentraron valientemente en tierra firme hace mucho millones de años.
La historia de la vida no es una secuencia, como muchas veces nos la han simplificado, sino que es un como un árbol con muchas ramas que nos cuenta muchas historias paralelas. Cada bifurcación corresponde a una especiación, o la generación de dos o especies a partir de una sola. Se han propuesto varios mecanismos para la especiación, pero el más sencillo es la existencia de barreras geográficas. Es la razón por la cual Australia o Madagascar tienen faunas y floras tan singulares.
Al principio de darse la especiación es posible que se produzca un cruce o hibridación entre dos ejemplares de cada una de esas dos protoespecies. Incluso es posible el cruce entre este tipo de individuos una vez se establecen las nuevas especies, pero muchas veces la descendencia es estéril. Se sabe que dos especies separadas hace unos pocos millones de años son incompatible para la reproducción, pues al poco de separarse (geográficamente o no) aparece una barrera reproductora que mantiene separadas a las dos especies.
Se creía que si, por ejemplo, trascurrían 60 millones de años desde la especiación una hibridación de este tipo era imposible, pues era como cruzar un elefante con un manatí o un humano con un lemur. Sin embargo, esto es lo que precisamente ha pasado con dos especies de helechos cuyos descendientes viven en los Pirineos.
Kathleen Pryer (Duke University), Carl Rothfels (University of California, Berkeley) y colaboradores hallaron el helecho Cystocarpium roskamianum en las montañas francesas y lo llevaron a un vivero para su reproducción y análisis, presumiblemente junto a otras ejemplares.
Los helechos se parecen entre sí, por tanto esta hibridación sólo se pudo descubrir gracias a análisis genéticos. Estos análisis revelaron que el helecho era el producto de un cruce entre helechos pertenecientes a grupos distantes. Estos dos grupos dejaron de intercambiar genes hace 60 millones de años para formar dos linajes distintos.
En este caso estamos hablando de un lapso de tiempo muy largo, pues hace 60 millones de años los dinosaurios se acaban de extinguir y la Tierra era muy distinta a como es ahora.
Otros casos similares son el unas salamandras que pueden hibridarse tras 12 millones de años de separación, unas especies de rana de árbol, que pueden hacerlo tras 34 millones de años o el pez luna que puede hacer lo mismo tras 40 millones de años. Pero estos cruces son artificiales y no siempre se da una descendencia no estéril. Así que el caso del helecho de los Pirineos constituye una nueva marca mundial.
La razón de esta compatibilidad después de tanto tiempo quizás resida en el sistema de reproducción de los helechos. A diferencia de otras plantas, que necesitan de insectos o pájaros para la polinización, los helechos necesitan del viento y el agua para la fertilización de sus óvulos, pues al no tener flores, carece de polen. Al depender de los polinizadores, las plantas con flores necesitan tener unas características específicas que los atraigan y una pequeña variación puede impedir la polinización. Sin embargo, el viento y el agua no son tan selectivos y las condiciones que permiten la especiación no son tan restrictivas, por lo que esta especiación se da más lentamente.
Esto explicaría por qué el número de especies de plantas con flores es treinta veces superior al número de especies de helechos, pese a que estos han estado sobre la Tierra durante mucho más tiempo.
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Fuentes y referencias:
Artículo original
Foto: Harry Roskam.
6 Comentarios
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lunes 16 febrero, 2015 @ 10:20 am
Resulta una historia curiosa y muy bien explicada su viabilidad, porque, como se dice, apenas nos fijamos en los helechos -en justa reciprocidad, ellos tampoco se fijan en nosotros- sin pensar que estamos viendo los descendientes -además próximos- de las primeras vasculares que salieron de las aguas. Varios pluricelulares les precedieron, pero no eran plantas vasculares.
jueves 19 febrero, 2015 @ 5:37 am
?Hay especies de helecho-arbol en la actualidad.? En la prehistoria, cre que si hubo alguna especie. Aunque no se que ventajas tiene un helecho-arbol, sobre un electo común, que crece cerca del suelo, como matorral bajo.
Tampoco sabia de la exigencia de aloe-arbol, en Namibia, ni que ventaja tendría esta especie variante, sobre el cactus, que crece a ras del suelo, como matorral o pitera.
viernes 20 febrero, 2015 @ 11:32 am
Estimado David:
Creo que hay helechos vasculares y, claro, con su tronco y raíces, pero desconozco cómo ha sido su evolución y si son descendientes más o menos directos de los primitivos no vasculares.
Por otra parte, en mi indocumentada opinión, creo que entre las característica más importantes que los hace semejantes es que sus hojas, no son en realidad hojas, sino divisiones de una gran hoja única y que se reproducen por esporas que existen en esas subhojas. Por tanto, no precisan de polinización.
Por lo que se refiere al tema del aloe, pasa algo parecido.
La ventaja que encuentro más evidente al ser árbol, en mi opinión, es que el estar más alto conlleva tener menos comensales.
Un cordial saludo.
Con la segunda cuesti
viernes 20 febrero, 2015 @ 7:46 pm
Hay helechos arborescentes. Son absolutamente preciosos y estar debajo de un bosquecillo de estos helechos es como caminar entre dinosaurios. Pueden tener muchos metros de alto.
Los aloes de Namibia son muy característicos de la región y un tanto extraños cuando se observan de cerca. Se parecen al drago de canarias en algunos aspectos. En Socotra se pueden encontrar plantas parecidas a estos.
El problema es a qué llamamos árbol. Estrictamente ni una palmera lo es, ni una cica, ni una platanera pese a que todos ellos tienen gran tamaño.
sábado 21 febrero, 2015 @ 11:13 am
Querido Neo:
Claro; arborescente viene a significar que tiene semejanza con un árbol, pero no que lo sea.
El árbol ha de tener tronco leñoso -lo que no sucede con el patanero de Canarias- y cierta altura, aunque yo he podido leer que un manzano es un arbusto para un autor y un árbol para otro. Ha de tener raíces propias, pero el pando o álamo temblón comparte raíces con sus clones y diría que es árbol cada uno de ellos. Ha de tener un tronco de crecimiento en grosor de su madera, lo que no sucede con las palmeras que se sostienen merced -creo- a la resistencia que le dan los restos de sus hojas muertas, además de no tener ramas, lo que me parece que también sucede con las cicas, que parecen palmeras, pero no lo son -creo que en Barcelona (paseo de Gracia) hay algunos ejemplares-. Ha de tener un solo tronco, lo que no sucede con la carrasca, tan común en los llanos de Guadalajara, por lo que resulta ser arbusto, aunque, a veces, muy grande. Por supuesto ha de tener ramas y estas dividirse en otras. Este no sería el caso del helecho arborescente, aunque creo que sí del áloe-árbol.
Seguramente hay alguna característica importante más a la que no alcanzo.
Un fuerte abrazo.
sábado 21 febrero, 2015 @ 11:25 am
Estimado David:
Otra ventaja importante es tener más luz, por eso en los bosques y selvas, los árboles son tan altos; por la competencia que se establece para recibir más radiación solar.
Saludos.