NeoFronteras

Matonismo ratonil

Área: Neurología — miércoles, 8 de marzo de 2006

Foto
Un ratón normal persigue a otro animal (izquierda), mientras que el ratón acosado (derecha) permanece aislado (Science).

Una alteración puede hacer que los ratones sean inmunes al acoso hostil por parte de otros ratones. Este resultado podría marcar el camino hacia nuevos medicamentos contra las fobias sociales y la depresión.
Los ratones, al igual que las personas, terminan estando tristes, deprimidos e introvertidos cuando son expuestos a un congénere agresivo. Ahora un equipo de investigadores liderado por Eric Nestler de University of Texas Southwestern Medical Center en Dallas ha revelado que es lo que está pasando en los cerebros de los ratones que sufren este acoso.
Los investigadores pusieron a prueba a un ratón marrón junto con un ratón blanco más grande y agresivo en la misma jaula (al parecer hay ratones que por naturaleza son agresivos) y observaron lo ocurrido.
Después de pasar diez días con diferentes clases de tiranos el ratón marrón empezó a padecer fobia social. Incluso un mes después de las experiencias con los ratones “matones” un animal que en general es gregario y social pasó a ser un animal asustadizo y acobardado que permanecía en un rincón de la jaula lejos de sus “parientes marrones”.
Los investigadores descubrieron que este comportamiento se puede corregir mediante la alteración del circuito de la recompensa en el cerebro que normalmente interpreta la comida, el sexo y las drogas como algo gratificante. Hicieron esto mediante la eliminación, en un grupo de ratones, de una proteína denominada BDNF (factor neurotrófico cerebral) del circuito de recompensa del cerebro.
A los ratones a los que les faltaba BDNF no se sentían molestos por la agresividad de los ratones blancos. Según sugieren, la proteína BDNF es necesitada por el animal para aprender que los ratones agresivos no sólo están muy lejos de representar una recompensa sino que son más bien algo muy negativo.
A los ratones a los que se les administró Prozac o antidepresivos salían antes de los efectos perniciosos del acoso agresivo.
El resultado sugiere que las drogas que afectan al circuito de recompense del cerebro podrían beneficiar a personas con problemas sociales como los que aparecen en las depresiones, en el desorden por estrés postraumático y en la fobia social. De hecho, algunos psiquiatras recetan ya antidepresivos para algunos de estos problemas.
Se especula que este circuito cerebral pueda ser el responsable de problemas de comportamiento más benignos como la necesidad extrema de contacto social o la timidez extrema.
El problema es que la BDNF está presente en otras regiones del cerebro y su bloqueo podría tener efectos secundarios, pero se espera interferir en otras moléculas secundarias que sólo actúen en la región y que interaccionen con la BDNF.
Un paso más adelante sería la identificación de los genes cuya actividad hace saltar el circuito de recompensa.
Hay una fuerte presión para encontrar mejores antidepresivos porque mucha gente no responde bien a los que están actualmente disponibles o experimentan efectos secundarios indeseables.

Referencia: Berton O., et al. Science, 311. 864 – 868 (2006).

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