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La psilocibina de los hongos mágicos parece curar la depresión

Área: Medicina — sábado, 21 de mayo de 2016

Un ensayo clínico con psilocibina tiene éxito a la hora de curar la depresión en pacientes crónicos en los que no había funcionado ninguna otra terapia.

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En los años sesenta se puso de moda el uso recreativo de los alucinógenos, muchos de los cuales procedían del mundo natural y habían sido empleados por diversas culturas en sus ritos religiosos o de sanación.

Pero las autoridades decidieron no sólo prohibir su uso, sino detener cualquier tipo de empleo de estas sustancias, incluso en investigación biomédica. Los ensayos clínicos que se empezaron a hacer en esa época se detuvieron en seco. Durante décadas no se ha podido realizar ninguna investigación acerca del uso de estas sustancias para el tratamiento de enfermedades. Afortunadamente esto ya está cambiando.

Ahora se publica el resultado de un estudio según el cual la psilocibina, el alucinógeno presente en los hongos “mágicos” (en la foto), es efectiva en el tratamiento de la depresión en personas que no responden a otros tratamientos.

El grupo de investigadores de Imperial College London trató a 12 pacientes con esta sustancia. Todos ellos sufrían depresión de larga duración con un promedio de unos 18 años. Además, ninguno sentía alivio de su dolencia a través de la medicación habitual de inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRSs) o de electrosohocks (sí, todavía se usa).

Al cabo de una semana de haber recibido una única dosis, todos los pacientes experimentaron una mejora en sus síntomas. Al cabo de tres meses cinco pacientes estaban en total remisión de su enfermedad. La remisión completa en el caso de tratamientos estándar con SSRIs es de sólo un 20%.

Según Robin Carhart-Harris es un resultado notable dado el contexto de los tratamientos actuales. Los autores del estudio sugieren que el tratamiento con psilocibina puede ser un buen último recurso para pacientes con depresión crónica. Los pacientes toleran este compuesto y además es seguro, según los autores.

No va a ser fácil comercializar esta y otras sustancias similares. La psilocibina está clasificada como una droga de clase A en EEUU y RU, lo que la coloca dentro del mismo grupo que la heroína o la cocaína.

El comité ético que concedió el permiso para este ensayo estaba preocupado acerca de que los voluntarios sufrieran brotes psicóticos o similares, así que exigieron un seguimiento de tres meses sobre estos pacientes. Se necesitaron 32 meses de burocracia desde que se recibió la primera aprobación hasta que se administró la primera dosis. Cada solicitud conllevó dos meses de demora. Este proceso llevó sólo seis meses en otros casos de ensayos con drogas ilegales similares como el LSD o la MDMA. Los investigadores se muestran frustrados por todo este proceso.

Hay estudios similares, como el realizado en el Heffter Research Institute (Santa Fe) en el que se testó la capacidad de aliviar la depresión de la psilocibina en pacientes de cáncer terminales.

Según la Organización Mundial de la Salud, la depresión es la causa principal de incapacitación en el mundo, pero es difícil encontrar terapias adecuadas contra ella. En esta tarea se están ya probado en ensayos clínicos la efectividad de sustancias alternativas como la ketamina o la ayahuasca, siendo los resultados prometedores.

En este caso de la psilocibina el resultado es particularmente interesante porque los efectos beneficiosos de la droga se consiguieron con una única dosis, a diferencia de otros tratamientos en los que se requiere estar tomando una medicación diariamente, a veces de modo permanente.

Es de esperar que ahora se aprueben nuevos ensayos a una escala mayor para evaluar mejor el uso de la psilocibina en el tratamiento de la depresión.

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Fuentes y referencias:
Artículo original
Foto: Wikipedia.

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8 Comentarios

  1. Tomás:

    Pues es una noticia maravillosa. Persona muy cercana está siendo tratada con ketamina y digamos que con resultados esperanzadores, pero con medicación compleja, continuada y muy caro proceso, insoportable a medio plazo o a corto. Espero que la burocrática fórmula de dejar en un cajón tal o cual informe para que «descanse», se movilice. El mundo está cada vez mentalmente peor. Si no podemos erradicar el motivo profundo, a ver si, al menos, hallamos un remedio verdaderamente eficaz.

  2. lluís:

    – Sí, es una buena o muy buena noticia. Nada peor que una depresión profunda y de larga duración, a menudo conducen al suicidio. «Las Autoridades» con sus aires protectores, que la mayor parte de las veces no son otra cosa que comportamientos «politicamente correctos» para salvar su culito, deberían dejar de interferir en cuestiones de este tipo ( también en otras) y dejar que los adultos,tomen sus propias decisiones.
    – Lo que me ha sorprendido es que aún se utilicen los «electroshocks», para tratar depresiones, incluso pensaba que se habían prohibido.

  3. Tomás:

    Sí, amigo lluís:
    Se me hace ese «tratamiento» algo así como propio de los antiguos manicomios con lobotomías y electrosocks. Supongo que se emplearán estos últimos casos muy extremos. De todas formas ya me gustaría saber qué justificación, qué proceso de modificación del cerebro conlleva esta técnica. ¿Será que inutiliza algún exceso de sinapsis o algo así?
    Un fuerte abrazo.

  4. Juan Luis:

    Por favor evitad los prejuicios de película de terror con respecto al electroshock, se usa porque funciona en muchos casos. La imagen del médico sádico o psicópata es injusta, hoy las intensidades usadas están muy ajustadas y se aplican bajo anestesia.

  5. Juan Luis:

    Antes de la prohibición del LSD y otros psicotropos similares, que solo tuvo motivos políticos de reacción ante los cambios culturales que estaban ocurriendo entre los sesenta y setenta, se llegó a investigar e incluso a usar como tratamiento. Stan Groff reunió miles de datos entre tratamientos propios y ajenos que avalaban buenos resultados incluso en las aun hoy incurables esquizofrenias. La proscripción de los alucinógenos es un caso más de injerencia política en la ciencia.

  6. Tomás:

    Es muy posible que te asista toda la razón al sospechar que la influencia del cine con famosas películas como «Alguien voló sobre el nido del cuco» o «El intercambio», si no recuerdo mal, haya extendido una relación entre el electroshock y el abuso de ese tratamiento para doblegar la voluntad de pacientes rebeldes. Al final se ha creado una mala fama difícil de erradicar. Supongo que si ahora se utiliza en alguien, el médico habrá de explicar muy convincentemente la razón a los familiares e incluso al paciente si ello es factible.
    Un cordial saludo.

  7. Miguel Ángel:

    Estimado Juan Luis:

    Coincido contigo en cuanto a no caer en alarmismos, pero podemos explicarlo más detalladamente. Espero no estar demasiado desactualizado, pero supongo que la técnica sigue consistiendo en provocar artificialmente una crisis epiléptica al paciente (con sus contracciones tónico-clónicas en la musculatura y posible relajación de esfínteres o amnesia posterior al tratamiento. También son posibles contracturas y desgarros musculares provocados por la convulsiones).

    También coincido en ser contrario al prohibicionismo: se ha mostrado sistemáticamente inefectivo en todas las épocas y países. No podemos citar ni un solo ejemplo en que la prohibición haya conseguido eliminar por completo el uso de una sustancia (o reducirlo a mínimos). Lo único que se consigue es marginalizar al consumidor y que el producto se venda adulterado a precios astronómicos. En «Aprendiendo de las drogas», Antonio Escohotado hace un buen repaso al historial de prohibicionismo y pone ejemplos y contrajemplos muy interesantes:
    -Uno de los ejemplos que usa (y al que ya me he referido con anterioridad) es de la codeína: hasta hace poco se vendía sin necesidad de prescripción médica en las farmacias como antitusivo. Pero es un opiáceo mayor del mismo grupo que la morfina o la heroína (de hecho, después de tomarla se convierte en morfina) y provoca efectos muy similares a dosis suficientes. Eso sí, su potencial adictivo es algo menor porque se toma vía oral y eso condiciona que los efectos sean menos bruscos y, por ende, menos reforzadores (justo lo contario que busca el heroinómano al fumarla o inyectársela en bolo).
    Sin embargo, el número de adictos es sensiblemente menor que a la heroína. Yo solo he conocido dos casos durante el ejercicio de mi profesión. Es un buen ejemplo para ilustrar que el mero hecho de que la gente tenga al alcance una sustancia con alto poder psicoactivo, no deriva necesariamente en un uso irracional o incontrolado.
    -A renglón de lo anterior, Escohotado pone otro ejemplo que me resultó muy llamativo: no recuerdo si fue en Suiza o en Inglaterra durante el gobierno de Thatcher cuando se despenalizó a modo experimental tanto el consumo como la venta de heroína…y el sorprendente resultado es que los adictos acabaron emigrando a otros países donde siguiera estando prohibida. La explicación que da Escohotado es que los adictos no querían perder su status de víctimas draculinas de la sociedad, además de un modo de vida con ciertas ganancias (por ejemplo, no trabajar y estar exentos de obligaciones y responsabilidades).

    En cuanto al LSD, tuve ocasión de conocer a su descubridor en una charla al final de mis estudios universitarios. Y también das en el clavo: figuras con alto tirón mediático como Timothy Leary o el actor Cary Grant preconizaban su consumo, el movimiento hippie y los acid-tests hicieron el resto para que el árbitro pitara «miedo» en una sociedad que siempre ha sido muy conservadora.
    Y, ciertamente, se reportaron buenos resultados incluso en algunos pacientes esquizofrénicos, a pesar de que siempre se ha desaconsejado el uso de fármacos visionarios en estos pacientes (por aquello de que iba a llover sobre mojado).
    El amigo Tomás tiene conocimiento de un paciente con transtorno
    límite de la personalidad en el que, tras resultar inefectivas otras terapias, parece que ahora está algo mejor con dosis pequeñas de marihuana fumada y ketamina (dos sustancias que le hubiese prohibido cualquier psiquiatra).

    Un cordial saludo.

  8. Tomás:

    En efecto: certifico el último párrafo de Miguel Ángel, del que ya digo algo en el comentario 1.
    Como es de suponer, y por experiencia tan cercana y larga de más de 15 años, estoy muy de acuerdo con cuanto expone en su 7.

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