Retroceso glaciar y cambio climático
Una parte sustancial del retroceso de los glaciares se produce por el cambio climático inducido por el ser humano.
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Si uno viaja, por ejemplo, a los Alpes europeos podrá ver en algunos glaciares las señales que indican hasta donde llegaba el glaciar según el año. No hace falta ser muy observador para darse cuenta de lo que han retrocedido en las últimas décadas.
Podríamos pensar que es un fenómeno local, pero no es así. La inmensa mayoría de los glaciares de todo el mundo han estado retrocediendo en ese tiempo. Se nos viene a la cabeza que el posible culpable de este retroceso es el cambio climático. De hecho, se han usado imágenes de archivo y actuales de glaciares para ejemplificar el cambio climático.
Los glaciares responden de manera lenta al cambio climático, pero, además, son susceptibles a las variaciones del tiempo atmosférico local anual. Los climatólogos pueden relacionar el retroceso de los glaciares a nivel global con el cambio climático, pero eso es más complicado cuando se trata de glaciares individuales y es un asunto de debate en esa comunidad científica. Además, los glaciares han estado retrocediendo desde la última era glaciar por causas naturales, así que tampoco es fácil separar este retroceso natural del generado por el ser humano debido a las emisiones de gases de efecto invernadero.
En el último informe del IPCC se concluye que una parte sustancial del retroceso de los glaciares se produce, efectivamente, por el cambio climático inducido por el ser humano. Aunque la conclusión no es tan sólida como otros aspectos ligados al cambio climático antropogénico, como por ejemplo el aumento de la temperatura a nivel global, no deja de ser inquietante.
Científicos de University of Washington analizaron 37 glaciares de montaña a lo largo del mundo, en especial los situados en distintos continentes: Norteamérica, Europa, Asia, Escandinavia y el hemisferio Sur. El estudio analiza estos glaciares específicamente porque en esos casos se cuenta con un historial largo de observaciones, así como registros meteorológicos que incluye temperatura y precipitaciones durante ese tiempo.
Evaluaron glaciares a alta altitud en los desiertos de Asia, así como glaciares a media altura que están influidos por las tormentas en climas marítimos. Sus grosores, pendientes y área cubierta eran son diferentes y estos aspectos afectan el tamaño del glaciar y sus fluctuaciones en longitud.
Gerard Roe dice que, como los glaciares tienen una respuesta de décadas a cualquier cambio en el clima, el retroceso de estos está entre las señales más puras del cambio climático.
Llegan a la conclusión de que la mayor parte de su retroceso en el último siglo se debe al cambio climático con un 99% de significación estadística.
El tiempo cubierto es de unos 130 años, lo que les permitió establecer una buena relación señal/ruido. Entonces calcularon la probabilidad de que los retrocesos observados pudieran haber sucedido sin ningún cambio de fondo del clima.
En sus cálculos tuvieron en cuenta aspectos estadísticos, pero no usaron un modelo computacional detallado.
La sensibilidad al cambio climático cambia según la localización. Así, por ejemplo, el glaciar South Cascade en el estado norteamericano de Washington está sometido a una gran variabilidad al encontrarse influido por las nieves invernales provocadas por las tormentas del Pacífico, lo que genera una precipitación de 3 metros de nieve al año. Esto contrasta con los 10 cm de precipitación de nieve en los desiertos de altura de Asia. Por tanto, estos dos casos experimentan una disposición meteorológica muy diferente, lo que les hace responder al cambio climático de una forma distinta.
Estos científicos se atreven con conclusiones específicas para algunos glaciares. Así, por ejemplo, para el glaciar Hintereisferner en Austria, que ha retrocedido 2,8 Km desde 1880, concluyen que su retroceso se debería a causas naturales con una probabilidad de 1 en 100.000. Es decir, que se debe al cambio climático provocado por ser humano.
El glaciar Franz Josef de Nueva Zelanda es de los pocos que ha experimentado un reavance, en este caso de 1 km en una década en concreto, pero un retroceso de 3,2 km en los últimos 130 años. Atribuir este retroceso a causas naturales sólo se pude hacer con una probabilidad del 1%, es decir, que tampoco se debe a procesos naturales.
En general, los resultados indican que estos cambios en la longitud de los 37 glaciares analizados están entre 2 y 15 desviaciones estándar fuera de la media estadística. Esto representa una de las razones señal/ruido más altas nunca documentada en un sistema natural en respuesta al cambio climático.
“Podemos mirar a estos glaciares alrededor de nosotros que vemos que están retrocediendo y ver pruebas definitivas de que el clima está cambiando. Esa es la razón por la que la gente lo ha notado. Estos glaciares están ya asombrosamente muy lejos de donde estaban durante el clima preindustrial”, dice Roe.
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Fuentes y referencias:
Artículo original
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domingo 18 diciembre, 2016 @ 7:48 pm
Un dato global que podría añadirse a los que citan continuamente para justificar la teoría del origen humano del calentamiento global es el total de energía que genera la humanidad. Comparando la potencia de que disponemos ahora con la que disponía un ser humano hace cien años, está clara la diferecnia. Hoy ,en países industriales, a cada ser humano le corresponden, pongamos, veinte KW, cuando entonces eran 0.1Kw.
La energía disipada por la humanidad al ambiente también posee su ciclo de generación y disipación, de manera que , a la fuerza, la atmósfera y las aguas han de participar en ello. Cien kilómetros aguas arriba de mi ciudad hay una central nuclear que se refrigera con aguas del río que pasa cerca de mi casa,y cuya T forzosamente es siempre mayor que antes. El coche actual tiene 50CV más que el de hace x años, tenemos calefacción ,agua caliente, ascensores,…
Si doblamos la energía per cápita cada veinticinco años, no sé por qué dudamos tanto sobre el origen del calor. Y es que somos muchos miles de millones calentando la habitación. Miro las fotos nocturnas de satélite y veo la tierra lucir como un ascua,vengo del campo y llego a la ciudad y el termómetro del coche sube dos o tres grados, y eso es calor, luz, energía. Y las ciudades del mundo empiezan a ser un % importante del mapa mundial… Y una eficaz forma de disipar esa energía es fundiendo hielo, 80 Kcal/Kg y evaporando agua, 500 Kcal/Kg . A ver qué glaciar puede aguantar todo esto y lo que proyectamos construir en los años próximos…¿Solución ?. En una sola palabra, austeridad. En tres palabras, infinitas soluciones inútiles.
domingo 18 diciembre, 2016 @ 8:55 pm
Estimado Petrus:
Lo que apunta es el calor disipado por el uso de la energía. Un efecto que es innegable desde el punto de vista físico. Desconozco si los climatólogos lo tienen en cuenta en sus modelos. Es de suponer que el efecto invernadero del metano y del dióxido de carbono son más importantes.
Sin embargo, alguien hizo el cálculo en el pasado sobre esa disipación y llegó a la conclusión de sólo con eso y el crecimiento exponencial actual los océanos llegaría a hervir en no demasiado tiempo.
lunes 19 diciembre, 2016 @ 9:59 pm
Petrus, yo me pregunto también qué papel desempeña el despilfarro de energía en el cambio climático. Hasta ahora sólo se centran en la alteración de la composición atmosférica, y es posible que estemos sobreestimando algunos efectos y subestimando otros. No es tampoco de desdeñar el hecho de que las áreas urbanas ocupan ya una porción significativa de la superficie terrestre, y el número de conurbaciones millonarias se ha expandido de forma brutal, sobre todo en el llamado «tercer mundo».
Por otro lado, todo el mundo da por hecho que el cambio climático traerá un incremento en las temperaturas del planeta. Eso, no lo sabemos. Eso es lo que está pasando ahora mismo, pero una vez que el planeta se haya reacomodado lo más probable es que el cambio global quede bastante amortiguado en ese aspecto, a costa de trastocar todo el sistema tal y como lo conocemos. Es decir, las áreas que ahora tienen climas templados pueden pasar a tener climas inhóspitos y viceversa. El impacto que esto tendrá en los asentamientos humanos es simplemente incalculable.
martes 20 diciembre, 2016 @ 1:37 am
Me quedo con tu última frase, amigo Petrus:
«¿Solución?. En una sola palabra, austeridad. En tres palabras, infinitas soluciones inútiles».
Completamente de acuerdo.
miércoles 21 diciembre, 2016 @ 8:30 am
Queridísimo Miguel: Te has dejado «en dos palabras»: desarrollo sostenible.