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Efecto placebo y creatividad

Área: Psicología — domingo, 29 de octubre de 2017

Tomar un placebo que supuestamente incrementa la creatividad, efectivamente, incrementa la creatividad.

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En los experimentos sobre la efectividad de los fármacos siempre debe haber un grupo de control. A los individuos de ese grupo se les administra un placebo, una pastilla sin efectos farmacológicos. Si se hace realmente bien, ni el que proporciona las pastillas sabe si es el placebo o la medicina a ensayar. Con ello se pretende descontar el efecto placebo.

El efecto placebo es tan fuerte que es la causa por la que funcionan algunas terapias alternativas y la ventaja, por desgracia, con la que cuentan muchos timadores y magufos.

El efecto placebo no sólo funciona por la existencia de esa supuesta pastilla que es ingerida, sino además por el ritual que conlleva que un supuesto médico (o curandero, brujo o chamán) con bata blanca te lo entregue. Incluso se investiga este efecto placebo para poder usarlo terapéuticamente.
En algunos estudios se ha podido comprobar se pueden alcanzar éxito en el tratamiento de ciertas enfermedades usando «placebo sin engaño» en pruebas en las que al enfermo se le comunica que lo que le dan es un placebo sin efectos farmacológicos. Así, por ejemplo, a enfermos de colon irritable a los que se les daba una pastilla bajo estos términos, sufrían menor dolor.

El efecto placebo no sólo funciona para apaciguar el dolor, sino que también mejora el rendimiento deportivo. A los deportistas a los que se les administra un placebo levantan más peso o pedalean mejor en la bicicleta.

Pero no sólo tiene efectos físicos, además los tiene cognitivos. El efecto placebo mejora el rendimiento de los voluntarios en test de memoria, de aprendizaje y conocimiento general.

Ahora, un estudio reciente apunta a que también mejora funciones cognitivas como la creatividad. El estudio ha sido realizado por Lior Noy and Liron Rozenkrantz (Instituto de Ciencia Weizmann de Israel). Estos investigadores solicitaron a 90 estudiantes voluntarios que olieran una sustancia con olor a canela. A unos (45) se les dijo que supuestamente incrementaba la creatividad y reducía las inhibiciones y a otros (45) sólo se les pidió que puntuaran cómo les parecía su olor y que constituían el grupo de control.

Luego, todos ellos tenían que realizar una tarea diseñada para medir su creatividad consistente en reordenar una serie de cuadrados en la pantalla de un ordenador para construir diferentes formas. Es un test recientemente diseñado (creative foraging game o CFG). Al azar se eligió un subconjunto de 54 voluntarios que además completaron dos test estándar. Uno era el test de Torrance (TTCT) y otro el test de usos alternativos, que consiste en encontrar usos novedosos y diferentes objetos de la vida cotidiana, como zapatos o botones. En las tres pruebas se les solicitó que crearan tantas soluciones originales como les fuera posible y se puntuó su originalidad, flexibilidad y fluidez.

Aquellos a lo que se les dijo que la sustancia que olían tenía supuestas propiedades obtuvieron mayor puntuación en estas pruebas que medían la creatividad. Así, por ejemplo, fueron los que consiguieron formas inusuales y aplicaciones novedosas a los objetos cotidianos.

«Las mejoras no fueron suficientes como para transformarte en el próximo Picasso, pero fueron significativas», dice Noy.

Según Rozenkrantz, el placebo hizo que los participantes se sintieran que tenían una ayuda extra y que se sintieran más seguros y aventureros. «Mucha gente, incluido yo mismo, tienen miedo de las tareas creativas. Si alguien me pide hacer algo creativo, me quedo bloqueado y no soy suficientemente bueno en ello. Creemos que el placebo elimina el bloqueo mental y permite a la gente sentirse apoyada y deja irse a los miedos», añade.

Noy dice creer firmemente que todo el mundo es creativo y que incluso un niño de tres años puede tomar un palo y simular que es un cohete espacial. «Queremos ver cómo podemos desarrollar y mejorar esta habilidad», añade.

Estos investigadores creen que sus hallazgos podrían ser usados por jefes y profesores para que sus empleados y estudiantes sean más creativos. Para ello, dicen, no sería necesaria la administración de un placebo, sino que bastaría con decirles que son ya creativos y poniendo énfasis en los logros que hayan conseguido en el pasado. De este modo se crearía un ambiente más seguro que mejore su autoestima. Otra posibilidad es que el hallazgo se usen modo «placebo sin engaño».

Este resultado apoya otros estudios previos que muestran que la creatividad no es algo fijo, sino que puede desarrollarse o, por lo contrario ser reducida o suprimida. Si este resultado se tiene en cuenta se puede conseguir mejorar ostensiblemente la creatividad en lugares de trabajo y centros de enseñanza.

Así, por ejemplo, un estudio mostró que los empleados de un hotel en China que recibieron realimentación positiva por parte de sus jefes mostraron más creatividad a la hora de resolver los problemas del día a día que se daban en el hotel.

Otro estudio demostró que en una compañía fabricante de coches que tenía jefes abusivos destruyó la creatividad de los empleados.

Estos ejemplos sugieren que el efecto placebo en este aspecto de la creatividad puede funcionar duera de las condicionss controladas de laboratorio. Aunquw hará falta más investigación al respecto.

Además se necesitaría saber los mecanismos neuronales que hay detrás del efecto placebo, algo que, de momento, es un tanto misterioso. Aunque se sabe que este efecto reduce el dolor y la depresión mediante la liberación de opiaceos naturales en el cerebro. Pero no se sabe cómo se dispara este mecanismo. Cómo ayuda a tener más creatividad a nivel neurológico es un misterio aún mayor.

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Fuentes y referencias:
Artículo original I.
Artículo original II.
Artículo original III
Foto: Wikimedia Commons.

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2 Comentarios

  1. Tomás:

    Hay en el artículo un corto párrafo en el que se refiere a que «… incluso un niño de tres años…» y no me cabe la menor duda. Seguramente se va incrementando esa capacidad durante algunos años que no sabría cuantificar. Pienso que, en parte al menos, eso se debe a que el niño intenta concebir la realidad. Anoche vi una película en la 2 muy aceptable, titulada «Morir… dormir… tal vez soñar» en la que un niño de unos cinco años insistía en preguntar a sus padres qué era el cielo, pero no el celeste que podemos ver, sino el del ideal religioso. Y no resultaba fácil para los padres. Consigue la madre decirle que el cielo es la felicidad, pero el niño no sabe qué es la felicidad. Entonces le dice su madre que la felicidad es lo que sienten su padre, ella y el niño. Entonces el niño dice que en ese caso viven en el cielo (o algo así), que su casa es el cielo.
    Bueno, me he ido por derroteros imprevistos.
    Lo que quiero decir es que la creatividad debe de ser consustancial a la actividad cerebral: imaginar para descubrir o incluso para construir una realidad si no nos agrada la que nos rodea. Pero posiblemente este comentario sea más propio del artículo «Soñar despierto puede ser una buena señal». Pero como ya está escrito, lo dejo; ¡no voy a repetirlo ahí!

  2. JavierL:

    También esta el tema de expresar la creatividad. En mi experiencia dirigiendo personal técnico, siempre busco de crear un ambiente laboral agradable y entonces naturalmente los técnicos tramiten sus ideas creativas y les gusta que se les reconozcan. Incluso ha sido particularmente exitoso ponerlos a cargo de la ejecución de sus ideas (si las mismas son buenas y aunque no fuera exactamente de lo que estaban haciendo antes). En ese caso no te trasmiten ningún problema sin una o varias propuestas. Y cuando verifican la ejecución de su idea tienden incluso mejorarla… (y todo sin incentivo económico)

    Pero cuando el líder de un proyecto crea un ambiente negativo, siempre noto que los trabajadores aunque ya se les haya ocurrido una solución a un problema se quedan callados (y por puro revanchismo) dejan que sea el jefe del que tome decisiones tras decisiones. Se hacen pasar por simples robots y tratan que el líder se muera de estrés.

    También cuando se castiga uno por equivocarse con una solución creativa inmediatamente a todos los demás la da terror expresar las suyas.

    En los tres casos no he notado un aumento de la creatividad sino una mayor o menor disposición para expresarla. Incluso en los últimos dos casos he sido testigo de los trabajadores hablando entre ellos «lo que deberían hacer es… Pero yo no pienso decir nada». (siempre me dio risa el tema). Y cuando la líderes dan con una solución siempre están molestos «¿porque todo lo tengo que resolver yo?» «¿nadie más pudo pensarlo?»

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