Colesterol de hace 588 millones de años
El hallazgo de moléculas fósiles de colesterol probaría que Dickinsonia era un animal, lo que haría de este ser ediacarense el animal más antiguo conocido.
Hace unos días hablábamos en NeoFronteras sobre la fauna de Ediacara. Ahora estos animales aparecen profusamente en los medios de comunicación generalistas a raíz de un nuevo descubrimiento.
Como ya todos sabemos, la biota de Ediacara ha sido siempre polémica porque había artículos que sostenían que esos seres no eran verdaderos animales, sino que podrían ser líquenes, colonias bacterianas, algas o protistas unicelulares de tamaño descomunal.
Ahora, investigadores de la Australian National University (ANU) parece que definitivamente han demostrado la naturaleza animal de, al menos, uno de ellos: Dickinsonia. Los fósiles de Dickinsonia llegan a medir 1,4 metros de largo y tienen forma ovalada, con numerosas rayas paralelas que parten del eje longitudinal.
La biota de Ediacara es, posiblemente, la más misteriosa de las que han aparecen en el registro fósil. Se trata de las primeras formas de vida pluricelular de la que se tiene noticia, siendo anteriores a la explosión del Cámbrico. Sus fósiles tienen formas y simetrías un tanto raras y extrañas.
Se acepta que esta biota está constituida por formas de vida muy sencillas de animales de cuerpo blando. Se conocen unas 200 especies del Ediacarense. Algunos parece que estaban anclados al lecho marino, otros flotarían, mientras que el resto parece que se desplazaban de algún modo sobre dicho lecho. Según esta idea, se trataría de un mundo plácido y lento en donde casi no habría movimientos voluntarios ni depredación. A lo más, habría seres similares a las medusas flotando lentamente en las aguas y dejándose llevar por estas. Los seres ediacarenses vivirían de microorganismos, del plancton, de detritus del fondo o de algas simbióticas
Hace unos años, Ilya Bobrovskiy (ahora en ANU) encontró, entre otros, un ejemplar de Dickinsonia de 558 millones de años maravillosamente conservado en lo que hoy es el mar Blanco, al noroeste de Rusia. Este ser vivió unos 20 millones de años antes de lo que se ha venido a denominar «explosión cámbrica», que es cuando aparecieron los grupos modernos de animales. Para conseguirlo Bobrovskiy tuvo que arriesgar su vida y escalar un acantilado.
Tuvo que tomar un helicóptero a una zona remota de esta parte del mundo poblada por osos polares y mosquitos. Los fósiles estaban en el centro de un acantilado sobre el mar Blanco, estructura que mide de 60 a 100 metros de altura. Este investigador se descolgó con una cuerda desde su borde en busca de este tipo de fósiles, pues sabía que estas rocas eran de ese periodo. Fue partiendo trozos de arenisca hasta que encontró varios especímenes.
Como estos fósiles estaban excepcionalmente conservados, Bobrovskiy se preguntó si conservarían todavía biomoléculas. Al no ser experto en el tema, y siendo todavía estudiante de doctorado, contactó telefónicamente con Jochen Brocks (ANU). Brocks le dijo que estaba loco. «Dije, sí, esta es la idea más estúpida que nunca he oído», recuerda Brocks y le dijo que tendría que hacerlo él mismo.
Pero el ejemplar de Dickinsonia que tenía Bobrovskiy estaba esencialmente «momificado». Era una mezcla de arcilla y arenisca y estaba conservado de manera exquisita. Era como tener un fósil de T. rex que conservara la piel y los ojos. Había que estudiarlo. Así que Brocks invitó a Bobrovskiy.
Entonces Bobrovskiy fue a Australia para trabajar en el laboratorio de Brocks. Con él llevó varios ejemplares de la biota de Ediacara encontrados en Rusia de distintas especies. Todos ellos parecían conservar una película que parecía contener sustancias orgánicas.
La idea de buscar de moléculas orgánicas que pudieran haberse conservado desde entonces era, como mínimo, muy atrevida.
Primero lo intentaron con un ejemplar de Beltanelliformis. Tomaron unas muestras de la película que contenía, la disolvieron y analizaron su contenido con cromatografía de gases y espectrometría de masas en busca de moléculas de origen orgánico. Encontraron hopanos, lo que sugería que Beltanelliformis era una colonia de cianobacterias. Resultado que publicaron al principio de este año.
Espoleados por este resultado se pusieron a hacer lo mismo con el fósil de Dickinsonia. El 93% de la materia orgánica encontrada consistía en moléculas de 27 átomos de carbono: colesteroides. Entre ellas había colesterol, que es una rasgo típico de la pared celular de las células animales. El colesterol es muy poco abundante en otras formas de vida, como bacterias, líquenes o amebas. Todas las formas de vida de la Tierra tienen células cuya membrana está formada por lípidos, pero sólo en las de los animales hay colesterol.
Las muestras tomadas por encima y por debajo del fósil arrojaron un resultado diferente: un 11% de colesteroides y un 70% de estigmasteroides, moléculas de 29 átomos de carbono propias de las algas verdes. Esto excluía una posible contaminación de las muestras tomadas del fósil.
El resultado es maravilloso y sorprendente. Dickinsonia usaba colesterol para construir las paredes de sus células. La apuesta era muy arriesgada, pero encontraron esas moléculas todavía conservadas después de caso 600 millones de años. Al ser este tipo de moléculas propias de los animales, se demuestra que Dickinsonia era un animal como todos los que vinieron después. Además, hace de este ser el antepasado de los animales más antiguo que se conoce.
«Las moléculas fósiles de esta grasa que hemos encontrado demuestran que que los animales eran grandes y abundantes hace 558 millones de años, millones de años antes de lo que previamente se había pensado», dice Jochen Brocks (ANU).
«Los científicos han estado peleando durante más de 75 años sobre lo que era Dickinsonia y otros extraños fósiles del la biota de Ediacara: amebas gigantes, líquenes, experimentos fallidos de la evolución o los animales más antiguos. El fósil de este lípido confirma a Dickinsonia como el fósil de animal más antiguo conocido, resolviendo décadas de misterio», añade.
Encontrar moléculas fósiles con esa edad es una tarea muy difícil, porque casi ningún fósil conserva ese tipo de restos orgánicos, sean de esa época o de épocas más recientes.
En el caso particular de las rocas de las colinas de Ediacara, en donde se encontraron los primeros ejemplares de este tipo de fósiles, se sabe que sufrieron mucha presión, calor y meteorización, así que no pueden quedar este tipo de restos orgánicos. Además, estos factores han dificultado la labor de los paleontólogos durante todas estas décadas, por lo que no han podido ponerse de acuerdo acerca de la naturaleza de estos seres.
Por el contrario, las rocas areniscas del acantilado del mar Blanco no han sido sometidas a grandes presiones y temperaturas durante todo este tipo y por eso las moléculas orgánicas de grasa se han conservado. Aunque, de todos modos, este tipo de preservación es muy inusual.
Esta prueba por sí sola quizás no fuera suficiente, pero se suma a otras que hacen pensar a los expertos que Dickinsonia es, definitivamente, un animal.
El Ediacarense estaba poblado, por tanto, de animales. Durante 30 millones de años vivieron en armonía en un ecosistema simple y pacífico. Entonces, al final de este periodo, se produjo la explosión del Cámbrico y aparecieron por evolución la depredación, las mandíbulas, los dientes, las conchas y, sobre todo, las anatomías que nos son familiares. De hecho, todos los filos conocidos proceden de esa época. Aunque todavía no sabemos bien qué disparó esta explosión.
Es posible que otros animales haya precedido a Dickinsonia en el linaje animal, así que es posible que se encuentren el registro fósil si se buscan hay suerte.
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Fuentes y referencias:
Artículo original.
Artículo de revisión.
Foto: Ilya Bobrovskiy, Australian National University.
4 Comentarios
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domingo 23 septiembre, 2018 @ 10:26 am
Yo diría que es seguro que otros animales hayan precedido a Dickinsonia. Porque el tamaño es importante, y 1,4 m es algo muy grande. Pienso que el primer animal hubo de ser pequeño; parece más sencillo que así fuese. Lo difícil será encontrar los más antiguos y demostrando que eran animales.
miércoles 26 septiembre, 2018 @ 12:08 am
Me refería al dibujo lateral, visto desde arriba se parece a uno de esos robots que venden para limpiar el suelo.
miércoles 26 septiembre, 2018 @ 12:21 am
¡Uy. me he perdido pensando que el vídeo era una recreación de Pahvantia!
Lo sorprendente es que se hay podio conservar esa barbaridad de tiempo el colesterol y que ahora nos sirva para disipar nuestras dudas.
En cuanto a lo que comentas del tamaño, amigo Tomás, tampoco lo descarto, pero no estoy tan seguro como tú: recuerda el caso de los mohos mucilaginosos. También estuvimos hablando, pero hace ya unos cuantos años, de la posibilidad de que LUCA fuese un macroorganismo.
miércoles 26 septiembre, 2018 @ 10:21 am
¡Qué memorión tienes! Pero me nombras a LUCA que en nuestro maravilloso «asturiano» es mi PACU. Lo que pasa es que uno u otro eran, si lo fueron, informes… digo yo…, aunque pudieran tener alguna estructura sin límites definidos. En fin, cualquiera sabe.