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Fósiles de escarajo en cropolitos

Área: Paleontología — miércoles, 21 de julio de 2021

El hallazgo de que se pueden encontrar insectos en coprolitos quizás inaugure una nueva vía para el estudio paleontológico de los insectos.

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Los excrementos pueden ser una fuente de información. Así, por ejemplo, su análisis permite saber sobre las posibles enfermedades que se puedan tener. Pero los excrementos, una vez fosilizados, también son una buena fuente de información para los paleontólogos. A estos excrementos fosilizados se les llama coprolitos.

Los coprolitos son abundantes en las colecciones de museos y centros de investigación de todo el mundo. Pocos científicos hasta ahora han examinado el interior de estas cápsulas del tiempo del registro fósil. En gran parte ello es debido a que los investigadores no creían que los insectos, sobre todo los pequeños, pudieran atravesar con éxito el sistema digestivo de un animal y acabar teniendo una forma reconocible.

Hace unas semanas se publico un artículo en el que se describía lo que se ha aprendido de unos cropolitos gracias la reconstrucción 3D por radiación sincrotrón del interior de uno de estos fósiles. Lo averiguado permite reconstruir una historia interesante.

Nuestro relato comienza en el Triásico, que es el primer periodo de la era Mesozoica (le siguen Jurásico y Cretácico). Hace 230 millones de años un precursor de lo que serían los dinosaurios y denominado Silesaurus opolensis estaba comiendo su «ensalada» de algas habitual. Silesaurus era un antepasado de dinosaurio picudo que vivía en esa época en lo que hoy es Polonia. Medía unos 2 metros de largo y pesaba 15 kilogramos. Esta es una reconstrucción de la cabeza este animal:

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Al igual que en la dieta de las personas vegetarianas, que ingieren un determinado porcentaje de insectos que no es despreciable, Silesaurus opolensis se comió unos escarabajos que estaban entre esas algas.

Se ha denominado Triamyxa coprolithica a esta nueva especie de insecto ingerido por el Silesaurus. Incluso inaugura una nueva familia que era totalmente desconocida para la ciencia hasta ahora.

Probablemente pertenecía a un grupo conocido como Myxophaga, que son pequeños escarabajos que prosperan entre las algas en hábitats húmedos. El equipo lo categorizó taxonómicamente al señalar características compartidas con el Myxophaga moderno, como el número de segmentos del abdomen o la posición de las antenas. Myxophaga es uno de los que cuatro linajes que todavía sobreviven en la actualidad.

Aunque Silesaurus parece haber ingerido numerosos individuos de Triamyxa coprolithica, el escarabajo (de poco más de 1 mm de longitud) probablemente era demasiado pequeño como para haber sido el único objetivo de la comida. Pero, Triamyxa probablemente compartió hábitat con escarabajos más grandes y otras presas que hasta ahora no se han encontrado en los coprolitos en una forma reconocible. Así que parece probable que Silesaurus fuera omnívoro y que una parte de su dieta estuviera compuesta por insectos.

El caso es que los escarabajos pasaron por el tracto digestivo del animal y terminaron en las heces de Silesaurus casi sin alterar, pero ya muertos. Estos excrementos se fosilizaron con el tiempo y conservaron a los escarabajos hasta nuestros días.

La fosilización fue buena porque fue facilitada por la composición de fosfato de calcio de los coprolitos y porque hubo una mineralización temprana realizada por bacterias. Todo ello ayudó a preservar detalles delicados e increíbles de los fósiles del interior del coprolito que se han podido desvelar ahora, 230 millones de años después.

Por si alguno se lo pregunta, se sabe que no eran escarabajos que se alimentaban de excrementos porque el fósil no contiene los típicos túneles que un escarabajo coprófago dejaría tras de sí.

Pero este tipo de fósiles, a diferencia de los de ámbar, no son transparentes y extraer los posibles animales fosilizados del interior es casi imposible. Para saber sobre ellos los investigadores implicados tuvieron que que utilizar técnicas novedosas.

Es aquí en donde entra la microtomografía de sincrotrón que se realizó en la Instalación Europea de Radiación de Sincrotrón (ESRF) en Grenoble, Francia. Esta tecnología permite visualizar estructuras internas en fósiles en tres dimensiones con gran contraste y resolución. Los investigadores analizaron con este método coprolitos de unos 2 cm de tamaño en busca de fósiles en el interior.

En este vídeo se puede apreciar lo que pudieron ver.

«Me sorprendió mucho ver lo bien conservados que estaban los escarabajos cuando aparecieron en la pantalla, fue como si te estuvieran mirando directamente», dice el primer autor Martin Qvarnström, paleontólogo de la Universidad de Uppsala en Suecia.

Este descubrimiento ofrece una nueva alternativa a los fósiles de insectos conservados en ámbar, que en origen se quedaron atrapados en resina de árbol. Aunque este sistema produce fósiles de insectos muy bien conservados, los fósiles de insectos en ámbar más antiguos tienen aproximadamente 140 millones de años, por lo tanto, son de tiempos geológicos mucho más recientes que en el caso que nos ocupa.

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«No sabíamos cómo eran los insectos en el período Triásico y ahora tenemos la oportunidad. Quizás, cuando se analicen muchos más coprolitos, encontremos que algunos grupos de reptiles produjeron coprolitos que no son realmente útiles, mientras que otros hayan producido coprolitos llenos de insectos bien conservados que podemos estudiar. Simplemente tenemos que empezar a buscar dentro de los coprolitos para obtener al menos alguna idea», dice Martin Fikáček (Universidad Nacional Sun Yat-sen, Taiwán), coautor del artículo.

Con los coprolitos los investigadores pueden ahora mirar aún más hacia el pasado, lo que les permite aprender más sobre la evolución de los insectos y de las redes tróficas de épocas que aún no se habían explorado.

No deja de ser fascinante el viaje temporal de estos animales, puede que muchos de nosotros dejemos menos huellas de nuestra existencia en este mundo.

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Fuentes y referencias:
Artículo original.
Fotos: Qvarnström y colaboradores.
Ilustración: Malgorzata Czaja.

Salvo que se exprese lo contrario esta obra está bajo una licencia Creative Commons.
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