La demostración de que unas semillas de acacia viajaron 18.000 km hasta asentarse en otra isla distinta a la original cuestiona el papel de las islas como callejones sin salida para las especies.
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Las plantas están muy limitadas a la hora de viajar de un sitio a otro. Lo hacen a través de sus semillas. Existen muchos métodos que las plantas usan para dispersar sus semillas. Algunas son dispersadas por el viento, como los cereales. A veces se adhieren con ganchos al pelo de los animales. Otras, como los cocoteros, dispersan sus semillas gracias a las corrientes marinas. A veces incluso se las han ingeniado para, gracias a la evolución, aguantar el tracto intestinal de los animales y ser depositadas lejos de donde se formó dicha semilla. Las semillas de la cayena y plantas picantes similares, por ejemplo, están protegidas de los mamíferos gracias a capsaicina, el picante que los mantiene alejados a ellos y a sus destructivos aparatos digestivos. Pero la capsaicina no afecta a las aves porque su tracto digestivo no daña a las semillas de estas plantas. (leer más…)