Podría haber exolunas errantes
Un modelo computacional predice que por nuestra galaxia podrían deambular billones de exolunas expulsadas.
Al poco de lanzarse la misión Kepler que buscaba planetas por el método de tránsito en una región específica del cielo, se predijo que se iban a descubrir exolunas con este telescopio espacial.
Estos cuerpos serían lunas que orbitarían planetas extrasolares. Como la luna de Endor de Star Wars, algunas de estas lunas podrían ser habitables aunque orbitaran planetas gigantes gaseosos.
Se han encontrado miles de exoplanetas, algunos de ellos con unas características que ni habíamos ni imaginado previamente. Sin embargo, el pronóstico de encontrar exolunas no se ha cumplido, pese a que sabemos, como en el caso de Júpiter, que los satélites naturales existen.
Una explicación puede ser que la precisión necesaria para descubrir tales objetos no fue alcanzada por Kepler, primero porque las estrellas en general tienen una luminosidad más inestable de lo que se esperaba y, segundo, porque la primera parte de esta misión terminó abruptamente al fallar demasiados volantes de inercia y, sin una estadística de más años de observación, no se pudo deducir la existencia de tales cuerpos.
Pero también podría ocurrir que la abundancia de tales objetos fuera mucho menor de lo que se pensaba, sobre todo si tienen una tamaño suficiente como para que sean habitables y sean detectadas por el método de tránsito. De este modo, podría haber lunas como las galileanas de Júpiter, pero no mucho mayores.
Pero no es fácil explicar esto, pues, según lo que se sabe sobre formación planetaria, ese tipo de lunas se tendrían que formar.
Un estudio reciente apunta a que la explicación estaría en que sí se forman, pero que son despedidas gracias de la dinámica planetaria, transformándose en lunas errantes. Según esto, por el espacio vacío no sólo vagarían planetas ya congelados, sino que también habría cuerpos que una vez fueron lunas. De este modo, el espacio vacío podría estar repleto de objetos solitarios que nacieron como lunas o planetas, pero que fueron expulsados de sus sistemas por procesos violentos.
El caso de la roca Oumuamua, que recientemente ha cruzado nuestro Sistema Solar procedente, se cree, de las Pléyades, nosa como cabría suponer.
Yu-Cian Hong (Cornell University) y Sean Raymond (Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Francia) han realizado una serie de simulaciones computacionales con el objetivo de saber cómo es la evolución de las lunas que se hay en un sistema planetario al poco de formarse.
Los planetas que se forman no suelen tener órbitas estables, sino que, al poco, los planetas se reordenan hasta que, por fin, se consigue que tengan órbitas estables. Este proceso puede dar lugar a la expulsión de algún planeta, pero es catastrófico, según estos investigadores, para las lunas primordiales al ser sus órbitas desestabilizadas.
Según las simulaciones que han realizado, del 80% al 90% de estas lunas primordiales pierden al planeta que las vio nacer. Ello implica que estas lunas o bien chocan con otro planeta, chocan contra su estrella, terminan orbitando la estrella de su sistema y convirtiéndose en “planetas” o son eyectadas del sistema planetario y acaban errantes por el espacio.
Hong y Raymond predicen que debe de haber una gran abundancia de una población galáctica de cuerpos flotantes que una vez fueron lunas. Podría incluso haber entre una y cien lunas errantes por cada estrella de nuestra galaxia.
Sin embargo, según este estudio, las lunas de tipo galileano tienen una probabilidad del 20% al 40% de sobrevivir. Según los autores, la supervivencia de una luna aumenta con la masa del planeta anfitrión, pero es independiente de la órbita final de dicho planeta.
Según Hong, es posible que los planetas gigantes nuestro Sistema Solar no hayan sufrido eventos de dispersión planetaria demasiado fuertes, por lo que la capacidad para hacer que las lunas abandonen sus planetas anfitriones y se conviertan en cuerpos flotantes libres podría haber sido limitada. Por tanto, en nuestro sistema no se habría producido una gran pérdida de lunas, posiblemente por la lejanía al Sol de los planetas jovianos.
Pero, el modelo tampoco niega la existencia de lunas, incluso masivas, que orbiten, planetas jovianos de gran masa. Quizás la luna de Endor exista, pero su abundancia sería bastante reducida.
El caso más curioso que estos investigadores sugieren sería el de un planeta que es expulsado de su sistema y, en el camino, captura una luna errante. Entonces, debido a las fuerzas de mareas, la luna sufriría un calentamiento y se podría generar un mundo habitable alrededor de un planeta sin estrella. Si dejamos volar la imaginación, en un mundo así, errante por la galaxia pero con luna y con un cielo negro sin sol, podrían darse temperaturas agradables que mantuvieran cuerpos de agua liquida. Puede que la vida pudiera aparecer allí, alimentada, quizás, por fuentes hidrotermales.
Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=5925
Fuentes y referencias:
Artículo original.
Sobre exolunas en NeoFronteras.
Ilustración: NASA/Wikimedia Commons.
3 Comentarios
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jueves 11 enero, 2018 @ 10:48 pm
Que un planeta errante capture a una luna errante se me antoja que debe de ser algo así como el colmo de todas las coincidencias. Pero con decenas o centenas de trillones de estrellas (con sus correspondientes planetas y lunas), y a una escala temporal no menos electrofanfarrónica, pues…supongo que sí, que alguna vez se dará el caso e incluso que sonara la flauta de la vida. En caso de ser vida inteligente, tendrían buenos motivos para tener una cosmovisión equivalente a nuestro principio antrópico, y que están solos en el Universo.
sábado 13 enero, 2018 @ 8:37 am
Rizando el rizo, Miguel. No te conformas con esa posibilidad de suficiente energía debida a las fuerzas de marea, ni con que eso permita la vida -piensa en que no habrá fotosíntesis lo cual es, al menos, una pega- sino que posibilitas inteligencia.
Pongamos que existan ahora 12 millones de especies -se estima entre 10 y 14-, pero que se han extinguido el 99 %. Podemos concluir que han existido algo así como 1200 millones de especies. Si admitimos a
nuestros parientes neardentales y denisovianos resulta que somos tres especies con capacidades similares. Sea que otras especies precedentes hubiesen podido llegar a nuestro nivel en un número total de seis, todos incluidos. Tendríamos una estadística de 6/(12×10^6), o sea 1/(2×10^6) = 0,0000005. Si las posibilidades de existencia de esos planetas errantes son bajas -mucho menores que las de planetas agrupados en torno a una estrella-, si que se lleven consigo alguna luna, minoran, si que las fuerzas de marea sean capaces de otorgarles energía suficiente para la vida, si que su masa sea suficiente para mantener agua y atmósfera, si… Y si multiplicamos ese mínimo número por 5^(-7), muchas ha de haber para que las probabilidades de vida inteligente tengan alguna realidad.
De todas formas, el abrazo que te mando es real.
lunes 5 febrero, 2018 @ 9:46 am
Quería decir 5 x 10^(-7). Perdón; me he dado cuenta ahora.