Sobre la base del árbol filogenético vegetal
Confeccionan una nueva genealogía de las plantas que desafía las asunciones previas acerca de la evolución de las primeras plantas terrestres.
Antes de que existieran vertebrados que se adentraran en tierra firme, antes de que los insectos lo hicieran, las plantas conquistaron los continentes hace unos 500 millones de años.
Antes de ese momento la Tierra no era ese lugar tan azul y verde que fue posteriormente (sería atrevido decir que lo es ahora). Los continentes estaban cubiertos de roca desnuda o si estaban cubiertos por algún ser vivo no ha dejado demasiadas huellas en el registro fósil. Aunque puede que sí hubiera líquenes. Era un mundo irreconocible.
Hasta esas fechas la fotosíntesis se dio en los mares terrestres, parte de ella realizada por algas verdes. Fueron precisamente las algas verdes las que evolucioanon hacia las primeras plantas de tierra firme. Plantas no vasculares que fueron las primeras en reverdecer nuestro mundo.
Se cree que los musgos, hepáticas y antoceros, que se denominan briofitas, son descendientes de esas primeras plantas, pero cómo es exactamente el árbol filogenético en esa parte es algo de lo que no se está seguro. Un estudio reciente podría aclarar esta cuestión.
Las briofitas son plantas modestas de escasa altura que no poseen vasos por los que pueda circular el agua o los nutrientes. Necesitan de una levada humedad para sobrevivir. De ellos se cree que las hepáticas son las más primitivas de todas ellas al ser las más simples y que su antepasado fue el que conquistara tierra firme por primera vez.
Las plantas terrestres son de suma importancia para el planeta y para nosotros mismos. Desde el carbón de nuestras centrales térmicas a los alimentos que ingerimos previenen de las plantas, directa o indirectamente. Así que entender la evolución de las mismas es fundamental y, para ello, hay que ver las relaciones entre unos grupos de plantas y otros y tratar de reconstruir su árbol filogenético.
Investigadores de la Universidad de Bristol han confeccionado una nueva genealogía de las plantas que desafía las asunciones previas acerca de la evolución de las primeras plantas terrestres.
Hasta ahora se asumía que las primera plantas empezaron siendo unas estructuras muy simples, pero estos investigadores proponen que, en realidad, ya eran más complejas de lo que se creía y le han dado un nombre: Setaphyta.
Estos investigadores han construido un modelos sobre las secuencias genéticas de las plantas modernas para saber si las hepáticas están mas emparentadas con los musgos que con los antoceros. Según este estudio, las hepáticas y los musgos están unidas ahora en el nuevo grupo Setaphyta.
El nuevo árbol familiar de las plantas con el grupo Setaphyta muestra que las hepáticas no fueron las primeras en conquistar tierra firme y que las hepáticas actuales muestran una simplificación que la evolución ha producido durante este tiempo. Su simplicidad no refleja una simplicidad ancestral.
Para la ciencia esta propuesta es particularmente importante, pues las hepáticas modernas siempre se han puesto como ejemplo de las primeras plantas que conquistaron tierra firme, pero este no puede ser ya el caso. Según los investigadores, en ninguno de su análisis se ve que las hepáticas sean el grupo más ancestral de las plantas.
«Los científicos usan organismos modelos para comprender el árbol evolutivo de la vida. Para las plantas usamos típicamente las modernas hepáticas como un símil de las formas más tempranas y entonces construimos sobre esa idea para comprender la evolución a largo plazo. Como nuestro árbol filogenético de las plantas indica que las primeras plantas eran más complejas que las hepáticas actuales, tenemos que revaluar nuestras asunciones sobre la evolución de las plantas terrestres», afirman estos investigadores.
Añaden que a partir de esta investigación sus próximos pasos irán encaminados a la reconstrucción del desarrollo de Setaphyta para así comprender más acerca de cómo las plantas evolucionaron y cómo fueron influidas por los cambios en el clima.
Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=6005
Fuentes y referencias:
Artículo original.
Foto: Paul Kenrick.
12 Comentarios
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lunes 19 febrero, 2018 @ 2:39 am
Con las hepáticas, tendríamos otro ejemplo de simplificación para afirmar que la evolución NO avanza, sino que solo expresa cambio. Además en este caso no se trata de una simplificación por parasitismo, puesto que son plantas autótrofas.
lunes 19 febrero, 2018 @ 4:52 pm
Interesante el comentario de Miguel Ángel. Pienso que a los que sostienen, en el caso de que siga habiéndolos, que la evolución avanza habría que preguntarles qué entienden por avanzar.
jueves 22 febrero, 2018 @ 8:31 pm
Bueno, yo me voy, tras Miguel, a lo general de la evolución y lo que una vez comentó Neo; que todos estos ligones, juerguistas y pillines tenían más éxito con las mozas que los seriotes, trabajadores y dignos, de lo cual se derivaría una mayor descendencia de los primeros por lo que, al menos en ese aspecto, la cosa parece indicar que el género humano podría ir en ese sentido más banal. Pero hay muchos factores que no tenemos en cuenta, de lo que resulta un camino totalmente imprevisible y sorpresivo.
Y tengo una magnífica aunque incompleta y mal documentada noticia; pero la suelto: Al perecer se ha logrado -diría que en España- una fotosíntesis más eficaz y rápida que la natural.
Un abrazo.
viernes 23 febrero, 2018 @ 1:21 am
Pues, no sé si te referirás a esto…
http://www.ciudadesdelfuturo.es/aplicaciones-ventajas-fotosintesis-artificial.php
…Pero, después de la I+D que hice ayer contigo, ya puedo lamentar con conocimiento de causa que, de esa fotosíntesis, no salgan unos buenos calçots.
-CALÇOTS AL FORN CON SALSA DE CALÇOTS DE VALLS-
LUGAR: a la salida de Clols, provincia de Tarragona.
PARTICIPANTES: el amigo Tomás y éste que escribe.
INSTALACIONES: un restaurante familiar pequeñito.
ATENCIÓN: muy buena, tanto por parte del camarero con el que me pude dar el gusto de acertar que era de Colombia al primer intento, como por parte de los dueños que eran autóctonos. Es el cuarto año consecutivo que viajo a Cataluña y en todos los sitios me han tratado muy bien, no tengo ninguna queja.
EXPERIENCIA SUBJETIVA: Viajamos en mi coche desde Cambrils, pasando brevemente por Tarragona, mientras Tomás me va explicando algunas cosas. Al llegar a Valls, pasamos primero por «Casa Félix» pero, al final, decidimos buscar un restaurante más pequeño para evitar el jaleo.
Al cabo de un ratito de sentarnos, nos sirven los calçots en su correspondiente teja: el aroma es un poquito diferente a cuando asas otras cebollas, seguramente porque no se les quita la hoja verde. Tomás me muestra la forma usual de pelarlos, mojarlos en la salsa y comerlos (haciendo como cuando se comen los ratones en la serie de televisión «V»)…¡¡muy buenos!!, me han gustado más que otras cebollas asadas. No si ya son poco ácidos en crudo, pero después de asarlos no detecto acidez sino un leve toque dulzón. En menos que canta un gallo ya me había atizado siete u ocho y tuve que parar porque todavía quedaban las butifarras y el conejo.
Abrazos electrofanfarrónicos.
viernes 23 febrero, 2018 @ 9:23 am
Gracias, querido amigo. En relación con la fotosíntesis, sí, me refería a eso, pero lo oí por radio y el leerlo me ha recordado el proceso que describieron y que has recomendado. Lo que pasa es que como cuando oigo la radio estoy desayunando mientras destruyo papeles, me entero de las cosas al vuelaoreja, o sea, como a medias.
Y ya en el I+D, relacionándolo con lo anterior, no sé si se conseguirá el ambiente en general, incluidos los aromas y el gusto -bastará con mantenerlos- pero creo que esa fotosíntesis ayudará a conservar la tradición de muy ricos calçots, sus salsas y la posterior compañía.
Esos abrazos electrofanfarrónicos también pueden derivarse de energía fotovoltaica. Envío besitos a Lucía para que nunca se le alargue la nariz. Enséñale que la nombro aquí, pues quizá se alegre.
jueves 1 marzo, 2018 @ 4:14 am
Aprovechando que la noticia trata sobre el árbol filogenético, me voy a salir un poco del tema antes de que se me olvide: era solo para comentar que están poniendo en «La 2» una serie de documentales («Los primeros hombres») sobre los orígenes de nuestra especie y otro homínidos. Ahora mismo estoy viendo un capítulo y me está encantando.
jueves 1 marzo, 2018 @ 9:37 am
¡Pero a esas horas…!
Por contar algo: Suelo acostarme entre las 24 y la 1 am. Y siempre veo, al otro lado de la plaza, algo hacia la derecha, seguramente en algún piso más alto -que no me ha dado por cerciorarme- un televisor encendido. Ni sé si es hombre o mujer quien lo mira. El caso es que durante unos días no lo vi, y me preocupé. Cuando volví a verlo me tranquilicé y ahora se ha vuelto costumbre mirar si está encendido, con lo que me acuesto sin preocupación. Fácil es deducir que puede tratarse de un/a jubilado/a. Pero no se me ocurre cómo ir más allá por más que trato de emular a los astrónomos que, con asombrosos y sutiles indicios, se sirven de la luz. ¡Si, al menos, pasase por delante y de perfil -por las pechugas-, podría, quizá, utilizar el método del tránsito!
Se admiten ideas.
jueves 1 marzo, 2018 @ 4:53 pm
Idea, un tanto asilvestrada pero he conocido tramoyajes experimentales (y no, no me refiero a guaridas de etólogo ni pescantinas de residuos moleculares de laboratorio) bastante más silvestres, si es en una plaza, se puede efectuar un divertimento no necesariamente acústico (que sería molesto y dañino), más bien optopolícromo, que llame la atención y obligue a asomarse por la ventana. Para satisfacer la curiosidad.
De esas experiencias que uno tiene como puntos fijos, tengo una muy peculiar. De estudiante en una ciudad que no era la mía, un día de invierno como este a eso de la 1 de la mañana (1 am) bajé a depositar la basura en los contenedores municipales, entreteniéndome en hacer el memo con la condensación de mi aliento en el aire. Quedaba abierta una cafetería esquinera relativamente próxima, aparentemente cuasi vacía por el silencio, y ni una sola luz en ninguna ventana. Comienzo de semana.
En una esquina muy fea sin visibilidad una moto tuvo un accidente tonto, no grave pero potencialmente serio con un coche, estampándose el biciclo en la puerta de pasajeros derecha trasera de un turismo. El motorista se fue al suelo de forma muy aparatosa y el susto de ver eso no te lo quita nadie, aunque no hubo mayores consecuencias que los daños físicos de moto y puerta (el conductor del coche no respetó las preferencias, pero a partir de ahí nada que reprocharle).
En los primeros instantes temí tener que estar mucho tiempo en medio de gélidas temperaturas por si mi declaración era necesaria, dado que vi el accidente, y no había nadie más en la calle aparte de los dos involucrados.
En menos de un minuto había una verbena con un centenar de personas, incluyendo paisanas de mediana edad en camisón, dos solícitos policías municipales salieron de la cafetería aparentemente cuasi vacía, y un número bastante elevado de personas habían visto el impacto, algunos desde sus ventanas. Con mejor perspectiva que la mía. No fueron necesarios en absoluto mis servicios ciudadanos.
Son cosas que te imbuyen humildad.
viernes 2 marzo, 2018 @ 9:32 am
O sea que todo esto de las cámaras vigilantes es algo inútil. Creemos estar solos y nos está observando medio pueblo sin necesidad de artilugios. Pues no contribuiré a tal exceso y se acabó la curiosidad por mi vecino/a. Quizá vuelva a ver «La ventana indiscreta» por si aprendo algo.
En cuanto a utilizar el método de la curiosidad del objeto, sin pretenderlo, puedo decir que ya lo experimenté en una cacerolada que se dio en un pasado próximo. Miré pero nadie salió ni la cosa debió turbar la paz televisoria de mi observado/a. De todas formas gracias por la colaboración.
sábado 3 marzo, 2018 @ 3:35 am
Pero lo que te aconseja Dr. Thriller es que el divertimento no sea necesariamente acústico, querido Tomás. ¡Ejem, ejem!, con vuestro permiso, me muero de ganas de diseccionar e interpretar el consejo:
Recomienda un divertimento «optopolícromo», neopalabro que, salvo que para Dr. Thriller tenga otras connotaciones subjetivas, sería un objeto o una luz que desprende colores diferentes. Un vestido de lagarterana, por ejemplo, se ajusta a la definición de «polícromo».
Para que el reclamo sea más «opto», puedes bailar haciendo la coreografía de la canción «Macarena». Sin poner la música, como te recomienda el Dr., para que sea más soprendente.
Si ni con esas asoma el hocico, no desheches todavía el plan que pocos se van a imaginar el último as que tienes guardado en la manga: al llegar la parte de la coreografía del final del estribillo («Eeeh Macarena, ¡a-ay!»), haces ¡ZAS!…y te marcas una levantada de faldas a plena traición.
Si te planteas con qué paños menores puedes combinar con el vestido para concitar la máxima expectación, quizá te atrevas con los mismos que no llevan los escoceses bajo el «kilt».
Ya me dirás, querido Dr., si te he interpretado correctamente.
Abrazos lagarteranofanfarrónicos.
sábado 3 marzo, 2018 @ 10:11 am
Sí, correctamente. Aunque yo pensaba en cosas poco frecuentes (es decir, enteramente nuevas y desconocidas para el objetivo) que llamen la atención y fomenten la curiosidad, sin asustar, y por supuesto sin incurrir en quebrantamientos de la ley, esto puede parecer obvio pero las normativas municipales en Yspanistán son tan curiosas y absurdas cuanto muchos chistes y jocosidades varias se hacen sobre las ídem estatales en EEUU. Suelen ser verídicas.
Una opción obvia sería el uso de láseres, pero vistos ciertos usos peliagudos recientes no recomendaría su uso. Emplear haces de luz polarizada con ciertos efectos sería interesante, pero aquí el instrumental sería caro y contraproducente incluso adquiriéndolo en las tiendas todochina globalizadas de interné. Como Tomás conoce la geografía del problema podría pensar en algún tipo de efectos luminosos llamativos, aunque si la persona es apático-abúlica al mundo exterior no sé si arrojar con una máquina tipo quitanieves billetes de euro fake (que lo parezcan a distancia pero que claramente se vea que no buscan engañar) es posible que ni siquiera baje a la calle a buscar uno para verlo de cerca.
Esto daría a reflexionar si, a pesar de que nuestra mente viene de serie para apoyarse en información visual en un porcentaje mayoritario, la ausencia de otros estímulos puede condicionar algún tipo de pérdida de interés, llamémosle desconfianza si queremos, pero viene siendo lo mismo. A fin de cuentas, si alguien organiza un show sólo para verme la facha, qué menos que honrar el interés, salvo que se sea un delicuente buscado. Algo a tener en cuenta en el caso relatado por Tomás.
domingo 4 marzo, 2018 @ 12:35 pm
Veo que vuestra imaginación no tiene límites. Para cada opción hay alguna pega, pero claro, no se puede pretender el éxito si no se prueba.
La idea de los billetes tiene el problema de que bajen todos los del inmueble y no sabría quién es el buscado. Lo del láser parece un tanto peligroso pues no quiero dejar tuerto/a a nadie, y lo del vestido de lagarterana, he de reconocer que siempre me ha atraído sin tener que ver con este tema, pero eso de arrastrar el escroto, el glande y el pequeño con lo embarrado que está el suelo, y encima con saltito salpicador pues como que no me apetece.
Mil gracias de todas formas.