NeoFronteras

¿Estamos solos?

Área: Espacio — lunes, 1 de junio de 2020

Según un estudio estadístico, en el Universo abundaría la vida, pero no la vida inteligente.

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No deja de ser paradójico que busquemos como desesperados la vida en el Universo y, sin embargo, matemos a la que hay en él único sitio en donde sabemos que existe, en nuestro único posible hogar en el Cosmos: la Tierra.

Sin embargo la buscamos. No tenemos datos directos sobre la abundancia de vida en el Universo. La realidad es que sólo contamos con un ejemplo: la Tierra. A favor de la vida sólo tenemos la abundancia de estrellas en la galaxia y la reciente conocida abundancia de exoplanetas.

Las estadísticas de un único caso son discutibles, incluso tienen todas la papeletas de ser falsas. Pero las Matemáticas nos permiten incluso eso, aunque tengamos que usar estadística bayesiana. Parece que su utilidad no va mucho más allá de la de añadir un artículo más al curriculum de su autor.

El último estudio de estadística bayesiana de este tipo del que nos hicimos eco en NeoFronterashace 9 años hacia precisamente eso: usar un análisis bayesiano para concluir que es posible que estemos solos en el Universo o en la galaxia, que para el caso es lo mismo.

Por el registro fósil y geológico sabemos que la vida empezó muy pronto, al poco de formarse la Tierra, quizás hace unos 3800 millones de años o más. Se dio tan pronto como las condiciones ambientales permitían la vida. La vida pluricelular compleja, sin embargo, se dio hace poco, hace sólo unos 600 millones de años.

Los científicos no saben aún cómo fue la aparición de la vida, lo que tiene importantes implicaciones sobre su abundancia en el Universo.

David Kipping (Columbia University) ha publicado recientemente un artículo en el que ha usado inferencia bayesiana para arrojar luz sobre el asunto y decir algo sobre la posible abundancia de vida extraterrestre compleja.

«La rápida aparición de la vida y la tardía evolución del la humanidad, en este contexto de la evolución temporal, son ciertamente sugestivos. Pero en este estudio es posible realmente cuantificar qué nos están diciendo estos hechos», dice Kipping.

Para este análisis Kipping usó una cronología de la pruebas más tempranas de vida sobre la Tierra y sobre la humanidad. Se preguntó cómo de frecuentemente podemos esperar que aparezca la vida y la vida inteligente si rebobinamos hacia atrás la historia evolutiva y dejamos que todo evolucione de nuevo una y otra vez.

Enmarcó el problema en cuatro posibles respuestas o hipótesis:

1- La vida es común y frecuentemente se desarrolla la inteligencia
2- La vida es rara, pero desarrolla frecuentemente la inteligencia.
3- La vida es común y raramente desarrolla la inteligencia.
4- La vida es rara y raramente desarrolla la inteligencia.

Este método de inferencia estadística bayesiana, utilizado para actualizar la probabilidad de una hipótesis a medida que se disponen de evidencias o información, establece creencias previas sobre el sistema que se está modelando, que luego se combinan con datos para emitir las probabilidades de los resultados.

Según Kipping la técnica es similar al cálculo de las probabilidades en las apuestas. Respalda el ensayo repetido de nuevas pruebas en contra de su posición. En esencia es un ciclo de retroalimentación positiva que refina las estimaciones de probabilidad de un evento.

Para las cuatro hipótesis anteriormente listadas, Kipping usó estadística bayesiana para pesar unos modelos en contra de otros. La idea clave aquí es que uno compara la idea de la vida escasa en el Universo contra los otros escenarios de vida abundante. Los escenarios con vida abundante son 9 veces más probables que los de vida escasa. Esto se debe al dato de la aparición pronta de la vida en la Tierra, unos 300 millones de años después de formarse los océanos, según los datos de carbono 13 procedentes circones de la época. Así que las apuestas estarían en 9 a 1.

Kipping concluye que, si hay exoplanetas con condiciones similares a los que tenía la Tierra, la vida tendría pocos problemas en aparecer sobre esos mundos. La probabilidad de que la vida evolucione hacia vida compleja y que esta se torne inteligente sería mucho menor de 3 a 2 a favor de la vida inteligente. Esto se debería a la relativa tardanza en la aparición de los humanos sobre la Tierra. Así que, en este caso, no es fácil que aparezca la vida inteligente en el Universo. Aunque el mismo Kipping dice que esta probabilidad no dice mucho, pues sólo está un poco más allá del 50 a 50, por lo que sólo es un empujón hacia la hipótesis de vida inteligente.

Añade que el análisis no puede proporcionar certezas o garantías, sólo probabilidades estadísticas basadas en lo que pasó aquí en la Tierra. Aún así, dice que anima que el análisis apoye la idea del caso de un Universo abarrotado de vida. Aunque parece que haya pocos observadores conscientes en él para apreciarla.

«La búsqueda de vida inteligente en otros mundos más allá de la Tierra no debería ser en todo caso despreciada», sostiene Kipping.

Aunque siempre nos queda la duda de si para este viaje hacían falta esas alforjas.

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Fuentes y referencias:
Artículo original.
Ilustración: CC0 Public Domain.

Salvo que se exprese lo contrario esta obra está bajo una licencia Creative Commons.
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7 Comentarios

  1. David:

    No me quita el sueño, el que pueda haber vida en otros planetas o sistemas solares. Es poco probable que los seres humanos emigren a otros planetas, en el futuro (Marte o la Luna,en nuestro sistema solar. O vivamos en estaciones flotantes en el espacio, como la que sale en la película de Sci Fi «Elyssium»).Tampoco parece probable ir más alla del Sistema solar, en que estamos confinados.

    En un blog filosófico, vanity fea, Jose Ángel García Landa, nos comenta, que » seguiría dejando en la Tierra a la totalidad de la especie humana en bloque, y que no resolvería nada sino una precaria continuidad de algunas tradiciones culturales. Ni eso, habría que decir. Un puñado de astronautas no podrían, ni con auxilio informático, mantener una compleja tradición cultural, que depende de una amplia población y una extensa organización social. Serían a la vez los últimos hombres y los nuevos primitivos, antes de su muerte fría que sería más temprana que tardía.

    Pero no sucederá, ni siquiera ese epílogo de la historia. No disponemos de la tecnología y de la energía necesaria para impulsar ese viaje, y con toda seguridad nunca dispondremos de ellas. No habrá naves interestelares, pues sólo el derroche industrial del siglo XX ha hecho posibles nuestras diminutas incursiones en el vecindario extraterrestre. Para recorrer el futuro precario, la Tierra es nuestra única nave espacial, y el destino de una hipotética nave o flotilla interestelar no haría sino remedar, en versión abreviada y a modo de farsa tecnológica, un grotesco théâtre de la cruauté, la tragedia de la historia humana. Las dejaremos esas naves para el cine, compensación imaginaria, y ya tenemos en cualquier caso las Historias Futuras de Olaf Stapledon y otros a modo de consuelo. Pronto tendremos otros asuntos que resolver, y otros futuros más apremiantes. He de decir que Spier también concluye, con lúgubre parquedad, que esos sueños de la razón no son sino sueños de la imaginación: «en la actualidad, no se dan las circunstancias Goldilocks necesarias para la realización de viajes espaciales a largas distancias»

    Los viajes a las estrellas son una fantasía de la era industrial, del mismo modo que el Más Allá era una fantasía de la era de la servidumbre. Huímos a los cielos—pero sólo en la imaginación. Muchos no lo han entendido aún. »

    Y añade » ¿seremos capaces de desarrollar un régimen sostenible, no para la eternidad, pues el ser humano está abocado a la extinción, sino durante un tiempo razonablemente largo? ¿Un régimen en el que sea posible mantener la complejidad cultural alcanzada o al menos gran parte de ella?

    Puesto así, la pregunta de si lograremos cambiar(nos) o no, es ociosa, o retórica, o nos embarca en un razonamiento dialéctico. No cambiaremos, no nos cambiaremos, a menos que las circunstancias nos cambien y nos fuercen a cambiarnos, y no será bonito de ver. ciudad viejaEl pasado es una larga historia de brutalidad y horrores, que también tiene muchos elementos de sweetness and light. Probablemente también lo será el futuro—en gran parte de él no nos reconoceríamos, como no nos reconoceríamos a gusto en nuestros ancestros no tan remotos. Queda por ver si es tan largo como el pasado, el futuro éste incierto y no muy agradable. Entretanto, seguimos quemando la sabana, como si fuese la Tierra plana, «inmersos en una forma de sociedad que por lo general prima los resultados a corto plazo, ya sea en el ámbito económico o en el político» (429). La sabana parece muy plana, e inacabable. Pero la Tierra es redonda, decía mi padre, y avanzando tras la hoguera, pronto nos encontraremos con tierra quemada por delante.

    Concluye Spier su libro, sobre la complejidad y la sostenibilidad:

    «Sea como fuere, espero haber dejado claro que el principio centrado en el estudio pormenorizado de los efectos que tiene el hecho de que los flujos de energía, al recorrer la materia en el marco de unos determinados límites Goldilocks, conduzcan tanto al aumento como al declive de la complejidad a todos los niveles, no sólo venga a simplificar muy notablemente nuestra comprensión del pasado remoto, sino que ayude a esclarecer las cuestiones clave a que habrá de enfrentarse la humanidad en un futuro inmediato». (430)

    Pero no hace falta esperar a que llegue el futuro, para verlo, como decíamos antes—nosotros, y Radio Futura (en «Enamorado de la moda juvenil») —»el futuro ya está aquí».

    https://vanityfea.blogspot.com/2011/10/somos-siete-mil-millones.html

  2. Lluís:

    Si ni siquiera sabemos cómo se originó la vida en la Tierra, acaso fue un golpe de suerte o una carambola químico-física, la estadisticas de un único caso, tienen también para mi todas las papeletes para ser falsas, por lo que me quedo con la idea de que para ‘este viaje no hacen falta esas alforjas bayesianas.

  3. tomás:

    Me ha proporcionado gran añoranza leer la página que Neo nos menciona. Echo de menos a todos cuantos allí comentábamos y, ciertamente me siento incapaz de razonar con la lucidez que en aquel momento lo hice; se ve que el tiempo -ese- no pasa en vano, como cuando desgasta las monedas de oro entre los dedos de Arzobispo en «Le diable et le bon Dieu» de Sartre. Quiero mencionar por orden de sus comentarios a Suffus, arqjmg, Miguel Angel, Neo, Pocosé (¿por qué no reapareces, querido amigo?), Mustafá y JOrge. Y espero que todos estén bien; yo bien gracias a quien saldría existente en una estadística mundial bayesiana.

    No doy crédito alguno a la estadística bayesiana salvo si se realizase entre bastantes -o muchos- especialistas en el tema del que se trate.

    Y ya que he salido hoy protestón, me rebelo contra expresiones por desgracia ya asentadas como «retroalimentación positiva y negativa». Bastaría con «retroalimentación y retromoderación», más cortas y mejores, porque retoalimentación positiva es una redundancia. Como es una tontería «un espacio de tiempo» y cosas así, que hay unas cuantas, algunas generalmente admitidas como «preveer» y prodigadas por locutores y políticos, o la tan olvidada temperie para el tiempo ambiental. Tan admitida ha de ser preveer que ni me la subraya en rojo el corrector, y la he puesto con comillas y sin ellas a propósito, a ver si cumplía con su deber. Pues va a ser que no.

    Si, afortunadamente, encontramos en Marte, aunque sean diminutos fósiles de bacterias, el paso habrá sido gigantesco porque ya serán dos los planetas en los que ha sido posible la vida -minorado, claro, si damos por cierta la panspermia local de nuestro Sistema Solar, de nuestra galaxia o del universo-.

    Y sobre la vida inteligente, repito mi cantinela de siempre: ¿qué clase de inteligencia?

    Un abrazo, para todos los añorados y, en especial, a mi querido amigo Miguel, el más amante de la vida que conozco.

  4. petrus:

    Según creo entender, la teoría de Bayes y su método estadístico, se han usado sobre todo cuando las circunstancias del hecho analizado son extraordinariamente difíciles para el resto de métodos. Se utilizó en la búsqueda de las bombas de Palomares en la España de Fraga, y en algunos casos de pérdidas de submarinos. En realidad, es el método probabilístico a usar cuando se trata de casos perdidos a priori, casi desesperados, como son los citados o el que nos ocupa aquí.

  5. tomás:

    Bien, pero me gustaría conocer, una vez resuelta la cosa, cuántas veces su predicción ha sido acertada. Sería una buena estadística porque nos diría algo sobre su fiabilidad. No sé si existe tal estudio.
    Es que, no puedo evitar decir y lo lamento, que también puede consultarse a un vidente en casos desesperados. O sea que tu argumento, si es de defensa del método, no puedo admitirlo; sí, si es informativo, amigo «petrus».

  6. tomás:

    He rememorado lo que Neo azulea en el artículo, pero no he dicho nada de lo que David recomienda. Habla de que somos siete mil millones -me recuerda a corrupto Pujol soble el número de habitantes de Cataluña si ignoramos los «mil»- pero, en realidad,
    sobrepasamos ya con holgura los 7.500 millones y creciendo a pesar de las pandemias, guerras y lo que se oponga, al menos de momento. Luego peor, como pronosticó el profesor A. A. Bartlett en su exposición del crecimiento exponencial de la población. Algo elemental, pero de lo que parece que nadie se había dado cuenta, como suele suceder. Mis felicitaciones a David por recordarnos la estupidez del desarrollo sostenible, la idiotez del superconsumo y la realidad de la finitud de nuestra especie.
    Un abrazo, David.

  7. tomás:

    En contestación al título del artículo: No sé ni tengo medios para saber si estamos solos, pero es como si lo estuviésemos.

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