NeoFronteras

Ruido antropogénico y su efecto en los bosques

Área: Medio ambiente — miércoles, 14 de abril de 2021

Las plantas de los bosques tardan en recuperase en las áreas en donde hubo ruido de origen humano.

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Aquellos que no viven en España probablemente no saben que los españoles están inmersos en un montón ruido. Sean en un ambiente urbano o rural, el ruido está en todas partes. Lo sorprendente, lo increíble, es que parece que a nadie le importe.

Durante el confinamiento los españoles salían a los balcones a aplaudir o golpear cacerolas o hacer otras actividades ruidosas. Parece que, culturalmente, no podemos aguantar el silencio.

Incluso en un restaurante o un bar la gente grita entre medias de una música de dudoso gusto. Sé de un restaurante que se cree de postín en cuya terraza uno se puede «deleitar» con reggaetón.

Obviamente, el problema del ruido afecta a muchos países del mundo de un modo u otro.

Pero el ambiente ruidoso no es bueno para degustar un buen plato gastronómico, tal y como evidenciaron hace poco.

Es precisamente por el ambiente ruidoso por lo que la comida de los aviones no nos sabe bien. Es una comida que en tierra no está mal, pero en el aire, con el ruido de las turbinas (y quizás también por la incomodidad propia de los asientos de clase turista) no nos parece apetitosa.

Pero para los que están en tierra y tienen que oír pasar a los aviones, la cosa tampoco es buena, ni siquiera sana. Un servidor está más que harto del vuelo Madrid-Quito que suele salir a la 1:30 de la madrugada.

Según otro estudio este tipo de ruido incrementa la mortalidad por problemas cardiovasculares y se calcula que sólo en Europa hay 48000 casos diagnosticados de enfermedades cardiovarculares todos los años causados por este ruido y ruidos similares, como el tráfico de una autopista cercana.

También es curiosa la estúpida idea de los políticos de legislar para que los automóviles eléctricos lleven incorporado un generador de ruido. Supuestamente es para que los peatones no sean atropellados, pues todo el mundo sabe que cruzar la calle de oídas es una buena política peatonal.

Por si fuera poco, otro estudio reciente sostiene que las personas que viven con 10 decibelios más de ruido cerca de sus residencias durante el día tienen un 36% más de probabilidades de tener un deterioro cognitivo leve y un 30% más de probabilidades de tener Alzheimer.

Toda esta introducción refleja que nosotros, como seres que poseen un sistema nervioso, somos susceptibles de sufrir problemas de salud por culpa de la exposición al ruido y que el desequilibrio hormonal que el ruido continuo provoca también deteriora nuestra salud.

Así que es de suponer que las plantas deberían ser inmunes a este problema, pues las plantas no tienen sistema nervioso, ni cardiovascular ni un sistema hormonal como el de los animales. Pero en este planeta todo está relacionado.

Un estudio reciente sostiene que el ruido de origen humano tiene un efecto negativo más duradero en árboles y plantas de lo que se pensaba.

Según este estudio, la contaminación acústica de origen humano afecta la diversidad de la vida vegetal en un ecosistema incluso después de que se haya eliminado el ruido. Este es el primer estudio que explora los efectos a largo plazo del ruido en comunidades de plantas.

En un estudio realizado hace doce años cerca de pozos de gas natural en Nuevo México, los investigadores encontraron que había un 75% menos de plántulas de pino piñonero en sitios ruidosos que en sitios tranquilos. Lo más probable es que esto se deba a que el ruido aleja al arrendajo de los matorrales (Aphelocoma woodhouseii), un ave que entierra miles de piñones cuando los almacena para comer durante los meses de invierno. Como efecto colateral, muchos de los piñones que no son consumidos durante el invierno terminan brotando después.

Un equipo de investigación regresó recientemente a los mismos sitios para averiguar si el pino piñonero se había recuperado con el tiempo.

Las empresas explotadoras locales cambian los sitios donde usan compresores ruidosos que usan para producir gas natural y algunos de los sitios que anteriormente eran ruidosos han dejado de serlo.

Los investigadores encontraron que, de todos modos, en estas áreas había menos plántulas y árboles jóvenes en comparación con los sitios que no habían tenido estos compresores. La disminución de los árboles jóvenes se debía a la época en que el sitio era ruidoso, pero la disminución de las plántulas muestra que los pinos todavía no estaban brotando incluso después de eliminar el ruido.

«Los efectos de la contaminación acústica humana están creciendo en la estructura de estas comunidades boscosas. Lo que estamos viendo es que la eliminación del ruido no necesariamente resulta en una recuperación inmediata de la función ecológica», dice Clint Francis.

Aunque se podría pensar que el problema fuera achacable a los pinos, lo más probable es que el arrendajo de los matorrales no haya regresado al área anteriormente ruidosa y, por lo tanto, no esté plantando semillas.

«Algunos animales, como los arrendajos de los matorrales, tienen memoria episódica. Los animales como el arrendajo de los matorrales que son sensibles al ruido aprenden a evitar áreas particulares. Puede que los animales necesiten tiempo para redescubrir estas áreas anteriormente ruidosas y no sabemos cuánto tiempo podría llevar eso», dice Jennifer Phillips (Texas A & M-San Antonio), la autora principal.

Los investigadores también encontraron diferencias en las plántulas de enebro y las comunidades de plantas con flores según los niveles de ruido actuales o si los niveles de ruido habían cambiado recientemente debido a que se movieron compresores ruidosos. Los sitios con mayor ruido tenían menos plántulas de enebro y diferentes tipos de plantas que los sitios tranquilos. Debido a la complejidad de los ecosistemas, aún se desconoce la causa de estos cambios.

«Nuestros resultados revelan que las comunidades de plantas cambian de muchas maneras con la exposición al ruido. Tenemos cierta comprensión de cómo y por qué los árboles fundamentales como el pino se ven afectados por el ruido de nuestro trabajo anterior con arrendajos, pero también estamos viendo grandes cambios en las comunidades de plantas a través de cambios en la abundancia de arbustos y plantas anuales. Estos cambios probablemente reflejan los impactos del ruido en los animales que comen plantas, como ciervos, alces y varios insectos, además de los muchos polinizadores que son importantes para la reproducción de las plantas. En esencia, nuestra investigación indica que las consecuencias del ruido son de gran alcance y reverberan en todo el ecosistema a través de muchas especies «, dice Francis.

En estudios futuros se puede ofrecer una visión más precisa de cómo el ruido está causando estos cambios en el ecosistema. Los investigadores quieren saber más sobre qué herbívoros, dispersores de semillas y polinizadores y si evitan o se sienten atraídos por el ruido y cómo los cambios en el comportamiento de insectos y animales se combinan para afectar a las comunidades de plantas.

Según los patrones de más de una década de un ecosistema que sufre contaminación acústica, las pruebas sugieren que las comunidades de plantas pueden tardar mucho en recuperarse de los efectos del ruido humano. Aún así, la coautora y botánica principal Sarah Termondt enfatiza la necesidad de comprender los costos totales y duraderos del ruido. Dice que hay que continuar observando los cambios a largo plazo y que esto aclarará si las comunidades finalmente se recuperan después de largos períodos de contaminación acústica, incluso una vez que son eliminados del lugar.

Cuando los cambios en las comunidades de plantas se ven junto con los crecientes indicios de los problemas que el ruido produce en los animales, es cada vez más difícil ignorar la casi ausencia de regulaciones sobre el ruido en muchos lugares del mundo.

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Fuentes y referencias:
Artículo original.
Foto: Sarah Termondt.

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