Los musgos se valen de pequeños artrópodos para su reproducción sexual. Los atraen con sustancias olorosas similares a las que son usadas en las flores.
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Fuente: Rocky Cookus, Portland State University. |
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Durante cientos de millones de años no hubo plantas con flores sobre la Tierra y, por tanto, tampoco había abejas o mariposas que las polinizaran. Estos tipos de insectos coevolucionaron junto a las flores hasta dar con relaciones interespecíficas fascinantes. Las flores producen fragancias para atraer a los insectos polinizadores y sobre sus pétalos se dibujan patrones ultravioletas para guiarlos hasta el néctar. A cambio los insectos se impregnan de polen que pueden depositar en otra flor y así ayudar en la polinización cruzada.
Entre las primeras plantas que conquistaron tierra firme están los antepasados de los actuales musgos, plantas no vasculares que levantan escasos milímetros del suelo. Para su reproducción sexual estas plantas necesitan de una película acuosa sobre ellas. En el agua los espermatozoides, que en este caso tienen dos flagelos, pueden viajar para realizar la fertilización, aunque como máximo sólo pueden navegar unos 10 cm. Si el ambiente es seco entonces las partes femeninas no pueden fertilizarse. (leer más…)