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Sección de un modelo de un canal de sodio. Foto: Chemsoc. |
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Una mutación que lleva al que la padece a no sentir dolor permite descubrir el gen del dolor y por tanto abre el camino hacia nuevos analgésicos más específicos.
El estudio empezó con un niño fakir que actuaban en la calle andando sobre carbones encendidos o clavándose cuchillos en los brazos. Estas prácticas le llevaron a visitar los hospitales en diversas ocasiones. Al parecer, a pesar de tener sensibilidad al tacto, a la temperatura y a la presión, no parecía si embargo experimentar dolor.
El muchacho murió a los 14 años al saltar desde el tejado de una casa, pero se investigó a diversas familias para encontrar casos similares. Al parecer hay miembros de tres familias procedentes todos ellos del norte de Pakistán, y todavía vivos, que sufren la misma condición. Sobrevivir a esta ausencia de dolor es difícil porque el dolor es un mecanismo de protección que tiene el cuerpo para indicarnos que algo va mal, y sin esta «alarma» resulta muy fácil morir de algún accidente, sobre todo a temprana edad. (leer más…)